Relato Corto Blog de Ficción

4 de Junio, 2012

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Como predije en alguna página de este cuaderno: hoy tuve que trabajar con ese hombre que curiosamente conocí, sin embargo, me hacen falta palabras para describir a este personaje. Me sorprendí al encontrarlo con el mismo atuendo que tan minuciosamente detallé en mi última entrada.

Claro que sería inútil buscar entre mis diarios, sobre todo, ahora que perdí el gusto a la lectura. ¿A qué hora llegará el bus? fue lo último que recuerdo antes de dejar que mi mente se pierda en el camino de los sueños.

Me imaginé que volverlo a ver sería inusual, sin embargo, no estaba listo para encontrarlo vestido así y sosteniendo su cuerpo contra una motocicleta. Él parecía haber esperado por mucho tiempo, incluso un par de horas, hasta que me vio y cambió su postura. Él ahora parecía feliz, listo para una fiesta que en su mente podría empezar a las ocho de la mañana.

Era inimaginable la felicidad del personaje. Pensé que solo un enfermo podría ser capaz de transformarse con esa velocidad. Incluso peor, ver sus ojos me llenaba de inquietudes, sabía que no podía confiar en él. Pero para completar, como si fuera poco, él me sugirió subir en la motocicleta.

Luego de haber aceptado el trabajo, de llegar a la hora indicada, era imposible sugerir otra alternativa, así que subí tras él y me sostuve con fuerza. El viaje fue relativamente corto, veinte mutuos de pánico al viajar sin consideración o respeto, el tipo parecía tener un deseo de muerte. Mentiría al decir que duró menos que una eternidad, fue horrible sentir la fuerza del motor al ser lanzado hacia atrás con cada aceleración.

Su motocicleta de enduro—como él la llama—tiene un poderoso arranque, y está a punto de obtener el segundo lugar en la carrera más importante de su vida, la meta parece ser morir. Con el tiempo, perdí la fe y empecé a ver los recuerdos más bellos de mi vida, sin embargo, las cosas empeoraron cuando un vehículo de alto rendimiento con tracción en las cuatro ruedas pasó junto a nosotros. La alta velocidad con la que nos rebasó forzó al pequeño cuerpo de la motocicleta a tambalearse, ese instante perdí el respeto que tenía por él, y me acerque tanto que sería imposible caer.

Al terminar el corto viaje, en el cual volví a nacer, nos encontramos con un lote de terreno descuidado, el lugar estaba lleno de espinos, pencas y tunas, el sujeto tenía planeado construir un jardín. Él buscó entre los matorrales hasta encontrar algunas herramientas para trabajar.

No podía creer lo descabellado de su idea, sin embargo, tomé la pala y lo seguí a través de un monte seco, estoy seguro de que los únicos animales que exigían eran lagartijas. En el transcurso de nuestro viaje por el «jardín,» noté que sus ojos tenían un brillo diferente. Ese instante supe que caminaba a mi muerte, pero no podía perder la batalla sin intentar, así que hice lo posible por estar alerta y nos perdimos entre la maleza.

Lo primero que noté fueron los errores en su plan para acabar con mi vida, era demasiado difícil atravesar el descuidado bosque seco, seguir pese a las dificultades fue un claro indicio, pero notar que caminábamos al centro del bosque lo delató. No había otra explicación.

Estoy seguro que él también estaba planeando lo que sucedería al llegar, al caminar él mantenía su mano cerca del estuche de su cuchilla. Fue allí, al notar que estaba armado, que decidí tomar la iniciativa y no ser otra víctima de su trampa. Sin embargo, llegamos a una tumba recién excavada, lo miré directamente a sus ojos, mi plegaria fue que no sea hoy, pero fue una pérdida de tiempo. Sostuve la pala con fuerza y esperé a que sea él quien empieza.

Tengo leves recuerdos de lo que siguió, moví la pala de un lado al otro y empecé a ver el metal cubrirse de sangre. Decidí aprovechar del agujero que tenía preparado para mí, ahora está atrapado en mi lugar, condenado a cuidar ese bosque por una eternidad.

About the author

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

By Sebastián Iturralde
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Acerca del autor

Sebastián Iturralde

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