Relato Corto Blog de Ficción

Frustración

F

Las puertas cerradas desde afuera, una pequeña ventana dejaba pasar la luz, me sentía sola desde que se iba, tantos años han pasado que llegó a convertirse en parte de mí. Sus ojos tenían el brillo de la maldad, hasta ahora no puedo mirarlo fijamente, no me debo quejar de su compañía, ahora no sabría qué hacer si me deja.

Los minutos se alargan cuando no está, siempre sale a la misma hora, en ocasiones hasta se acerca a despedirse, hoy se fue sin una palabra, me imagino su día fuera de casa. Hasta donde recuerdo, los hombres de su edad tienen trabajos elegantes, usan corbatas y se ven distinguidos, hoy podría haber salido así, pero lo dudo.

No me gusta la ropa de usa, siempre los mismos zapatos, no debo ser la única que los nota, me alegra que sea tan descuidado, lo peor que podría pasar es que otra caiga en su trampa. Me es difícil concentrarme en soñar, lo primeros días eran diferentes, siempre pasaban por mi mente ideas lindas, recordaba con amor el pasado.

Yo aquí, usando la misma ropa de todos los días, descuidada, sin tiempo para arreglarme, llena de quehaceres que no podré terminar, nunca entendí cómo llegué a este punto. Siento que perdí las ganas de vivir, olvidé lo que me gustaba, peor aún no lo encontré, tantas horas para reflexionar y no encuentro el camino, debo aceptar las condiciones.

Las horas pasaron, no tenía fuerzas ni para gritar, tantos días desde la última vez que lo vi, debo estar perdiendo la cordura, extraño su rostro, no tiene algo de especial, incluso simple, pero es mío. Los años no me enseñaron a apreciar lo que tengo, quizá sea un castigo, debo concentrarme en que es un regalo, para qué vivir si no voy a disfrutar la vida.

El sol desapareció, la ventana deja entrar la luz, ya no era lo mismo, mis mañanas son hermosas en compañía del sol, la cruel luna solo aparece cuando ella quiere, en ocasiones pasan meses sí que la pueda ver. Sí las cosas fueran diferentes le pediría que cambie de lugar mi ventana, no, le exigiría que lo haga, es su deber, después de todo la vida nos juntó, tantos años han pasado que no importa cómo llegué a este lugar.

Sigo sintiendo que debo aceptar el camino, para que sufrir algo imposible, intenté todo, mira a dónde me llevó, la oscuridad de la noche llega, está será otra noche sin verlo, aunque sea por un instante. Verlo entrar a mi cuarto con la charola, dejar la comida junto a mí, sentarse y hablar de su día mientras me ve comer.

Mis cabellos deben estar horribles, también le exigiría que compre más espejos, maquillaje, mucho maquillaje para verme linda para él. ¡Qué estoy diciendo! Es mejor esperar, muy pronto tendré una oportunidad, paciencia, han pasado tantos años, que es un día más.

Soy fuerte, su juego no podrá contra mí, voy a prevalecer, no debo dejar de luchar, eso soy, una luchadora, la vida seguirá mis reglas, solo caminaré por donde quiera. Aunque el brillo de sus ojos pudo haber cambiado, tantos años de conocerlo, sé que no es perfecto, ha cometido tantos errores, pero la vida nos juntó.

El sonido de la puerta, finalmente llegó, me acerqué lo más que pude, quería escuchar sus pasos, sí, parecía venir hacia mí, esta vez será diferente. Me senté antes de que la puerta se abra, entró con su ropa desarreglada, el mismo brillo en sus ojos, bajé la mirada.

—Te vas a portar bien dijo el hombre con las marcas de rasguños en su cara, las cicatrices todavía tenían costras, las delgadas líneas estaban por desaparecer. Aquí tienes algo para comer —añadió al no tener respuesta, levanté la miraba y lo vi con desprecio.

Se olía tan bien, comida fresca después de tanto tiempo, debió comprarlo en el lugar que me gusta, nuestras infinitas conversaciones me enseñaron más de lo que quería saber, él también conocía mis gustos. Estaré obligada a disfrutar este manjar, sentir pena por mi situación, seguir fingiendo que existe una salida, actuar como que la vida está a punto de cambiar.

Se acercó lentamente, parecía tener miedo, colocó la charola junto a mí, sobre ella un recipiente desechable, cubiertos de plástico. Tomé la charola, la puse sobre mis piernas, empecé a comer, el hombre se acercó, se sentó junto a mí, parecía disfrutar la compañía.

Su mano alcanzó mi cabello, dejé el cubierto de plástico, alcancé el pedazo de madera de silla que rompió, el grillete me ayudó a convertirlo en un arma. Sentí la estaca en mi mano, él se acercó lo suficiente para olfatear mi cabello, giré con fuerza, la charola se estrelló contra el piso.

Mire con atención su cara al clavar la estaca en su cuello, se veía como un inofensivo animal, intentó defenderse, pero era demasiado tarde, me percate de atravesar la vena yugular. Sangre cubría mi mano, dejé al hombre caer al piso, parecía estar luchando por detener la hemorragia.

Busqué en sus bolsillos, las llaves no estaban, me quedaría atrapada, sin posibilidad de ser rescatada, moriré observando su cadáver. Otro de los bolsillos tenía un teléfono móvil, marqué a emergencias.

About the author

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

4 comments

  • Me gusta porque tu prosa es fuerte y precisa, de esa que logra transmitir con facilidad, o, lo que es lo mismo, que la cuidas y la trabajas seriamente. tu auto-compromiso un de relato semanal, muestra que te tomas el tiempo del artesano, que, para el autor, es difícil hacer una prosa fácil, potente y sugerente para el lector.
    Gracias Sebastián por compartir y abrir caminos para seguir adelante, aún con fundada «frustración»

  • Interesante, aunque no logro identificar el g´nero. me da la impresión de que tiene ciertos toques de novela negra.
    Bien

By Sebastián Iturralde
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Acerca del autor

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.