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Literatos

diciembre 4, 2002

La palabra española literatos corresponde a la palabra francesa gens de lettres como ésta corresponde a la palabra gramáticos, que usaban los griegos y los romanos. Los griegos y los romanos incluían en esta denominación no sólo a los que estaban versados en la gramática, que es la base de todo conocimientos, sino a los que conocían la geometría, la filosofía, la historia, la poesía y la elocuencia. No merece este calificativo el que teniendo escasos conocimientos, se dedica a un solo género; el que no habiendo leído más que novelas, sólo novelas escribe; el que sin conocer bien la literatura, por casualidad haya escrito una novela o un drama; el que desprovisto de ciencia, haya pronunciado algunos sermones, no debe ser incluido entre los literatos. Este título es más extenso en nuestros días que lo era la palabra gramático para los griegos y los latinos. Los griegos se contentaban con saber su lengua; los romanos no aprendían más que el griego; pero el literato en la actualidad necesita saber de tres o cuatro idiomas. El estudio de la historia es mucho más extenso que lo era para los antiguos, y el de la historia natural ha crecido a medida que han ido aumentado los pueblos. No se exige que el literato profundice todas estas materias, porque la ciencia universal no está al alcance del hombre; pero los verdaderos literatos poseen diferentes terrenos, aunque no puedan cultivarlos todos.

En el siglo XVI y casi hasta la mitad del siglo XVII, los literatos consumían mucho tiempo ocupándose de la crítica gramatical de los autores griegos y latinos; y debemos a su trabajo los diccionarios, las ediciones correctas, los comentarios de las obras magistrales de la antigüedad. Ahora esta crítica es menos necesaria y ha sucedido a ella el espíritu filosófico, que es el que parece que constituya el carácter de los literatos

La ventaja que lleva el siglo XVIII a los tiempos pasados, consiste en que hay bastante número de hombres instruidos que pueden pasar desde las pinchas de las matemáticas hasta las flores de la poesía, y son capazes de juzgar acertadamente, lo mismo un libro de metafísica que una obra de teatro. El espíritu de dicho siglo hace que la mayor parte de ellos sobre salga lo mismo en el trato social que escribiendo en su gabinete; y en esto son superiores a los literatos de los siglos precedentes.

Los literatos, ordinariamente son más independientes que los demás hombres; y los que nacieron pobres encuentran con facilidad, en las fundaciones que dejó Luis XIV, los medios para asegurar su independencia. No se escriben ya como antiguamente las epístolas dedicatorias que el interés y la bajeza ofrecian a la vanidad.

Hay muchos literatos que no son autores, y probablemente serán los más felices; porque están libres de los disgustos que la profesión ocasiona algunas veces, de las cuestiones y de las rencillas que la rivalidad promueve, de las animosidades de partido y de ser mal juzgados.

«Diccionario filosófico». Voltaire
Enciclopedias del tercer Milenio. Ediciones Temas de hoy, 1995. Madrid

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