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Máximas capitales

diciembre 4, 2002

1. El ser feliz e imperecedero (la divinidad) ni tiene las preocupaciones ni las procura a otro, de forma que no esta sujeto a movimientos de indignación ni de agradecimiento. Porque todo lo semejante se da solo en el débil.

2. La muerte nada es para nosotros. Porque lo que se ha disuelto es insensible, y lo insensible nada es para nosotros.

3. Límite de la grandeza de los placeres es la eliminación de todo dolor. Donde exista placer, por el tiempo que dure, no hay ni dolor ni pena ni la mezcla de ambos.

4. No se demora continuamente el dolor en la carne, sino que él más agudo perdura el mínimo tiempo, y el que sólo aventaja apenas lo placentero de la carne no persiste muchos días. Y las enfermedades muy duraderas ofrecen a la carne una mayor cantidad de placer que de dolor.

5. No es posible vivir con placer sin vivir sensata, honesta y justamente; ni vivir sensata, honesta y justamente sin vivir placenteramente.. Quien no tiene esto a mano, no puede vivir con placer.

6. Con el fin de tener seguridad ante la gente hay un bien en el poder y en la realeza como medios para procurarse esa seguridad.

7. Famosos e ilustres quisieron hacerse algunos, creyendo que así conseguirían rodearse de seguridad frente a la gente. De suerte que, si su vida es segura, consiguieron el bien de la naturaleza. Pero si no es segura, no poseen el objetivo al que se sintieron impulsados de acuerdo a lo propio de la naturaleza.

8. Ningún placer es por sí mismo un mal. Pero las causas de algunos placeres acarrean muchas más molestias que placeres.

9. Si pudiera densificarse cualquier placer, y lo hiciera tanto en su duración como por su referencia a todo el organismo o a las partes dominantes de nuestra naturaleza, entonces los placeres no podrían diferenciarse jamás unos de otros.

10. Si lo que motiva los placeres de los disolutos les liberara de los terrores de la mente respecto a los fenómenos celestes, la muerte y los sufrimientos, y les enseñara además él limite de los deseos, no tendríamos nada que reprocharles a ellos, saciados por doquier de placeres y carentes en todo tiempo de pesar y de dolor, de lo que es en definitiva el mal.

11. Si nada nos perturbara los recelos ante los fenómenos celestes y el temor de que la muerte sea algo para nosotros de algún modo, y el desconocer además los limites de los dolores y de los deseos, no tendríamos necesidad de la ciencia natural.

12. No era posible disolver el temor ante las más importantes cuestiones sin conocer a fondo cual es la naturaleza del todo, recelando con temor algo de lo que cuentan los mitos. De modo que sin la investigación de la naturaleza no era posible obtener placeres sin tacha.

13. Ninguna sería la ganancia de procurarse la seguridad entre los hombres si uno se angustia por las cosas de más arriba y por las de debajo de la tierra y, en una palabra, las del infinito.

14. Cuando ya se ha conseguido hasta cierto punto la seguridad frente a la gente mediante una sólida posición y abundancia de recursos, aparece la más nítida y pura, la seguridad que procede de la tranquilidad y del apartamiento de la muchedumbre.

15. La riqueza acorde con la naturaleza está delimitada y es fácil de conseguir. Pero la de las vanas opiniones se desparrama hasta el infinito.

16. Breves asaltos dan al sabio la fortuna. Pues las cosas más grandes e importantes se las ha administrado su razonamiento y se los administra y administrará en todo el tiempo de su vida.

17. El justo es él más imperturbable, y el injusto rebosa de la mayor perturbación.

18. No se acrece el placer en la carne una vez que se ha extirpado el dolor por alguna carencia, sino que tan sólo se colorea. En cuanto al límite dispuesto por la mente al placer lo engendra la reflexión sobre estas mismas cosas y las afines a ellas, que habían procurado a la mente los mayores temores.

19. El tiempo infinito y el limitado contiene igual placer si uno mide los límites de este mediante la reflexión.

20. La carne concibe los límites del placer como infinitos y un tiempo infinito requeriría para ofrecérselos.
Pero la mente, que ha comprendido la conclusión racional sobre la finalidad y límite de la carne y que ha desvanecido los temores a la eternidad nos procura una vida perfecta. Y ya para nada tenemos necesidad de un tiempo infinito. Pero tampoco rehuye el placer ni, cuando los hechos nuestra partida del vivir, se da la vuelta como se le hubiera faltado algo para la existencia mejor.

21. Quien es consciente de los límites de la vida sabe cuan fácil de conseguir es lo que elimina el dolor por una carencia y lo que hace lograda una vida entera. De modo que para nada reclama cosas que traen consigo luchas competitivas.

22. Es preciso confirmar reflexivamente el fin propuesto y toda la evidencia a la que referimos nuestras opiniones. De lo contrario todo se nos presentará lleno de incertidumbre y confusión.

23. Si te opones a todas las sensaciones no tendrás siquiera un punto de referencia para juzgar las que dices ser falsas.

24. Si vas a rechazar en bloque cualquier sensación y no vas a distinguir lo opinado y añadido y lo ya presente en la sensación y en los sentimientos y cualquier proyección imaginativa del entendimiento, confundirás incluso las demás sensaciones con tu vana opinión hasta el punto de derribar cualquier criterio de juicio. Por el contrario, si vas a afirmar como seguro también todo lo añadido en las representaciones imaginativas y lo que no ha recibido confirmación, no evitaras el error. Porque estarás guardando una total ambigüedad en cualquier deliberación sobre lo correcto y lo no correcto.

25. Si no refieres en todo momento cada uno de tus actos al fin de la naturaleza, sino que te desvías hacia algún otro, sea para perseguirlo o evitarlo, no serán tus acciones consecuentes con tus razonamientos.

26. De los deseos cuantos no concluyen en dolor si no se colman no son necesarios, sino que tienen un impulso fácil de eludir cuando parecen ser de difícil consecución o de efectos perniciosos.

27. De los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de la vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad.

28. El mismo buen juicio que nos ha hecho tener confianza en que no existe nada terrible eterno o muy duradero, nos hace ver que en los mismos términos limitados de la vida la seguridad consigue su perfección sobre todo de la amistad.

29. De los deseos los unos son naturales y necesarios; los otros naturales y no necesarios; y otros no son ni naturales ni necesarios, sino que se originan en la vana opinión.

30. A algunos de los deseos naturales que no acarrean dolor si no se colman les acompaña una intensa pasión. Esos nacen de la opinión y no es por su propia naturaleza por lo que no se diluyen, sino por la vanidad de la persona humana.

31. Lo justo según la naturaleza es un acuerdo de lo conveniente para no hacerse daño unos a otros ni sufrirlo.

32. Respecto a todos aquellos animales que no pudieron concluir sobre el no hacerse ni sufrir daño mutuamente, para ellos nada hay justo o injusto. Y de igual modo también respecto a todos aquellos pueblos que no pudieron o no quisieron concluir tales pactos sobre el no hacer ni sufrir daño.

33. La justicia no era desde un comienzo algo por si mismo, sino un cierto pacto sobre el no hacer ni sufrir daño surgido en las relaciones de unos y otros en lugares y ocasiones y determinado

34. La injusticia no es en si misma un mal, sino por el temor ante la sospecha de que no pasará inadvertida a los establecidos como castigadores de tales actos.

35. No le es posible a quien furtivamente viola alguno de los acuerdos mutuos sobre el no dañar ni ser dañado, confiar en que pasara inadvertido, aunque así haya sucedido diez mil veces hasta el presente. Es desde luego incierto si será así hasta su muerte.

36. Según la noción común el derecho es lo mismo para todos, es decir, lo que es provechoso al trato comunitario. Pero el particular de un país y de momentos concretos no por todos se acuerda que sea el mismo.

37. De las leyes establecidas tan sólo la que se confirma como conveniente para los usos del trato comunitario posee el carácter de lo justo, tanto si resulta ser la misma para todos como sino. Si se establece una ley, pero no funciona según lo provechoso al trato comunitario, esta no posee ya la naturaleza de lo justo. Y si lo conveniente según el derecho cambia, pero durante algún tiempo está acorde con nuestra prenoción de lo justo, no por ese cambio es durante ese mismo tiempo menos justo para quienes no se confunden a sí mismos con palabras vanas, sino que atienden sencillamente a los hechos reales.

38. Cuando, sin aparecer variaciones en las circunstancias, resulta manifiesto que las cosas sancionadas como justas por las leyes no se adecúan ya en los hechos mismos a nuestra prenoción de lo justo, esas no son justas. Cuando, al variar las circunstancias, ya no son convenientes las mismas cosas sancionadas como justas, se ve que eran justas entonces, cuando resultaban convenientes al trato comunitario de los conciudadanos, y luego ya no eran justas, cuando dejaron de ser convenientes.

39. Quien se dispone de la mejor manera para no sentir recelos de las cosas externas, ese procurafamiliarizarse con todo lo que le es posible, y que las cosas que no se prestan a ello no le resulten hostilmente extrañas. Respecto de aquello en que ni siquiera eso le es posible evita tratarlo y delimita las cosas en que le es provechoso obrar así.

40. Quienes han tenido la capacidad de lograr la máxima seguridad en sus prójimos, consiguen vivir así en comunidad del modo más placentero, teniendo la más firme confianza, y, aun logrando la mas colmada familiaridad, no solloza la marcha premura del que ha muerto como algo digno de lamentación.

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