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Epicuro

341 A.C.

Epicuro nació en la isla de Samos, en el año 341 a. de C. Hijo de Neocles, uno de los colonos establecido en aquella isla, a los 18 años se trasladó a Atenas como efebo, para cumplir su servicio militar. Alli permaneció corto tiempo y posiblemente tomó contacto con los filósofos de la época. Su estancia en Atenas en el 323 a.c. coincidió con la muerte de Alejandro Magno, un suceso que convulsionó por entero el mundo griego y que con seguridad, afectó profundamente al filósofo, y la de Aristóteles, el último filósofo importante ateniense. Al salir de Atenas, vuelve con su familia esta vez a la costa jonia, a Colofón, de la que se dice que fue patria de Homero. En ella vivirá hasta el 311. Desde allí se traslada a Mitilene, en la isla de Lesbos, famosa por su prestigio cultural. Puede que alli, abriera su primera escuela de filosofía. Posteriormente se dirigió a Lamsaco, donde filosofó hasta el año 306. Todas estas ciudades del Asia Menor, tenían una gran apertura intelectual y una enorme libertad cultural, capaz de recibir cualquier novedad.

Con treinta y cinco se traslada de manera definitiva a Atenas, en el 306, donde vivirá otros treinta y cinco años más. En el distrito de Melite, cerca de la puerta de Dypilon, en las cercanías de la Academia, adquirió una casa y un Kepos(jardin), donde fundó su escuela, un lugar para el retiro y la meditación, un lugar para buscar la felicidad serena y cotidiana, mediante la convivencia basada en ciertas normas y la reflexión basada en ciertos principios. Esta escuela llamada El jardin, por lo que sus discípulos fueron llamados tambien filósofos del jardin, fue famosa no solamente por las enseñanzas qu en ella impartía Epicuro, sino también por el cultivo de la amistad, «la amistad epicúrea», en la que participaba tanto hombres como mujeres. En ella se practicaba una filosofía de corte materialista, fundamentada en la física atómica y con una concepción hedonista de la vida en la que el placer sencillo, la búsqueda de la frugalidad, y las pasiones moderadas eran los pilares de su moral. Consecuente con su máxima favorita «vive oculto y desconocido», se abstuvo de tomar parte en actividades políticas, aunque fue un buen ciudadano, amigo sincero y hombre virtuoso y moderado. Alli en El jardin, vivió el resto de sus días como un sabio feliz.

Epicuro se consideró un filósofo autodidacta. Ya desde muy joven, manifiestó una notable curiosidad intelectual. Algunas anécdotas dicen de él, que tenía un considerable sentido crítico hacia sus maestros, cuestionando el fundamento de determinadas doctrinas que se impartían basadas en una lectura superficial de Homero y Hesíodo. Epicuro buscaba «la verdad de las cosas reales», intentando en todo momento, ir al fondo de las cuestiones, sin contentarse con la retórica y la cultura tradicional.

Epicuro escribió más de trescientos libros entre los que destaca los treinta y siete que componen el «Acerca dela naturaleza», obra de la que sólo tenemos noticia por las citas que de ella se hacen. Hoy, de toda esa voluminosa obra que pone en evidencia que fue un escritor prolífico, sólo conocemos algunas cartas y un conjunto de máximas. En su «Carta a Heródoto», conservada gracias a Diógenes Laercio, explica de una manera concisa y en forma de epístola, toda su teoría física. En la «Carta a Pítocles» describe algunas de sus concepciones en materia de astronomía, meteorología y fenómenos celestes. La«Carta a Meneceo» y las «Máximas capitales» son los dos textos en los que Epicuro nos lega toda su concepción ética.