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Víctima del miedo

diciembre 4, 2002

Juan estaba sentado en el sofá de su apartamento fumándose un cigarrillo, sin hacer nada mas, solo fumar y mirar la tele apagada mientras pensaba en sus cosas. Ese momento del día era esencial para Juan, se tumbaba allí agotado por el trabajo y encendía un cigarro. El día que le faltaba su momento, sea cual fuese el motivo, se lo pasaba intranquilo e irritado, se podría decir que mayor era la adicción a su momento de sofá con el cigarro, que al propio tabaco.

El cigarro estaba a medio fumar pero cuando se lo llevo a la boca para darle otra calada noto que estaba apagado.

¿Cómo era posible, que estaba interrumpiendo su descanso?

Lo miro un poco alterado, su alteración se convirtió en asombro al ver la punta del cigarro empapada en sangre, su asombro se convirtió en temor al bajar la vista y ver un charco del mismo líquido en el suelo. Rápidamente se examino, estaba ileso, la sangre por lo menos parecía no ser suya, entonces,¿De quien era?

¿Quién podía haber emanado toda esa sangre junto al Juan sin que el se percatase y por último haber apagado su cigarro con ella sin dejar ni rastro?

Todas las respuestas se disiparon con la caída de una gota que cayó hacia el charco de sangre en ese momento. Entonces miró hacía arriba, y como se imaginó la sangre caía del techo, concretamente de la lámpara, lo que significaba que algo le había pasado al del piso de arriba. Nuevas preguntas asaltaron la cabeza de Juan, como reacción a sus nuevos sentimientos de intriga, nerviosismo y miedo; ¿Qué le había pasado al vecino?

¿Era su sangre? ¿Cómo se lo había hecho? Y la más importante de todas para él en ese momento ¿ Se lo había hecho alguien?

Si esteúultimo caso era afirmativo la vida de Juan podía correr peligro. El miedo a lo que pudiera pasar le impidió subir a socorrer a su vecino aunque esto significaran dejarle morir. Se levantó rápidamente a, del cuarto del sofá y recorrió medio pasillo hasta la entrada para cerrar el cerrojo pero una vez allí al ver la puerta se le heló el corazón, se quedó como congelado, todos los pelos de su piel vencidos por el miedo más que por la gravedad se irguieron, sus latidos, más profundos y rápidos que nunca se podían escuchar desde el piso de abajo, y es que, casualidades del destino, la puerta no había cerrado correctamente y se encontraba entreabierta por el viento.

Cuando pudo reaccionar salió corriendo hacia el cuarto del sofá y cerró la puerta tan rápido como pudo.

Se quedó en el cuarto tras la puerta de pie en silencio, esperando, en un estado de estatismo tal que podría ser envidiado por el más quieto de los mimos. Lo único que golpeaba el silencio eran los latidos de su delatante corazón. Respiraba por la boca, jadeante.

Después de un rato de espera total, se relajó un poco; abrió la puerta y asomó la cabeza tímidamente, todo parecía estar en calma. Salió poco a poco y fue caminando lentamente, mirando hacia todo los lados con movimientos cortos lentos y pausados, como queriendo camuflarse entre la oscuras paredes de su pasillo. Se dirigía hacia su cuarto que quedaba en la punta del pasillo justo en el otro extremo
de el asa respecto a la puerta, guardaba allí, una escopeta, porque Juan entre otras cosas era muy aficionado a la caza. La cargó y se guardó la caja de cartuchos en el bolsillo.

Como ya he dicho su cuarto estaba en la parte de la casa más lejana de la puerta de entrada, justo en la otra punta de la casa tras el pasillo y pegado a la puerta estaba la cocina y el salón, por lo que Juan, escopeta en mano, se dirigió hacia ellos. Nadie había en la cocina, tras ella reviso el salón, aparentemente no había nadie, pero de pronto hoyó un ruido a lo que respondió con un disparo incontrolado que agujereo el techo, el disparo impacto en alguien del piso del vecino por que casi a la par de él se escucho un grito enorme, quizás con suerte le podía haber dado al asesino, o quizás a alguien que también vió la sangre y se acercó a ver, lo que sabia con certeza es que había escuchado un ruido y que el asesino podía estar ahí mismo, tras las cortinas, escondido detrás del sofá, o justo detrás de él. No paraba de dar vueltas, como si de una brújula descontrolada se tratase apuntando hacia todos los sitios, la respiración de ansiedad volvió
pero Juan estaba ridículamente solo.

Juan empezó a pensar que quedaría como el cobarde que dejó morir a su vecino cuando llegase la policía a interrogarle, eso no podía pasar tenia que subir, punto. Se reafirmó en sus pensamiento cuando cayó sangre del techo del salón, concretamente por el agujero del disparo, esta gotera era aun más abundante que la anterior, esto fue seguido de un profundo alarido y esto fue seguido de un profundo alarido de expiración, ya no había duda, alguien estaba haciéndole algo a su vecino arriba, el miedo desapareció y se transformó en rabia, esta acrecentada por la interrupción de su descanso.

Lo pensó mucho antes de salir de casa pero definitivamente decidió que estaba mejor fuera que encerrado dentro de su casa, sin saber siquiera lo que podía haber dentro, llamó a la policía y le contó todo, después salió.

Subió las dos escaleras de ocho escalones cada una que le separaba de la siguiente planta, la puerta estaba cerrada, ante este nuevo problema tomo una actitud pasiva, la examinó, parecía fácil de abrir de un golpe, así que tomó impulso y se abalanzó sobre ella partiendo la cerradura.

Una vez dentro, siempre con la escopeta en la mano se dirigió hacía el primer cuarto de donde cayó sangre, la casa parecía estar desabitada, al llegar al cuarto, todos los pensamientos macabros que Juan visualizaban en su mente se borraron dando luz a la realidad, el que emanaba sangre, ya estaba muerto, le habían degollado de un hachazo limpio, y toda la sangre cayó de su cuello. Al ver esto Juan se tranquilizo un poco pero al instante palideció, ya no había miedo de ningún asesino, todo tenia sentido ahora, porque era navidad dentro de dos o tres días, tras esta lamentable visión se dirigió con la cara blanca a punto de desmayarse al salón de su vecino con la esperanza de no encontrarla lo que era imposible que no encontrara ya.

Con la escopeta en la mano derecha con el cañón para abajo caminaba angustiosamente como si en el salón de su vecino se encontrara el propio diablo, al llegar vió el cadáver se su vecino desplomado en el suelo, él le había dado un tiro víctima del miedo.

Bajó ahora lentamente, con la cara blanca, hacia su casa, ya no había miedo en el ambiente.

Cuando llegó la policía, examinó todo el edificio, tras varias horas de cauteloso reconocimiento pusieron a Juan, que se encontraba desaparecido en busca y captura.

En las anotaciones que hizo el comisario en su libreta al llegar se podía leer: La llegada al edificio se produjo a las 16:20, la puerta parecía forzada, en el salón de la vivienda se encontraba el cadáver, del propietario de ella que ha sido asesinado a las 15:40, murió de un tiro. El tiro, procedía del piso de abajo, efectuado por una escopeta de caza, la escopeta procede del sujeto llamado Juan Martínez Pérez, que también es propietario del piso de abajo desde donde fue efectuado el disparo, así también ahí que decir que las huellas de este sujeto están por todo el piso de la víctima en la escopeta y en la propia munición. El móvil puede ser los continuos roces entre estos dos vecinos, este caso esta ya casi cerrado.

En la sala de estar de la vivienda encontramos un pavo desplumado y degollado que seguramente estaba la víctima estaba preparando para Navidad, la sangre de este goteo hacia el piso de abajo quizás esta fuera la gota que colmo el vaso y provoco el asesinato.

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