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Convirtiéndose en hombre

octubre 4, 2017

Recuerdo con claridad el día que todo cambió, fue hace tantos años, desde entonces la vida tomó un nuevo curso, aprendí a sobrevivir y amarme más de lo que jamás pensé alcanzar. Ese día mi tribu decidió que ya era un hombre, debía pasar la prueba más fuerte, sobrevivir pese a cualquier percance, regresar victorioso a un nuevo mundo, dejar de ser un niño.

No sabía lo que me esperaba, era el primero en la aldea en pasar por la prueba, cuando supe lo que estaba sucediendo fue demasiado tarde, nada me preparó para evolucionar. Ahora trato de imaginar lo difícil que fue para los demás, mi tribu es pequeña, atreverse a dar el paso y transformar a uno de los suyos en hombre, fue una prueba para todos.

Ellos debían preparar las condiciones del evento, inventar alguna excusa, lograr que por mi cuenta empiece la prueba, hacer que el dolor sea tan grande y prolongado, debía entender que nada es un castigo. Todo cambió, los miembros de la tribu no querían ver sufrir a uno de los suyos, dejarlo que se levante por su cuenta, nunca más volver a tratarlo como un niño.

Nunca imaginé que llegaría día, era un niño feliz, tenía más de lo que esperaba, conseguía con facilidad lo que deseaba, todo llegó sin dificultad. Mi madre, la mujer más hermosa que pudo existir, siempre pendiente de que todo salga bien, ella sabía que color me gustaba, hacía que cada día sea como un paseo por el parque.

Me levanté muy temprano, estaba feliz porque hoy sería diferente, daríamos un paseo, tenían una sorpresa para mí. . Al abrir la puerta de mi cuarto la ví, mi mamá no se veía feliz, trate de animarla, mis abrazos siempre funcionaban.

Me llevó a la ducha, ella sabía cómo me gustaba el agua, me bañé con prisa, no quería perderme la sorpresa. Al salir encontré mi ropa al final de la cama, las sábanas estaban tendidas, mi cuarto se sentía limpio.

Me vestí solo, todavía tenía algo de dificultad para amarrar los cordones, bajé a buscarla, la mesa estaba servida, frutas, pan, huevos y cereal eran mis opciones. —Quiero tostadas francesas —dije. Ella no lo pensó por un instante, fue a buscar los ingredientes y empezó a preparar, la luz del sol hizo brillar la cocina, mi mamá se veía tan hermosa.

Comí con prisa, estaba intrigado, ella sacó las maletas, nos íbamos de viaje, subí al carro, ella todavía no me dejaba usar el asiento de adelante. Me senté atrás, el viaje fue más largo de lo que esperaba, dormí la mayor parte del tiempo, cuando desperté ya habíamos llegado.

Mi mamá me presentó a las personas que vivían en la casa, parecían buenas, sus hijos eran más pequeños que mis hermanos, el día pasó volando, la sorpresa no parecía lo que esperaba. —Te vas a quedar con estas lindas personas, nos vemos en un año —dijo mi mamá. Sus palabras parecían la escena de una película de terror, sentí miedo, debía ser mentira, la abrace de la pierna. —No me dejes mamá —dije.

El carro de mamá dejó una nube de polvo al marcharse, me quedé atrás, sin forma de alcanzarla, el dolor no me dejó pensar, quién se encargará de mí si ella no está. Giré para míralos, limpie mis lágrimas, ellos seguían siendo extraños, personas que hasta el día de hoy no conocía, el único en quien podía confiar estaba usando mis zapatos.

Encontré una cama, el cuarto lo compartía con uno de ellos, sentí ser capaz de ver a través de sus sonrisas, cerré los ojos de un niño asustadizo, debía descansar, mañana despertará un hombre.

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

13 Comments

  1. Qué tal camarada. Está chido tu cuento. Como ya te dejaron suficientes comentarios que te elogian pero no te aportan nada más que ego, te voy a dar una opinión. En un ritual de paso el héroe abandona algo conocido y familiar, que te salió muy bien con la imagen de la madre. Pero es igual de importante el contraste que ofrece » el mundo al otro lado de la prueba». Y ahí es donde siento que no das suficiente contraste o énfasis: no sólo desde la perspectiva del protagonista, sino también del lector. Sea como sea, gracias por haber visitado mi blog y ya te hiciste de un nuevo lector. Abur!

  2. Me hubiera gustado un ejemplo claro de la relación que tenía con su madre. Al principio sí pensé que se trataba de un niño en una tribu y hacerse hombre era algo como la circuncisión o algún cambio físico. A la falta de su madre se acostubrará rápido.

  3. Hola Sebastian, gracias por compartirlo. Sinceramente me encantó. Me movió muchas cosas internas, recuerdos de dejar atrás situaciones que uno creía eternas y darnos cuenta de lo importante que es haberlo disfrutado. Me encantó leerte. Un abrazo grande desde Misione, Argentina.

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