Relato Corto Blog de Ficción

Acecho

A

El hombre salió temprano a terminar su trabajo en la cerca, él estaba acostumbrado al trabajo físico, el sol de la mañana iluminaba las verdes praderas, era un día maravilloso para estar en el campo, los únicos ruidos que podía escuchar eran el trinar de las aves. Nadie esperaba que el día termine tan temprano, no podían explicar la extraña nube que bloqueó la luz del sol, la cerca estaba casi lista, el musculoso hombre debía terminar su trabajo antes de regresar a casa.

Sentí frío pasar por mi cuerpo, una sensación extraña, como si el viento correría dentro de mí, debía terminar antes de que empiece la tormenta, el cielo se oscureció demasiado rápido. Uno de los postes de madera estaba listo, hacían falta veinte metros de trabajo, la sensación de golpear el poste era única, recogí la comba, el mango se ajustaba a mis grandes manos, dejé reposar el palo de madera junto a mi pierna, su gran cabeza metálica en el piso, levanté la herramienta con las dos manos, la dejé caer con fuerza sobre el grueso poste, se hundió un poco, repetí la acción, disfrutaba usar mis músculos.

El cielo continuó oscureciendo, las nubes eran algo que jamás había visto, de color negro con líneas rojas, me debía apresurar con el siguiente poste, lo coloqué en el siguiente hueco y empecé a golpear. El paisaje se tornó oscuro, sentí estar en una noche de luna llena, no puse atención al rojo sangre que pintaba las llanuras.

La primera bola de fuego cayó lejos, sostuve la comba con fuerza, sentí la onda de sonido golpear mi cuerpo, el segundo cayó poco después, perdí la cuenta de los siguientes, el horizonte se llenó de líneas rojas que explotan al estrellar. Giré para salir del lugar, debía huir, por alguna razón el palo del la comba seguía en mi mano, una bola de fuego cayó a poca distancia, la explosión me empujó hacia atrás, caí.

Sentí un sonido ensordecedor en mis oídos, no me pude levantar, miré a la bola de fuego, debía estar a unos cincuenta metros, el color de su llama era extraño, negro y rojo. La roca parecía circular, un meteorito o algo por el estilo, los noticieros no mencionaron el evento, el sonido en mi cabeza fue disminuyendo, me levanté para observar.

La bola de fuego empezó a moverse, era algo que jamás había visto, no podía distinguir su cuerpo, ni brazos o piernas, se movía como una serpiente, pero su cuerpo era circular. Se deslizó hacia la derecha, no parecía notar mi presencia, dejó una marca de fuego a su paso, se dirigió a mi camioneta.

El ser entró en contacto con el vehículo, lo vi pasar sobre la camioneta o comérsela, no estaba seguro de lo que sucedía, partes de metal empezaron a brotar en la superficie de esa cosa, uno de los neumáticos salió volando, como si la parte superior del ser lo hubiese arrojado, lo vi volar por unos segundos antes de notar que venía hacia mí. Me moví para esquivar el neumático, cayó con fuerza, se reventó al chocar contra el piso, miré de un lado al otro, levanté la comba del piso, empecé a correr, no podía esperar, ver lo que el ser lanzaría, estaba vivo, me atacó, eso era lo único importante.

Debía encontrar un escondite, algo hasta saber lo que sucedía, corrí en la oscuridad, las llamas encendidas, negro y rojo, las podía ver a la distancia, algo me decía que el ser me estaba siguiendo. Pasé junto a dos árboles, el pequeño bosque era oscuro y tenebroso, sin luz todo parecía diferente, el rojo del cielo se podía ver a través de las ramas, corrí sin mirar atrás.

Escuché el caer de un árbol, giré para observar, esa cosa quemaba los troncos, entró en el bosque, me estaba siguiendo, debía huir, no había otra alternativa. Corrí como nunca había corrido, mi corazón estaba por estallar, sentía una fuerza empujando mis pasos, el final del bosque estaba cerca.

Otro de los seres quemaba árboles, su movimiento parecía el de un líquido, no podía entender lo que estaba viendo, sentí una explosión a mi derecha, con las manos protegí mi rostro, caí sin saber que me había golpeado. La visión era casi nula, solo podía ver ramas en el piso, a la distancia la llama, negro y roja, la comba a unos pasos de distancia, los seres acercándose.

Tomé el arma, me levanté dispuesto a luchar, sabía que era inútil intentarlo, no moriré sin pelear, el ser que me seguía estaba cada vez más cerca, árboles caían a su paso, los restos de mi camioneta lo adornaban. Levanté la comba con mis dos manos, dispuesto a morir peleando, el ser seguía acercándose, necesitaba hacerme lo mismo que hizo con la camioneta.

Una luz brilló, solo pude ver un destello, como si hubiese sido atrapado entre algo desconocido, por un instante dejé de sentir, supe que esto había sido todo, dejé caer mis brazos. No parecía que me encontraba en algún lugar, está cubierto por luz, no había nada más allá, un profundo y sin fin destello.

La luz se desvaneció, el ser retrocedía, ya no se veía como antes, su estructura parecía diferente, como si tendría un agujero, una bola de luz pasó sobre mi hombro. Bajé mi cuerpo para no ser golpeado, giré para ver de dónde provenían, —no dejes que te tope —dijo una mujer de vestido rojo, bolas de fuego giraban a su alrededor, ella las lanzaba contra los seres acechando.

—No te quedes ahí, ayúdame —dijo la mujer, estaba loca, cómo podía ayudar, después de lo que hizo con mi camioneta, después, noté a mi mano derecha brillar, gran cabeza de metal de la comba brillaba, lo levanté. Sentí una fuerza que jamás había experimentado, no sé cuál fue mi motivación, empecé a correr contra el ser que me acechaba, la comba levantada con mis dos manos.

«No dejes que te toqué», las palabras sonaron en mi cabeza, de cerca noté que el ser era pequeño, lo rodeaba esa luz, negra y roja, trozos de metal volaron contra mí, los desvíe con facilidad, de la comba parecía brotar energía, no necesité tocarlos, solo debía mover el brazo para desviar los trozos de metal.

El ser delgado, cubierto por una bata negra, movió sus brazos lanzó, una bola de fuego, negro y rojo, la golpeé con el arma, la fuerza del impacto me obligó a parar, lo vi a los ojos, eran negros y profundos. Levanté el arma, dispuesto a atacar, lo estrelle contra el círculo de fuego a su alrededor, la explosión me hizo retroceder, el ser quedó desprotegido.

Se lanzó contra mí, «no dejes que te toqué», con todas mis fuerzas llevé el arma contra el ser, sentí a sus huesos romper con el golpe, cayó a unos pasos, me acerqué para observar, fuego brotaba del ser. Giré para buscar a la mujer de rojo, no estaba, busqué a otro de los seres, debía destruirlos a todos.

About the author

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

8 comments

Relato Corto Blog de Ficción

Acerca del autor

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.