Relato Corto Blog de Ficción

Capítulo 1

C

Llegué a eso de las nueve, el lugar era intrascendente, los hombres de la academia prometieron que este sería el siguiente paso en mi carrera, lo que ellos no sabían es que la vida me llevó por este camino, ya quisiera poder seguir mi sueño. El lugar era frío, con poca luz, una construcción antigua que no tomó en cuenta al tiempo, hombres uniformados caminaban de un lugar a otro, el aroma del piso de madera, los viejos escritorios regados por el cuarto, me sentí en casa, el alto techo de la jefatura hacía que el lugar parezca una antigua iglesia.

—Busco al Capitán Ramírez —dije, la mujer sentada en el primer escritorio no pareció escuchar, ella estaba ocupada, me pregunto si hay mucho trabajo para una secretaria en la jefatura. Ella levantó la mano, señaló la pared al fondo de la habitación, —por allá muchacho —dijo en un tono desinteresado, quizá no sabe quién soy, no es posible que todo el tiempo en la academia sea un recuerdo sin importancia.

Caminé tratando de dejar atrás las ideas, hombres uniformados y personas esposadas pasaron cerca, una sensación de urgencia despertó el deseo de salir a trabajar en mi primer caso, todos los años de estudios no te enseñan lo que aprenderás en el primer día de trabajo, al menos eso pensaba. Llegué a la oficina del Capitán Ramírez, la puerta estaba abierta así que pasé sin golpear, —Capitán —pregunté al ver al hombre tras su escritorio, Ramírez se veía algo pasado de peso, —sí muchacho, qué necesitas —respondió sin levantar la mirada de los documentos en su escritorio, —soy Enric Benet, aquí están mis documentos de la academia —dije, sin pensar extendí mi brazo para que los documentos estén al alcance de Ramírez.

Parecía que esta era la primera vez que Ramírez veía mi expediente, no existía otra razón para que lo esté analizando tan detalladamente, —subteniente Benet, no crea usted que tendrá un trato especial, aquí serás uno más de la tropa —dijo Ramírez. Sentí a mi cuerpo querer dar un paso hacia atrás cuando Ramírez se levantó de su escritorio, —sí Capitán —fue lo primero que pude responder, el Capitán me observó detenidamente por un instante, —Benet sal y trata de ser útil —dijo y levantó su brazo.

No pude esperar un segundo antes de salir del despacho del Capitán, una parte de mí quería salir de la jefatura y no volver, qué hago ahora que la persona que debía ser mi guía me sugirió ser útil, —Ortega, ayuda a Benet a buscar un escritorio —gritó el Capitán, un hombre levantó la mirada al escuchar la orden, decidí caminar en su dirección, Ortega parecía estar terminado de arreglar su escritorio, —bienvenido Subteniente —dijo, levantó una mano a la altura de su frente, no supe qué pensar al ver su rostro, algo dentro de mí decía que ese saludo era sospechoso. Se levantó, caminó pocos pasos, colocó su mano sobre el segundo escritorio más cercano al despacho del Capitán, —empezarás desde aquí muchacho, pero no esperó que llegues muy lejos —dijo Ortega y regresó a su escritorio.

Al llegar al escritorio encontré una carpeta con mi nombre, la abrí para encontrar un folleto de instrucciones, una nota «Las llaves están en el cajón», abrí el primer cajón, ahí estaba lo que tanto esperaba, finalmente las llaves de mi patrulla. Tomé las llaves, giré con prisa, debía verla, —volveré en un instante —dije esperando que el Capitán escuché mi voz y me alejé de todo.

En el exterior de la jefatura de policía se encontraban estacionadas algunas patrullas, tomé las llaves, debía presionar uno de los botones para activar el sistema de desbloqueo, un sonido llamó mi atención, giré el rostro, ahí estaba, sus luces iluminadas. Me acerqué lentamente para admirar el brillo de la pintura, se veía imponente, la anticipación de ver su interior me llevaba a ella en un estado de hipnosis, al abrir la puerta fui envuelto por el aroma de auto nuevo, el cuero del asiento parecía no haber sido usado, entré rápido para sentir al cuero en mi espalda.

—Bienvenido —sonó en una voz mecánica desde el interior del vehículo —teniente Enric Benet— las palabras parecían estar divididas por sílabas en un sonido mecánico, tomé las llaves, encendí el sistema como me enseñaron en la academia, la voz metálica del sistema había perdido importancia después de años de estudios. Un monitor se encendió a mi costado, extendí mi brazo derecho para tener acceso a panel de control, alcancé el botón de disponibilidad, el monitor cambió sus imágenes para mostrar dos rectángulos, estos eran los casos disponibles, sin leer las instrucciones escogí el primero, las imágenes del monitor volvieron a cambiar, esta vez se apareció un texto con los detalles de la misión y algunas imágenes.

Acepté la misión, luego de presionar el botón rojo el monitor cambió de imagen, un mapa por el que debía viajar, alcancé la palanca de cambios, puse a la patrulla en reversa, el movimiento modificó la posición de mi marca en el mapa, salí en búsqueda de mi primer caso. Con la patrulla en curso alcancé el panel de control, al soltar mis manos del volante se activó el piloto automático, «sospechoso armado y peligroso, se encuentra rodeado, posibles rehenes» era el título en el monitor, revisé las imágenes para tener una mejor idea, al parecer no había suficiente información, una foto del sospechoso era toda la ayuda que el sistema disponía.

A pocos metros de mi destino, tomé el volante, el piloto automático se desactivó, pude ver otras patrullas estacionadas, me detuve antes de llegar, no quería ser uno más de los hombres negociando, decidí actuar y bajé de la patrulla. Finalmente llegó lo que estaba esperando, saqué el estuche del bolsillo de mi chaqueta, aquí estaba el más preciado regalo de graduación, las gafas parecían brillar con la luz del sol, las coloqué en mi rostro, —activa los sistemas visuales disponibles —dije en voz baja para que el sonido sea escuchado solo por el micrófono de las gafas.

Mientras se cargaba el sistema alcancé con mi mano derecha uno de mis pistolas de riel, me encanta lo silenciosa que son gracias a su explosión electrónica, deslice mi dedo sobre el arma para verificar que el nivel letal no esté activado, siempre fue fascinante ver a una de las municiones extensibles golpear al objetivo, imagino que así se debe sentir recibir el golpe de un robot. El sistema cargó, empecé a buscar un camino a la puerta trasera de la casa, el mundo se transformó gracias a la proyección, las gafas estaban ajustadas a la perfección, la unión de imágenes reales con las proyecciones creaban la ilusión de entrar en un juego, al mirar hacia la derecha la pared de la casa a mi costado desapareció, las gafas proyectaban el plano en tres dimensiones del interior, manchas rojas representan la posición de personas dentro de la casa, un sistema aéreo leía las lecturas infrarrojas de la zona.

Luego de años de experiencia empecé a distinguir con facilidad las manchas rojas, no se lo conté a nadie, está fue una de las razones para recibir honores en mi graduación. Seguí caminando hasta llegar a la puerta trasera de la casa, aquí se escondía el sospechoso, la puerta estaba abierta así que entré, encendí la pistola de riel, solo tomaría un par de segundos en activarse, era mejor tenerlas apagadas para evitar sobrecalentamiento.

Las siluetas rojas no tenían forma ya que eran representaciones de las lecturas térmicas tomadas desde arriba, dentro de la casa se veían manchas que representan la posición de las lecturas térmicas, desde que las vi supe que el sospechoso estaba con uno de los rehenes, al parecer la visita de las patrullas lo hizo perder paciencia. Pasé por la cocina con el arma apuntando a la mancha roja, la proyección en las gafas mostraba una línea por la que viajaría la munición, era imposible fallar.

Abrí la puerta, como imaginé el sospechoso sostenía a un rehén, estaba demasiado concentrado en el exterior de la casa para notar mi presencia. La línea roja que se mostraba el trayecto de la munición marcó al sospechoso, tiré del gatillo, la exposición casi imperceptible envío con fuerza al proyectil fuera del barril, al salir la munición cambió su forma para convertirse en una esfera de metal del tamaño de un puño, el sospechoso recibió el golpe, cayó al piso, me acerqué y le coloqué las esposas.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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By Sebastián Iturralde
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