Relato Corto Blog de Ficción

El Sabor de la Felicidad

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Con el cambio de estación Penny tuvo que adaptar su ciclo, pero los hombres de Bingalu todavía no sabían lo que había sucedido, ellos seguían disfrutando de sus fiestas; aprovechando cada oportunidad para encontrarse con el tesoro más preciado. Ella no era como las demás mujeres; al ser una visitante de otra especie. Al igual que las flores fingen ser insectos para robarles el néctar de vida a los machos; ella aprendió a ser humana.

Penny disfrutaba lo conveniente que el mundo se tornó para que ella pueda consumir a sus presas. Claro que, en realidad, el daño que ella causaba en sus víctimas era mínimo, ya que prefería dormir cada noche en una casa diferente.

Hoy era otro día de su insaciable vida, de su eterna juventud. Ella encontraba fácil conquistar a cualquier humano en su camino, por lo cual empezó a desarrollar un gusto específico. Sin embargo, han pasado décadas desde su encuentro con el sabor perfecto, la combinación adecuada que por primera vez la enloqueció hasta la demencia.

Hoy salió en búsqueda de una nueva víctima, alguien que posea los atributos de Darío—un ser capaz de hacerla sentir especial. Más allá de simplemente alimentarse, no solo una comida. Un hombre que la conozca más de lo que ella mismo puede imaginar. Pero ese sueño se perdió después de tantos años de buscarlo. En realidad, en ella todavía queda un poco de esperanza.

Fingiendo ser una más de las mujeres en el bar, ella usaba un hermoso vestido corto. El cabello claro y ondulado, mostrando los músculos dorados de sus piernas. Ella era un espectáculo a la vista, llamando la atención de los hombres más agresivos, pero ella estaba buscando algo diferente, un espécimen que se acerque al balance.

Ella encontró curioso notar lo bien que le hace alimentarse de este tipo de humanos. El problema era que, en su mayoría, ellos esperaban que el destino los coloque en el lugar indicado, por lo cual, Penny tiene que trabajar un poco más fuerte.

Esta vez encontró a su presa rodeada por un grupo de amigos. Sería difícil enfrentarse con todos, además que, más de uno se interpondrán al verla acercarse; es fácil que todo salga mal. Así que Penny continuó su noche como tenía planeado, fingiendo ser una más de las hermosas mujeres en el lugar; bailando y divirtiéndose.

Pedro no tenía buen gusto para las mujeres, en realidad, él no sabía qué buscar en una de ellas. Su escasa experiencia lo llevó a desear figuras inalcanzables, mujeres para las que él no estaba listo. Esta noche, al igual que muchas otras, su atención permanencia sobre una chica en particular. Pedro no sabía qué lo obligaba a mirarla, tampoco entendía su insistencia para perseguir una presa que obviamente se convertirá en un amigo.

A diferencia, Ricardo era un conquistador. Ninguno de los hombres en el grupo entendían su poder de atracción, y claro, era difícil para ellos distinguir un hermoso rostro. Pedro no podía ver este atributo en su amigo, y lo analizaba sin entender su capacidad para acostarse con tantas mujeres.

Después de varias horas, Pedro parecía más concentrado en la vida de los demás que la propia, él optó por alejarse. Sería imposible salir sin pagar la cuenta del grupo, pero en la planta baja se escuchaba menos la música. Así que él bajó sin saber lo que estaba a punto de suceder.

Penny lo vio sin que él lo note. Está era su oportunidad. Ella bajó tras él, sin saber lo que iba a hacer, pero segura de que sería capaz de lograrlo.

Pedro llegó a la planta baja y se encontró perdido. Este no era el lugar en el que quería pasar la noche, en realidad, él prefería despertar temprano para seguir con su trabajo. Un poco de diversión no te matará, fueron las palabras de Ricardo cuando lo recogió de su casa. Vamos, quizá está sea tu noche.

Al buscar entre sus bolsillos, Pedro encontró el recipiente verde con el líquido para sus ojos. Sin pensarlo, él lo sacó y empezó a verter una gota en cada ojo.

«Disculpa…» dijo Penny.

Pedro no esperaba que alguien se acerque a conversar, y al bajar la mirada notó que no conocía la bella mujer.

«¿Me puedes prestar un poco de eso?»

Pedro se quedó con la boca abierta, admirando por primera vez el delicado rostro de Penny. «Eh, claro. Ten.»

«Gracias,» ella respondió al tomar el pequeño frasco verde, «no sabes cuánto necesitaba esto.»

Pedro se quedó en silencio, observando a la mujer colocar gotas en sus ojos. Él no pudo bajar la miraba, una extraña sensación lo obligaba a mirar hacia adelante.

Una vez que Penny terminó, ella entregó en recipiente a Pedro. «De verdad, gracias.»

«No es nada,» dijo Pedro.

«Voy a regresar a la pista de baile,» ella dijo. «¿Quieres subir conmigo?»

El mensaje llegó demasiado rápido, él no tuvo tiempo para pensar. «Claro.»

Ese instante ella lo tomó de la mano, y caminaron juntos para subir las gradas de regreso a la pista. Ahora llegaría la parte difícil, conseguir que él la mire. Así que aprovechó la oportunidad para llevarlo al centro de la pista de baile, y dejar que su cuerpo se mueva a una distancia prudente.

Pedro estaba aún más confundido, sin saber lo que estaba sucediendo. Él no podía ver a la hermosa mujer bailando, su cuerpo parecía estar bloqueado. Cuando una charola llena de pequeños vasos con un líquido transparente pasaron junto a ellos. Penny tomó dos y le pasó uno de ellos a Pedro, luego sacó un billete entre sus senos y pagó la cuenta.

«La próxima invitas tu,» ella dijo y levantó el vaso, dejando que el alcohol caiga en su boca.

Poco a poco, Pedro se fue relajando, dejando que su mirada caiga sobre las curvas de Penny. Ella podía sentirlo sobre su piel, el fuego incandescente que dejan sus ojos. Ella continuó bailando, acercándose cada vez un poco más, estrellándose disimuladamente contra la hebilla de sus pantalones. Hasta que notó el cambio en su mirada, él solo tenía ojos para ella, estaba perdido.

«Tengo que irme,» ella dijo al acercarse a Pedro.

Él sintió al fuego apagarse en su interior. «Está bien.» El destino quería que sea de esta forma.

«¿Me acompañas?» ella preguntó.

Pedro se quedó con la boca abierta. ¿Qué está sucediendo? Incluso si quisiera no podría salir sin mi grupo. «No creo que pueda.»

«Vamos a intentar,» ella dijo y lo tomó de la mano.

Los dos caminaron a través de la pista de baile. Ricardo vio a su amigo con aprobación, golpeándolo en la espalda. «Buen trabajo.»

Ellos bajaron las gradas hasta la puerta principal y salieron sin problemas.

«¿Cómo hiciste eso?» él preguntó.

«Mi cuenta estaba pagada,» ella respondió.

Pedro encontró curioso que ella tenga una entrada para dos personas, pero no le dio mucha atención.

Ellos subieron en el auto de Penny, ella parecía tener prisa, y se detuvo cerca de los cajeros automáticos de un banco. «Ya regreso, espera aquí.»

Pedro asintió con la cabeza.

Ella caminó con un paso seductor hasta el cajero y regresó al poco tiempo. «Gracias por acompañarme, tenía que resolver este problema. ¿Dónde quieres que te deje?»

Pedro abrió los ojos, seguro de que su noche estaba por terminar. «En mi casa. Está cerca de aquí.»

«¿Vives solo?»

«Sí, me mudé a la ciudad hace poco,» él respondió.

Al llegar a la casa, ella detuvo el auto. «Sabes que hay algo que he querido hacer toda la noche.»

«¿Qué?»

Penny se acercó lentamente y lo besó en los labios. Luego se alejó lo suficiente para verlo a los ojos, esperando a que él la bese, y luego de un instante se volvió a acercar. Ella lo besó apasionadamente, y se alejó. «Tengo un poco de frío. ¿Crees que podamos entrar en tu casa?»

«Claro,» él dijo. «Vamos.»

El universo estaba funcionando tal y como él esperó que suceda. Un sueño hecho realidad. Al entrar, Penny empezó a besarlo, ella sabía que él deseaba mirarla desnuda. Así que lo tomó de la mano para llevarlo al sofá más cercano, lo empujó para que se siente. Y lentamente empezó a desvestirse.

Pedro se quedó inmóvil, perdido en las imágenes, incapaz de mirar a otro lugar. Él admiraba las delicadas curvas, ansiaba tocarlas, saborear cada centímetro del cuerpo de Penny. Oler su piel y esperar que ella lo deje entrar.

Penny rompió su récord de noches consecutivas durmiendo en la casa de una nueva víctima.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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