Relato Corto Blog de Ficción

Salvación

S

Atrapada en fondo de un agujero, sin la capacidad de encontrar una salida, y una vez que notó lo inservible de sus intentos de gritar en búsqueda de ayuda. Cleo se dio por vencida. Después de una larga espera, mientras contaba los intentos de escalar la resbalosa pared de tierra, ella sintió la luz del sol golpear su piel. Sin embargo, al poco tiempo, el rayo de luz volvió a desaparecer para dejarla abandonada en el fondo del pozo.

El frío empezaba a apoderarse de ella, agua helada hasta cintura, la temperatura encontrando un balance. Cleo dejó de sentir sus piernas, mientras el aire a su alrededor parecía tener un leve tono azul. Ella mantenía sus brazos alrededor del cuerpo, abrazándose, calentándose. Pero la tenue luz de sol empezó a desaparecer, dejándola sola en la oscuridad.

Los minutos de espera se tornaron en eternidades imposibles de alcanzar. Ella estaba sola, atrapada, sin las herramientas para escapar de sus circunstancias. Así que, aceptando el camino que la vida le ofrecía, decidió tomar esta oportunidad para olvidar todo lo que tenía; solo le quedaba volver a empezar.

Cleo cerró los ojos, porque ella tenía la capacidad de hacerlo, porque nadie la estaba obligando; ni siquiera el mundo se podía poner en su camino.

El suelo se abrió bajo ella. El agua continuaba rodeándola mientras caían al vacío, cuando una curva inesperada hizo que ella recuerde el deslizarse por un tobogán. Su cuerpo se fue para un costado, y luego continuó bajando. Las curvas eran más divertidas de lo que recordaba, y Cleo sentía la velocidad de su descenso aumentar.

Hasta que, finalmente salió del túnel. Ella intentó sostenerse para no caer, pero le fue imposible. Así que, mantenido su velocidad, salió volando del tobogán, cegada por la brillante luz del sol en sus ojos, y al poco tiempo su cuerpo empezó a caer.

Cleo gritó con todas sus fuerzas, cayendo al vacío, hasta que se estrelló contra el agua. Su velocidad la llevó al fondo del vado. Ella olvidó tomar aire antes de caer, encontrándose desesperada por volver a sentir al oxígeno en sus pulmones. Así que, nadó hacia arriba, mirando la luz brillar sobre ella, y finalmente sacó la cabeza del agua para respirar.

El trinar de las aves rápidamente llamó su atención. El lugar era más hermoso de lo que recordaba, en ese sitio mágico al que todos podemos regresar cuando lo necesitamos.

Cleo salió del vado con prisa para empezar una nueva aventura.

«¿En dónde estoy?» preguntó Cleo al sentir brazos alrededor de su cuerpo.

«Todo va a estar bien,» respondió el hombre que la tomaba por la espalda.

Ellos fueron levantados en medio del pozo, sus compañeros tirando de una soja para rescatar a la niña perdida.

«Toma mi mano,» dijo uno de ellos para ayudarla a salir.

Cleo abrió los ojos, pero sus sueños desaparecieron. Ella miró de un lado al otro, no podía reconocer el lugar en el que se encontraba.

«Esperen,» dijo Cleo, «debo regresar.»

Los hombres se miraron entre ellos, sorprendidos.

«¿Regresar?» preguntó uno de ellos.

«La reina me necesita.»

El equipo de rescate no podían creer las palabras de la niña, peor aún lo cálido que estaba su cuerpo después de pasar por horas en el fondo de las heladas aguas del pozo.

«Ustedes no entienden,» dijo Cleo al alejarse de los hombre que la sacaron del pozo. «Debo regresar.»

«¿A dónde crees que vas?» preguntó uno de ellos, mientras los demás la sostuvieron para que no salte.

«Por favor,» ella dijo, usando todas sus fuerzas para regresar al fondo del pozo. Pero encontró imposible forcejear contra los hombres

Los miembros del equipo de rescate intentaron tranquilizar a Cleo. «Todo va a estar bien.»

Cleo dejó que ellos la lleven hacia la ambulancia, algo estaba mal. Habían pasado miles de años desde que ella cayó al pozo, era imposible que después de tanto tiempo… lo último que recuerdo fue acostarme a dormir. Esta debe ser una trampa.

Una vez que encontró la oportunidad perfecta, Cleo se soltó y empezó a correr, nada de lo que veía parecía real. Cuando escuchó un estruendo.

Un inmenso hombre con armadura dorada cayó sobre la ambulancia, instantáneamente desapareció el hechizo. Los miembros del equipo de rescate recuperaron sus aspectos reales, ellos eran líquidos fingiendo la formas de brazos y piernas.

«Detrás de mi, princesa,» dijo Apolox al caer junto a Cleo. «Yo me encargo.»

Cleo observó a su guardián luchar contra las criaturas, vencer con gran facilidad. Y finalmente pudieron regresar a casa.

 

Ilustración por Victor Hugo Harmatiuk

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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