Relato Corto Blog de Ficción

Secuestro

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Esta era una mañana como cualquier otra. Esteban salió con el tiempo preciso para llegar a su trabajo, sin embargo, había algo diferente en su horario, él debía llegar a las diez y treinta. Esta sutil diferencia hizo que un grupo de personas se confundan, quizá era el similar corte de cabello que tenía con uno de los hijos del hombre más rico del país.

Claro que cuando Esteban entró en el centro comercial, lo último que pasó por su mente fue ser acordado por un grupo de desconocidos. Él prestó poca importancia al hombre que intentó detenerlo, y continuó caminando hasta que otro lo tomó por el hombro.

«¿A dónde crees que vas?» preguntó uno hombre con chaqueta de cuero.

Esteban abrió la boca para responder, sin embargo, su esfuerzo fue inútil. Otro de los hombres lo sujetó por detrás, colocando una mano sobre su boca, y en cuestión de segundos él perdió el conocimiento.

Oscuridad fue todo lo que vio en su largo viaje. Dentro de sus sueños era imposible recordar lo que había sucedido, él estaba feliz. Por días fue trasladado, hasta llegar más allá de lo que imaginó posible.

Sus secuestradores eran caza recompensas, el dinero era un bien inútil para ellos, conseguir lo que de demandaban—destruir personas—les daba satisfacción. Esteban era uno más de cientos de secuestros, en ocasiones las respuestas de los familiares eran positivas—desde la perspectiva de un delincuente—lamentablemente, esta no sería una de esas.

La primera llamada llegó a las siete de la mañana, el timbre del teléfono se detuvo sin una respuesta, y así hasta las once de la mañana. Los secuestradores empezaron a preocuparse por la situación, esta era la primera vez que les sucede. Finalmente, su llamada fue respondida.

«Aló,» dijo un hombre de voz somnolienta.

«Tenemos a tu hijo,» dijo uno de los secuestradores. «Si quieres volver a verlo con vida vas a tener…»

Sin embargo, la llamada fue cortada. Esto no podía ser posible, después de todo, ellos tenían a su hijo.

El secuestrador—Caleph—se levantó sin hacer preguntas, él tomó una foto doblada por la mitad, y se dirigió a la jaula donde tenían a Esteban. Él se esforzó para encontrar diferencias, y finalmente decidió que no se trataba del objetivo. Enfurecido se dirigió al jardín en el que se encontraban los encargados de capturar al muchacho.

«Rak thusf brup brup u lak nir,» dijo Caleph al encontrarlos.

Uno de ellos tomó el documento de la mano de Caleph. «Rak brup, rak brup,» él dijo, señalando con una tenaza.

El otro tenía el aspecto de una tortuga sin caparazón, pero cubría su cuerpo con trozos de plástico. «Nar sikt,» él dijo. «Rak brup.»

Caleph recuperó la foto con uno de sus ocho tentáculos y se dirigió a la jaula.

Esteban seguía bajo el efecto del anestésico. Perdido en el universo de sus sueños, incapaz de recordar lo que había sucedido. Él estaba feliz, todos sus anhelos habían sido alcanzados, su sueño era hermoso. Sin embargo, era hora de que termine. Él sintió al olor entrar por sus fosas nasales como un golpe, incluso fue obligado a llevar su cabeza hacia atrás.

«Tu seguir…» dijo la criatura de color púrpura.

Esteban se golpeó la cabeza con los barrotes de su jaula, intentado escapar de los tentáculos que se acercaban. Sin embargo, le fue imposible, él sintió una viscosa y fría sensación tomarlo por los brazos. Luego, con una fuerza inexplicable fue arrojando fuera de la jaula. Él debió volar un par de metros antes de que un árbol lo detenga.

«Seguir…» dijo la masa sin rostro que se arrastraba en su dirección.

Esteban intentó escapar—huir—correr lo más lejos que pueda llegar. Sin embargo, cuando giró, intentando levantarse, él sintió al tentáculo tomarlo por el tobillo, esta vez, la fuerza lo hizo caer de cara contra el piso. Luego, él fue arrastrado hasta estar a pocos pasos de la gigante criatura púrpura.

«Seguir…» volvió a repetir, sin embargo, esta vez su piel pareció comprimirse hasta formar la figura de un hombre con pantalones de mezclilla y chompa de cuero.

Le tomó un tiempo a Esteban entender lo que estaba mirando. Eventualmente, el color de la criatura cambió hasta convertirse en un humano normal. Él vio a la criatura señalar en dirección del bosque, y empezar a caminar como una persona normal.

Esteban miró de un lado al otro, intentando entender los troncos de color piel, y las hojas de los árboles que parecen orejas peludas. Las ramas debían ser extremidades humanas, unidas unas con otras hasta ser tan grandes que parecían formar un árbol. Él notó que los músculos de los árboles estaban contraídos con fuerza para sostener las miles de orejas que cuelgan de delgados palos formados por lo que parecen ser dedos.

¿Cómo es esto posible? él pensó, girando para ver a la distancia un río rojo correr. Debía hacer una explicación, cuando notó un objeto de metal incrustados en su nariz. Su reacción inmediata fue tirar con fuerza de este, sin embargo, le fue imposible. Él vio a otras criaturas bajo la sombra de uno de esos espeluznantes árboles, estas eran diferentes al ser púrpura que se transformó en un humano.

La llanura era inmensa. Un eterna piel cubriendo todo lo que la luz puede alcanzar. A la distancia se pueden ver montañas desnudas, sus músculos contraídos. De alguna forma, Esteban estaba seguro de que se trataba de un ser viviente.

Sin embargo, los nativos de Marco—el planeta en el que lo tenían secuestrado—veían a su mundo con otros ojos. Ellos requerían solucionar un problema, el uso excesivo de recursos destruyó al delicado balance, y ahora su planeta estaba muriendo. Los marcianos eran demasiado listos para dejar que su planeta muera y encontraron una solución en la Tierra.

Ellos no querían perturbar la armonía de otro ser estelar, su experiencia los llevó a comprender lo inútil de colonizar un planeta. Así que, ellos utilizaban una técnica terrestre para recolectar los recuerdos que necesitaban.

El secuestro extraterrestre se volvió algo común, y por alguna razón los terrícolas no creían las historias de los supuestos secuestrados.

Esteban intentó escapar, sin saber en dónde se encontraba, seguro de que correr lo llevaría de regreso a un lugar seguro. Sin embargo, y al poco tiempo de empezar a correr, sintió el frío de una tenaza tomarlo y levantarlo sin dificultad. Él no sentía dolor a viajar entre la estructura sólida de color rojo con manchas blancas y pelos negros.

Él fue llevado por la criatura que parecía un cangrejo gigante hasta donde se encontraba la criatura que se transformó en el hombre de chompa de cuero.

«¿Qué es lo que quieren de mí?» preguntó Esteban mientras luchaba para soltarse.

«Seguir…» dijo Caleph, y continuó caminando hacia adelante.

Esteban cayó sobre sus pies, las tenazas se alejaron y se quedó solo. Acaso creen que lo voy a seguir, él pensó. Debe haber una salida. Sin embargo, después de mirar a su alrededor, él supo que era inútil. Pero, seguir, no era el mensaje que estaba esperando. Lo último que podía recordar era estar camino a su trabajo. Él no sabía cuánto tiempo ha pasado desde que todo empezó.

Esteban giró para volver a correr, él debía encontrar una salida.

«Detente o disparo,» dijo Caleph. Él tenía una arma terrestre en su mano derecha, y estaba apuntando.

Esteban giró para mirar y supo que no tenía alternativa. Resignado, él empezó a caminar a pocos pasos del hombre de chompa de cuero, mientras el cangrejo gigante lo seguía de cerca.

Pese a la insistencia de Esteban por encontrar un oportunidad para escapar, él estaba aún más sorprendido por caminar bajo la sombra de los árboles con orejas por hojas, y extremidades por troncos. Lo más sorprendente es que él percibía un aroma familiar, mientras la brisa soplaba con fuerza haciendo que las ramas se mueven sobre él.

Eventualmente, ellos llegaron a su destino, aunque Esteban no entendía la razón para detenerse. Ellos esperaron demasiado tiempo, no había otra explicación, el hombre de compa de cuero mantenía al arma es su mano. Cuando, el piso se levantó en un movimiento controlado, debía ser una máquina, ya que las paredes se veían como metal, en el interior esperaban dos hombres usando batas blancas de laboratorio.

«Bienvenido,» dijo uno de ellos. «El doctor lo está esperando.»

«¿Qué doctor?» preguntó Esteban. «¿De qué están hablando? Solo quiero ir a mi casa.»

«Apenas terminen sus exámenes,» dijo el hombre. «Siga, le prometo que tardaremos muy poco.»

Esteban giró para ver a la criatura de tenazas rojas. Luego analizó al sujeto de chompa negra, él supo que existían dos formas para hacer esto, y decidió entrar por su propia voluntad. Él caminó despacio, analizando el cuarto de metal, él se sorprendió de lo parecido que es a un elevador, incluso pensó que era demasiado familiar.

Las puertas se cerraron, él miraba con atención la pared, no quería entablar una conversación con los hombres que lo acompañaban. Después, cuando el elevador se detuvo, las puertas se abrieron, y él pudo ver al interior del cuarto examinación de un consultorio médico. Sin embargo, y para su sorpresa, una mujer esperaba sentada en la mesa de un escritorio.

«Siga, por favor,» dijo uno de los hombres. «El doctor estará aquí en poco tiempo.»

Esteban solo tenía ojos para la mujer sobre el escritorio. Ella usaba una pupera blanca y cacheteros de mezclilla azul, su cabello ondulado y largo cubría un poco de su rostro. Él tenía miedo de entrar y no saber cómo empezar una conversación con aquella deslumbrante mujer. Sin dar mucha atención a las palabras del hombre en el elevador, Esteban entró en el cuarto.

«Hola guapo,» dijo la mujer, «me llamo Natalia pero me puedes decir Naty.»

Esteban se quedó quieto, pensando en lo que podría responder.

«¿También llegaste hoy?» ella preguntó al bajar de la mesa. «Me tienen esperando y no sé qué hacer.»

«Dijeron que el doctor estaba por llegar,» dijo Esteban.

«Ellos siempre dicen los mismo,» dijo Naty. «Llevo horas esperando.»

«¿Hace cuánto tiempo llegaste a este lugar?» preguntó Esteban al recordar los horribles árboles que había visto.

«Días, semanas, en realidad no lo sé,» ella respondió, acercándose a Esteban. «He estado sola demasiado tiempo.»

Él sintió la cálida caricia en su rostro. Ella era más hermosa de lo que él imaginaba, al tenerla de cerca él notó que su rostro era tan atractivo como las pronunciadas curvas de su cuerpo.

«Sabes qué me gustaría,» ella dijo al pasar sus dedos sobre el cierre del pantalón de Esteban.

Él dio un paso hacia atrás, buscando algo para sostenerse.

Luego ella se acercó tanto que él puedo sentir el aroma de su piel. «Necesito un hombre como tu.»

Esteban inhaló con fuerza. Y con un movimiento preciso, ella le bajó los pantalones, al mismo tiempo que se arrodilló frente a él. Esteban no quería detenerla, esta era un oportunidad que pensó imposible, y haría lo que fuera para experimentarla.

Ella lo tomó con una mano y empezó a acariciar con sus labios y lengua. No fue necesario que ella se esfuerce demasiado para hacer que el corazón de Esteban empiece a latir con fuerza, él se perdió en sensaciones que no podía controlar, disfrutando las caricias rápidas y precisas, tal y como a él le gustaban.

El proceso fue más largo de lo que él esperaba, Naty parecía disfrutar el tomar pequeños descansos para darle un poco de tiempo para respirar, ella lo dejaba ir y levantaba la mirada, analizando el rostro enrojecido de Esteban. Hasta que ella veía preciso volver a empezar, esta vez más rápido, tomándolo con una mano para concentrar sus labios en la parte más sensible.

Esteban era su esclavo, él notó que ella se detenía cuando estaba a punto de llegar al éxtasis, con el único propósito de volver a empezar. Sin embargo, esta vez fue diferente, y él pasó un punto sin retorno, pero ella parecía saber lo que hacía porque aceleró el ritmo con el que movía su cabeza, cada vez más rápido, hasta que sintió una explosión.

Con eso, ella se levantó y fue en camino al elevador y las puertas se abrieron.

«Rak brup, rak brup,» ella dijo a los hombres de bata blanca.

Esteban sintió una punzada en el cuello. Y al despertar, se encontraba en el centro comercial, el mismo día en el que lo secuestraron, y solo unos minutos más tarde.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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