Relato Corto Blog de Ficción

Una villa en peligro

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Así es como empezó el viaje por la vida de Kiro Tube. Un maestro de las artes marciales, heredero de las disciplinas de muchos que vinieron antes que él. En su pueblo la gente todavía no terminaba de comprender los talentos ocultos de Kiro, tampoco su obstinación por aprender todo desde cero.

Él no estaba interesado en las enseñanzas de sus maestros, Kiro quería descubrirlo todo otra vez, empezar sin nada, al igual que lo hicieron los grandes maestros del pasado. La idea de descubrir algo que todos conocen era descabellada, o al menos eso pensaban los que lo conocieron antes de su iluminación.

Ahora que Kiro entendió lo que está detrás de todo, la raíz del conocimiento, él se dio cuenta que su persecución fue en vano. Se quedó lleno de talentos, encerrado entre las cuatro paredes de su biblioteca. Con ansias por dejar de leer y empezar una historia propia.

Mientras tanto, la joven Azumi Kojime, después de ver que era imposible hacer que el pequeño Karachi cierre los ojos y duerma, decidió salir de casa. Claro, no había otra alternativa, después de todo, no podía dejarlo solo. Así que ella salió con Karachi para ver de donde provenía el escándalo.

Era inusual escuchar tanta bulla a estas hora de la noche y era probable que los padres de Karachi también se dirijan a la fuente del estruendo.

Kiro también escuchó la primera explosión, él estaba alerta a todos los sonidos a su alrededor, era imposible que uno pase desapercibido, peor aún, uno tan fuerte. Sin tomar el tiempo necesario para prepararse, él salió de su casa en medio de la ciudad. Dejando atrás sus libros, llevándose solo el conocimientos que logró obtener de ellos, sin saber que un arma hubiese sido de gran ayuda.

Azumi corría tomando la mano de Karachi cuando vio el fuego de la explosión derribando una porción de la pared que protege a la villa. Era imposible, ella aprendió en la academia que existen grupos de Chasqui protegiendo la parte externa de la muralla, eso quiere decir. Es mejor no pensar.

Ella siguió corriendo, intentando quitar la imagen de su padre de la mente. Cuando vio por primera vez una de las máquinas. Era negra, manchada por el humo que brotaba a su alrededor. ¿Qué es eso? Esta era la primera vez que Azumi veía a un demoledor. De este bajaron seres de humo, criaturas que llegaron al mundo después del gran destierro.

Kiro tampoco conocía a las criaturas de humo, en realidad nadie esperó que lleguen tan rápido. Era como si… un día simplemente aparecieron. Tomaron control de todas más máquinas que funcionaban con su energía, ellos eran el producto del fuego. Seres sin rostro que se esconden bajo trajes Chasqui negros para darle forma a sus gaseosos cuerpos. En realidad, todavía no existe una forma de exterminarlos. Pero, Kira no podía pensar en eso y tomó lo primero que encontró en el camino—un gigantescos combo para romper rocas—y siguió corriendo en dirección del demoledor.

Al ver a la máquina rodeada de humo las personas empezaron a correr en la dirección opuesta. Haciendo difícil que Azumi pueda continuar. Así que ella sacó ocho dados de su bolsillo y los arrojó al piso, una corriente de aire rodeó a Azumi y Karachi, ellos sentían manos o telas acariciar la piel de sus cuerpos desnudos. Después, la nube desapareció dejando atrás a los dos con trajes de metal.

«Tuvimos buena suerte,» dijo Azumi y de sus botas empezó a brotar fuego. Ella tomó a Karachi de la mano y sus botas también se encendieron. Los dos volaron a la cima de una casa.

Karachi aterrizó sorprendido por lo que estaba sucediendo.

Azumi levantó la visera de su casco. «Espera aquí,» ella dijo mirando fijamente a Karachi. «Vuelvo pronto.»

Con eso Azumi salió volando en dirección de los demoledores. Mientras que Karachi vio como su traje de metal desapareció.

Kiro llegó a ver al demoledor de cerca, era más grande de lo que se imaginaba. Las criaturas de humo peleaban contra la segunda línea de defensa de la ciudad, más Chasquis eran enviados a los lugares donde la pared fue comprometida. Pero los seres de humo parecían conocer las artes marciales.

Kiro estrelló el martillo contra una de las criaturas, solo para ver que la tela de su traje de dobló, cayendo un poco más allá, y continuar peleando como si nada hubiese pasado. Son imposibles de vencer.

Azumi aterrizó cerca de Kiro y volvió a lanzar los dados, esperando que la suerte sea suficiente para descubrir la debilidad de los invasores. Enseguida el traje metálico desapareció y una nube blanca envolvió a todos los Chasqui que estaban a su alrededor. Fue entonces cuando Kiro sintió por primera vez la caricia de la fortuna sobre su piel desnuda, él no tuvo tiempo para cubrirse, de todas formas, la nube hacía imposible que lo puedan ver.

Todos los guerreros se encontraron en el mismo lugar que antes, solo que ahora, sus trajes eran blancos. Sin tiempo para darle atención a lo que estaba sucediendo ellos continuaron peleando, pero algo era diferente.

Kiro intentó removerse el atuendo blanco, pero antes de que pueda continuar un ser de humo lo atacó. Su martillo tampoco estaba en la mano, en su lugar una ráfaga de viento, él la podía sentir aunque era difícil de ver. Kiro se defendió como lo hiciera si en su mano seguirá el martillo. Esta vez, el traje del ser de humo se partió en pequeños pedazos, dejando atrás una estela negra que se fue desapareciendo.

Con eso, los otros guerreros continuaron peleando con más fuerza. Derrotando a los invasores con facilidad.

Azumi se quedó hasta ver que todos los invasores fueron derrotados y se impulsó con la fuerza de una ráfaga de viento hasta el techo de una casa. Kiro no podía dejarla ir, no sin una explicación de sus poderes, así que intentó repetir la hazaña, imaginando que una ráfaga de aire lo impulsará hacia dónde ella se encontraba.

Azumi vio con sorpresa al hombre grande elevarse. Él parecía uno de sus profesores en la academia, un señor de treinta. Ella intentó ocultar una sonrisa cuando lo vio estrellarse contra una pared cercana. Azumi volvió a lanzar los dados y la nube los volvió a rodear. Para cuando está despareció, ella y Kiro tenían alas de madera atadas a sus espaldas. Azumi empezó a correr por el techo para tener la velocidad correcta y elevarse. Kiro sintió que su traje empezó a desaparecer, así que corrió tras ella.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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By Sebastián Iturralde
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