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A Primera Sangre

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Estás a punto de leer «A Primera Sangre» de la serie Sibilare, es probable que encuentres a este relato algo inconcluso y lleno de misterios que se responden con el transcurso de la historia. Te recomiendo visitar mi Wattpad, allí encontrarás todas las entradas en orden, también puedes ir directamente a este capítulo aquí, o continuar leyendo bajo tu propia responsabilidad.


Con eso, el pequeño dragón salió del bolso y la temperatura del lugar bajó rápidamente. La criatura volaba en círculos sobre Dana, destruyendo cualquier restante de agua sagrada. Aunque ella todavía no sabía lo que estaba pasando.

«Eres astuta,» dijo Germán. «Pero no será suficiente para salvarte.» Él sostuvo su arma con dos manos, listo para atacar.

Dana dudó, sin seguridad de poder usar sus poderes. Ella notó que la espada empezó a emanar un fuego negro, el mismo que vio a través del día. Estoy perdida, ella pensó. Es imposible que pueda escapar. Miedo empezó a apoderarse de su cuerpo, confusión por lo que estaba sucediendo.

«Padre, ilumina mi camino,» dijo Germán, y una fuerza lo empujó hacia adelante.

Dana se asombró al verlo acercarse volando, ella recordó las manos negras que tomaron sus pies en la mañana. Tengo que estar en constante movimiento. Ella se concentró en el elemento aire y se empujó hacia arriba, su cuerpo tambaleando para recuperar el equilibrio, pero demasiado alto y con una excesiva fuerza. Ella sintió al viento volar soplar con fuerza desde el suelo, levantando su vestido y volviendo imposible que pueda ver.

Germán se sorprendió a verla elevarse, pasando a gran velocidad bajo los pies de Dana, intentado con todas su fuerzas alcanzarla con el fuego negro que brota de la cola del demonio.

Una vez que se detuvo, Dana notó que podía asentar los pies sobre algo translúcido. Sin otra alternativa, ella cayó sobre el disco de oxígeno comprimido y sintió a su vestido regresar a su posición original. Ella giró para buscar al hombre de armadura roja con negro, y vio que él la miraba sorprendido.

«Tus trucos no te van a salvar,» dijo Germán, y se impulsó hacia ella.

Una energía debía estar empujándolo para que pueda saltar con tanta fuerza. Aunque fue demasiado sencillo para ella evadir el ataque. La espada dejando un ráfaga de fuego negro al pasar cerca de ella, cuando, de repente, ella sintió a la estructura bajo sus pies desaparecer. En su lugar, una llama negra.

Era imposible, ella no vio cuando el hombre de la armadura lanzó una bola de fuego. De inmediato, el aire que soplaba bajo sus pies volvió a levantar su falda. Dana perdió el equilibrio.

Caiste, pensó Germán. Dejando que la gracia del padre lo impulse de regreso, cayendo gracias a la gravedad sobre la hechicera. La espada iba dejando una estela de fuego, su trayectoria directa para estrellarse sobre ella.

Dana sintió caer aunque su cuerpo se mantuvo flotando con el aire que estaba controlando. Moviendo sus manos para alejar la falda de su rostro, ella notó que estaba a punto de recibir un golpe y se cubrió la cabeza con los brazos. Cerrando sus ojos para recibir el golpe.

Germán osciló su espada para acabar con la cacería, la satisfacción de haberlo alcanzado lo hizo sonreír. Ella demostró poderes que a muchos les tomó décadas desarrollar, no podía dejarla continuar con vida. Él sintió a su espada estrellarse, pero se sorprendió a notar que pese a su fuerza le fue imposible continuar.

Dana escuchó el golpe a unos centímetros de su cabeza, ella abrió los ojos para ver al pequeño dragón, y notó que una pared de cristal flotaba sobre los dos. Dana vio al hielo sobre ella empezar a caer en pequeños pedazos, estos se apartaban de ella como si una energía alrededor de su cuerpo la estuviese cubriendo. Dana bajó despacio hasta que sus pies estuvieron sobre el piso, y recordó sus bolas de oxígeno líquido destruyendo al fuego negro hace unas horas.

Al otro extremo del corredor cayó el vicario con su espalda hacia la hechicera. Eso es imposible, él pensó, sorprendido por lo que acaba de presenciar. Luego giró para ver a la mujer de vestido largo, pero ella ya no parecía ser la misma. Decenas de trozos de oxígeno cristalizado flotaban alrededor de ella, el piso parecía congelado bajo sus pies, y una leve brisa hacía que su cabello se mueva ligeramente.

Dana no podía controlar su mente, ella estaba enfurecida. Algunos cristales fueron salieron disparados en dirección del hombre con armadura, él saltó a un costado para esquivarlos, y se dispuso a atacar. La espada se encendió con más fuego negro que antes. Ella creó una bola de fuego con sus dos manos y la arrojó hacia él.

Germán vio la bola de fuego y supo que no la podría esquivar, así que cambió el objetivo de su ataque, oscilando su espada para parir a la bola de fuego en dos, y seguir con su ataque. Se sorprendió a recibir el golpe de los cristales contra su armadura. Pero pasó algo que no esperaba, uno de ellos lo lastimó en la mejilla. Él se detuvo. Para limpiar la sangre con los guantes de su armadura. Él miró la sangre, y levantó la miraba para ver a la hechicería.

Dana respiraba de forma agitada, su cuerpo listo para continuar luchando. Mirando al hombre de armadura bajar el visor del casco, y volver a empuñar su arma. Esto no está funcionando, ella pensó. El hielo no parece tener efecto. Así que se concentró en el elemento aire, un torbellino empezó a mover todo a su alrededor.

«Padre, haz que tu fuerza repose sobre mis hombros,» dijo Germán, y se volvió tan pesado que la viento girando alrededor de la hechicera no lo podía mover. Pese a eso, encontró demasiado difícil moverse y atacar.

Dana notó que los cristales flotando a sus costados desaparecieron, en realidad estos también giraban con el viento, estrellándose contra las paredes. ¿Qué estoy haciendo? ella se preguntó. Y el aire se detuvo, o en realidad se concentró entre sus manos, girando a gran velocidad.

Germán notó que el viento se detuvo de repente, y se impulsó para atacar. Era imposible de fallar, la hechicería estaba a la distancia perfecta para alcanzarla con la espada. Esto era todo, ya no había una salida.

Dana se sorprendió al ver al aire girar tan rápido que pareció convertirse en un objeto sólido, ella sabía que el hombre de armadura se acercaban, pero algo le decía que debía continuar comprimiendo el remolino.

Germán notó que el escudo de hielo empezó a formarse sobre ella, y cambió el curso de su ataque, doblando sus rodilla, y oscilando la espada de forma paralela al piso. Cuando sintió una fuerza que jamás había sentido, su cuerpo fue revolcado por una ola de viento que lo hizo girar hasta que perdió el equilibrio, y dejó de estar seguro dónde es arriba.

Dana vio al hombre de armadura salir volando contra una pared. Él se estrelló, cayendo aturdido. Pese a eso, ella lo vio levantarse. No puede ser, ella pensó, lo logré. La armadura tenía un agujero en el pecho, pero tardó poco tiempo para que esta se regenere. Y ahora, se preguntó Dana, ¿qué voy a hacer?

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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