Relato Corto Blog de Ficción

Pacto

P

Estás a punto de leer «Pacto» de la serie Sibilare, es probable que lo encuentres inconcluso y lleno de misterios que se responden en el transcurso de la historia. Te recomiendo visitar mi Wattpad, allí encontrarás las entradas en orden, también puedes ir directamente a este capítulo aquí, o continuar leyendo bajo tu propia responsabilidad.


Ellos se alejaron del monje, viajando tan rápido como la motocicleta lo permitía, cuando la hechicera notó que su dragón no estaba en la cartera.

«Detente,» dijo Dana, presionando el hombro del desconocido que la salvó, «detente, ya.» Y en un instante se detuvieron.

Dana bajó con prisa, mientras continuaba buscando en su cartera. Luego, giró para regresar a ver al motociclista. «No está.»

Él se quitó el casco, dejando libre a su cabello ondulado negro. «¿Está bien, señorita?»

Dana lo miró en espera de un poco de información, pero fue inútil.

«Sí, muy bien,» dijo Dana. «Tenemos que regresar. Llévame este instante.»

«No creo que sea una buena idea.»

«Hay que regresar. Tengo que recuperar a mi…»

El motociclista—Jacob—usaba pantalones de mezclilla azul, y chompa de cuero negro. Él la miró con curiosidad.

«No te puedo explicar, solo llévame.»

«No sé si tiene deseos de morir, pero no yo puedo regresar. Acaso no vio a ese extraño sujeto peleando con esa cosa voladora.»

«Pues, esa cosa voladora,» dijo Dana. «Es mi dragón.»

«Dragón…»

Antes de que Dana pueda continuar, el pequeño dragón apareció en el piso frente a ella. Esta era la primera vez que veía la piel de la criatura, era verde y escamosa. El animal dejó de brillar. Enseguida, ella lo sostuvo entre sus manos, intentando encontrar signos vitales, pero la delgada lagartija con alas no se movía.

Dana no pensó que su criatura podría tener un aspecto real, después de todo, ella siempre la vio como una luz que brillaba en todo su esplendor. Esa era la solución, de la misma forma como todo esto había empezado, la hechicera comenzó un conjuro para crear una esfera de fuego en su mano derecha. Tenía que funcionar, no había alternativas.

Vamos pequeña, pensó Dana, come un poco de esto y te sentirás mejor. Pero el dragón permaneció inmóvil pese a lo cerca que se encontraba la bola de fuego de su boca. Este era el final de todo, sin la criatura mística todos sus poderes desaparecerían, no había forma de que logre escapar del monje.

Dana tomó a la criatura con su brazo derecho, luego se levantó. La esfera de fuego seguía sobre la palma de su mano izquierda, ella la cerró, comprimiendo al fuego con sus dedos. Eventualmente, la convirtió en una pequeña bola de luz incandescente, y la colocó dentro de la boca del dragón.

Ella giró para ver a Jacob, él tenía sus ojos bien abiertos para no perderse un instante de lo que estaba mirando. Dana estaba triste, desilusionada de sus limitaciones, si tan solo hubiese dedicado más tiempo al estudio. Pero no podía lamentarse, no ahora.

Jacob miraba en silencio, él jamás pensó que alguien fuese capaz de crear una esfera de fuego, o que una lagartija con alas pueda aparecer de la nada. Él estaba sorprendido pero no podía entender lo que sucedía, sin embargo, el rostro de la Dana contaba una triste historia.

«Señorita…» dijo Jacob, cuando el dragón pareció encenderse como una bombilla incandescente, luego de un instante se impulsó con sus pequeñas piernas y abrió las alas para volar alrededor de la hechicera. Él no podía dejar de mirar con intriga a la criatura voladora. «¿Eso es un dragón?»

Dana dejó salir un suspiro de alivio. Sus temores desaparecieron, ahora debía concentrarse en su otro problema. ¿Quién era el tipo que me atacó, y por qué? se preguntó Dana. Debió ser por el robo, no hay otra explicación. Pero fue muy poco dinero como para que me quieran matar, debe haber otra razón.

«Gracias,» dijo Dana, «desde aquí puedo sola.»

Jacob miraba a la criatura voladora dar vueltas alrededor de Dana cuando, de repente, desapareció. «Pero,» él dijo. «¿A dónde se fue?»

«Eso no es importante,» respondió Dana, aunque ella sabía que el dragón se teletransportó a su cartera.

«Mi nombre es Jacob,» él dijo. «Es un placer conocer a una persona tan fascinante como usted.»

Dana arregló su cartera en el hombro. «Bueno, Jacob,» ella dijo. «Me tengo que ir. Ha sido un gusto.»

«Espera,» dijo Jacob. «Sea quien sea esa persona, te va a seguir buscando. Puedes necesitar a alguien como yo.»

«¿A qué te refieres?»

«Bueno,» él dijo, «vas a necesitar un lugar en donde esconderte, y mi motocicleta no tiene placas así se es imposible que me encuentren.»

Dana lo miró con intriga. «¿Y qué hay para ti?»

«¿Me puedes enseñar a hacer esas bolas de fuego?»

Ella sonrió. «Puedo intentar.»

«Tenemos un trato,» dijo Jacob, extendiendo su mano hacia ella.

Dana tomó el guante entre su mano. «Sería mejor sin esto.»

«Lo siento,» dijo Jacob, removiendo el guante. «Mi malas costumbres.»

Ellos estrecharon las manos y subieron en la motocicleta. Sin embargo, y pese a que Dana seguía buscando al monje, no volvió a aparecer el humo, ni vieron a hombre de negro. Ella concluyó que debió ser el golem, esa era la única explicación para que haya aparecido la primera vez, pero ahora.

Dana empezó a pensar en todas las cosas que quedaron atrás. Debía haber una forma de regresar al departamento, pero Jacob tenía razón, era demasiado peligroso. Así que ella debía aceptar la pérdida de todo lo que pudo adquirir, ahora solo le quedan los recuerdos de tantos libros de magia, su ropa, todas sus pertenencias.

Al menos estoy con vida, ella pensó, y todo gracias a este hombre. Pero Dana no podía confiar en nadie, después de lo que sucedió, hasta donde ella sabía, él podía ser parte de la trampa. Será mejor estar alerta.

About the author

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

3 comments

By Sebastián Iturralde
Relato Corto Blog de Ficción

Acerca del autor

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.