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De los libros

diciembre 4, 2002

Capítulo 1
Del Antiguo y Nuevo Testamento.

1. Se dice Antiguo Testamento porque cesó al venir el Nuevo; de aquél, dice el Apóstol (2 Cor. 5, 17): Vetera transierunt et ecce facta sunt omnia nova. (Pasó lo antiguo y he aquí que se han hecho nuevas todas las cosas.)

2. El Nuevo Testamento se dice nuevo porque renueva; pues no lo aprenden y siguen sino los hombres renovados de lo viejo por la gracia y que pertenecen ya al Nuevo Testamento, que es el reino de los cielos.

3. Los hebreos, siguiendo a Esdras, recibieron veintidós libros del Antiguo Testamento, según el número de sus letras, dividiéndolos en tres órdenes, a saber: ley, profetas y hagiógrafos.

4. El primer orden, que es la ley, consta de cinco libros; el primero es Beresith, que es el Génesis; el segundo, Veelle Semoth, que es el Exodo; el tercero, Vaicra, que es el Levítico; el cuarto, Vaiedabber, que es el de los Números; el quinto, Elleaddebarim, que es el Deuteronomio.

5. Estos son los cinco libros de Moisés, que los hebreos llaman Thora y los latinos la Ley. Propiamente es la ley que fue dada por Moisés.

6. El segundo orden es el de los profetas; en este orden se contienen ocho libros: el primero se llama Josue Ben-Nun, que en latín se dice Iesus Nave; el segundo, Sophtin, que es el de los Jueces; el tercero, Samuel, que es el libro primero de los Reyes; el cuarto, Malachim, que es el segundo de los Reyes; el quinto, Isaías; el sexto, Jeremías; el séptimo, Ezequiel; el octavo, Thereasar, que es el de los doce profetas, y por ser muy breves están unidos y forman un solo libro.

7. El tercer orden es el de los hagiógrafos, esto es, de los que escriben las cosas divinas. Son nueve libros: el primero, Job; el segundo, Salterio; el tercero, Masloth, o sea, Proverbios de Salomón; el cuarto, Coheleth, que es el Eclesiastés; el quinto, Sir hassirim, que es el Cantar de los Cantares; el sexto, Daniel; el séptimo Dibre haiamim, que significa Palabra de los días, y es el de los Paralipómenos; octavo, Esdras; noveno, Ester. Estos libros, unidos con los anteriores, suman los veintidós, como ya dijimos.

8. Algunos agregan a los hagiógrafos el libro de Rut y el Cinoth, que en latín se llama Lamentaciones de Jeremías, y forman en total veinticuatro volúmenes, como veinticuatro son los ancianos que están delante del trono de Dios.

9. El cuarto orden, entre nosotros, comprende aquellos libros que no están en el canon hebreo, y son: el primero, el de la Sabiduría; el segundo, el Eclesiástico; el tercero, el de Tobías; el cuarto, el de Judit; el quinto y sexto, los de los Macabeos. Estos libros los venera y predica la Iglesia de Cristo como divinos, aunque los judíos los rechacen como apócrifos.

10. En el Nuevo Testamento hay dos órdenes: el primero, evangélico, al cual pertenecen los de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; el segundo orden es el apostólico, en el que se comprenden las catorce epístolas de San Pablo, dos de San Pedro, tres de San Juan, una de Santiago, una de San Judas, el libro de los Hechos Apostólicos y el Apocalipsis de San Juan.

11. El total de los libros de uno y otro Testamento se dividen en tres clases, a saber: historia, costumbres y alegoría. Además, estas tres clases se subdividen en otras muchas por diversas clasificaciones, a saber: qué ha sido hecho o dicho por Dios, por los ángeles, por los hombres; qué han predicho los profetas de Cristo y de su cuerpo; qué del diablo y de sus miembros; qué del antiguo y del nuevo pueblo de Dios; qué de la presente vida, de la futura y del juicio.

Capítulo 2

De los escritores y títulos de los libros santos

1. Los autores de los libros del Antiguo Testamento, según tradición de los hebreos, son: primero Moisés, que dio en cinco volúmenes la cosmografía de la historia divina, y forman el Pentateuco.

2. El Pentateuco se llama así porque consta de cinco volúmenes; viene del griego pente (cinco) y teujos (volumen).

3. Génesis: se llama así porque es el que contiene el génesis o principio del mundo.

4. Exodo, o sea exitus, salida de Egipto del pueblo de Israel, y de ahí tomó su nombre.

5. Levítico, así llamado porque describe los ministerios de los levitas, la diversidad de las víctimas del sacrificio y se anotan en él todo el orden de la tribu de Leví.

6. Libro de los Números: se dice así porque se describen en este libro todas las tribus que salieron de Egipto, y se narra su permanencia por espacio de cuarenta y dos años en el desierto.

7. Deuteronomio: este nombre es griego y quiere decir segunda ley, esto es, repetición de la antigua ley, y es figura anticipada de la ley evangélica, que de tal manera contiene la ley antigua, que no obstante ser repetición, todo es nuevo en ella.

8. Josué: este libro recibió su nombre de Jesús, hijo de Nave, cuya historia describe. Los hebreos aseguran que está escrito por el mismo Josué; en él se refiere, después del paso del Jordán, la sumisión de los reinos enemigos, división de la tierra entre el pueblo de Israel, y por sus ciudades, aldeas, montes y límites se prefigura el reino espiritual de la Jerusalén celestial.

9. Libro de los jueces, así llamado de los príncipes del pueblo, que fueron los jefes de Israel, después de Josué y Moisés y antes del reinado de David y de los demás reyes; se cree que Samuel es el autor de este libro. El libro de Samuel describe su nacimiento, sacerdocio y hechos más notables de su vida, y por eso recibió este nombre.

10. Y aun cuando este libro contenga la historia de Saúl y David, sin embargo, uno y otro guardan relación con Samuel porque éste ungió a Saúl para el reino y a David como rey futuro. La primera parte de este libro la escribió el mismo Samuel; lo demás, hasta el final, lo escribió David.

11. Malachím. Se llama así este libro porque trae la historia de los reyes de Judá y su gesta por orden de tiempo. Malachím es nombre hebreo, que se interpreta de los Reyes. Jeremías reunió en un solo volumen la historia de cada uno de los reyes que antes estaban separadas.

12. Libro de los Paralipómenos: voz griega que podemos interpretar de las cosas omitidas, porque en él se expresan sumaria y brevemente aquellas cosas que, bien en la ley o bien en los libros de los Reyes, se omitieron o no se han expresado con amplitud.

13. Libro de Job. Algunos dicen que Moisés es su autor; otros que algunos de los profetas, y no falta quien diga que es el mismo Job, que lo escribió después de sus padecimientos, juzgando que él, que sostuvo una lucha tan especial, debía narrar después las victorias obtenidas.

14. El principio y el fin del libro de Job están escritos en prosa; pero desde la mitad del libro, en el lugar que empieza Pereat dies in qua natus sum (3, 3), hasta aquel otro en que dice: Idcirco ego me reprehendo et ago poenitentiam (42, 6), está escrito en verso heroico.

15. Libro de los Salmos, en griego Psalterio, Nabla en hebreo, en latín Organo. Se llama de los Salmos porque lo cantaba un profeta acompañado de salterio, respondiendo un coro en el mismo tono. El título hebraico de este libro es Sepher Thehilim, que quiere decir libro de los himnos.

16. Los autores de los salmos son los que se ponen en los títulos, a saber: Moisés, David, Salomón, Asaph, Ethan, Iduthun y los hijos de Coré, Emán ezraíta y otros. Todos estos himnos fueron recogidos por Esdras en un solo volumen.

17. Los salmos están compuestos en verso; y a la manera de Flaco, romano, y del griego Píndaro, usa ya el yámbico, ya el alcaico, ya el sáfico, el trímetro o el tetrámetro.

18. Salomón, hijo de David y rey de Israel, compuso tres volúmenes según las sílabas de su nombre; el primero, llamado en hebreo Masloth; en griego, Parábolas, y nosotros le decimos de los Proverbios, porque en él se expone la verdad con semejanzas e imágenes.

19. Y reservó la verdad para meditación de los lectores. El segundo libro lo llamó Coheleth, que en griego se dice Eclesiastés, y nosotros Predicador, porque no se dirige especialmente a uno como en los Proverbios, sino a todos en general, enseñando que todo lo que hay en el mundo es breve y caduco, y por esto no se ha de ambicionar.

20. El tercer libro lo llamó Sir hassirim, y nosotros le llamamos Cantar de los Cantares; en él, con un canto epitalámico, celebra místicamente la unión de Cristo con la Iglesia, y se llama Cantar de los Cantares por su prestancia sobre los demás cánticos que hay en las Sagradas Escrituras; de la misma forma que, habiendo en la ley cosas que son santas, se dice, sin embargo, de algunas Sancta Sanctorum, por su prestancia sobre las demás.

21. Los cánticos de estos tres libros, según opinión del historiador Josefo y San Jerónimo, están escritos en versos hexámetros y pentámetros.

22. Isaías, a quien se puede llamar evangelista más que profeta, escribió su libro, todo él rebosante de prosa elocuente. Sus cánticos los desarrolla en versos hexámetros y pentámetros.

23. Jeremías escribió un libro con sus Trenos, a los que nosotros llamamos Lamentaciones, porque se emplean en las cosas tristes y en los funerales. En ellas compuso cuatro cantos alfabéticos, de los cuales los dos primeros están en verso sáfico, pues los tres primeros versículos están unidos entre sí y empiezan por la misma letra.

24. El tercer alfabeto está escrito en trímetro y cada tres versos empiezan por la misma letra. El cuarto alfabeto es semejante al primero y segundo

25. Ezequiel y Daniel. Estos libros se dice que están escritos por estos varones sabios; los principios y el final del libro de Ezequiel son muy obscuros. Daniel explica con claridad los reinos del mundo y anota con gran exactitud el tiempo de la venida de Cristo.

26. Estos son los cuatro profetas que se llaman mayores porque escribieron libros de mayor volumen. El libro de los doce profetas está escrito cada uno por aquel cuyo nombre figura al principio, y se llaman menores porque estos libros son más reducidos.

27. Por lo cual van unidos entre sí en un solo volumen. Sus nombres son: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Solonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

28. El libro de Esdras está escrito por éste, y en su texto se contienen también las palabras de Nehemías, y no se pone más que un solo libro, porque el segundo, tercero y cuarto no existen entre los hebreos, sino que se tienen como apócrifos.

29. Ester. Este libro se cree escrito por Esdras, y en él, bajo la figura de la reina Ester, se presenta la Iglesia librando de la esclavitud y de la muerte al pueblo escogido, vencido Amán, figura de la iniquidad.

30. El libro de la Sabiduría. Este libro nunca existió en el canon de los hebreos, y su mismo título pone de manifiesto la influencia griega. Los judíos dicen que su autor es Filón, y se llama libro de la Sabiduría porque en él se predice con evidente claridad la venida y pasión de Cristo, que es la sabiduría del Padre.

31. El libro del Eclesiástico fue escrito con toda certeza por Jesús, hijo de Sirach, natural de Jerusalén y nieto del sumo sacerdote Jesús, del cual hace mención Zacarías. Este libro fue atribuido a Salomón entre los latinos por la semejanza de estilo.

32. Se llama Eclesiástico porque ha sido reconocido con todo cuidado y discernimiento por el uso de la instrucción religiosa de toda la Iglesia. Este libro se encuentra entre los hebreos, pero se tiene como apócrifo.

33. Los libros de Judit, Tobías y los libros de los Macabeos no constan por quiénes están escritos, y reciben su nombre de aquellos cuyas gestas narran.

34. Los cuatro libros de los Evangelios están escritos por cada uno de los evangelistas.

35. El primero, San Mateo, escribió su evangelio en hebreo, en la Judea, comenzando por la natividad humana de Cristo, diciendo (1, 1): Liber generationis Iesu Christi, filii David, filii Abraham; significando con esto que Cristo descendió corporalmente de los patriarcas, como estaba prometido en los profetas por el Espíritu Santo.

36. El segundo es el evangelio de San Marcos, que, movido por el Espíritu Santo, escribió el evangelio de Cristo en griego; siguió a San Pedro a Italia como discípulo de él. Comienza su evangelio por el espíritu profético, diciendo (1, 3): Vox clamantis in deserto, parate viam Domino, para manifestar que Jesucristo, después que tomó carne, era el gran Profeta que predicó su Evangelio en el mundo; pues Cristo fue llamado Profeta por Jeremías, cuando dice (1, 5): Et prophetam in gentibus posuit te.

37. San Lucas, eruditísimo entre los evangelistas, era médico y escribió en Grecia y en lenguaje griego su evangelio, en tiempos del obispo Teófilo, comenzando por el espíritu sacerdotal con estas palabras (1, 5): Fuit in diebus Herodis, regis ludaeae, sacerdos Zacharias, para manifestar que Jesucristo, después de su natividad en carne y de la predicación del Evangelio, fue hecho hostia por la salvación del mundo.

38. Porque El es el sacerdote del cual se dice en los Salmos (110, 4): Tu es sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchisedech. Pues con la venida de Cristo se terminó el sacerdocio de los judíos y cesó la ley y la profecía.

39. San Juan escribió el cuarto y último evangelio en Asia. Comienza por el Verbo para manifestar que el Salvador, que se dignó nacer y padecer por nosotros, era antes de todos los tiempos el Verbo de Dios, que vino del cielo y volvió a él después de su muerte.

40. Estos son los cuatro evangelistas, que el Espíritu Santo, por medio de Ezequiel, significó bajo la figura de los cuatro animales. Estos animales son cuatro, porque por la predicación de los cuatro evangelistas se llevó a las cuatro partes del mundo la fe cristiana.

41. Y son animales porque el Evangelio de Cristo se predica para las almas (anima); de estos animales se dice que están llenos de ojos por dentro y por fuera porque preveían el cumplimiento de las profecías y de las cosas que se habían prometido.

42. Se dice igualmente que estos animales tenían sus piernas rectas, porque nada hay torcido en el Evangelio; y que tenían seis alas con las que ocultaban sus piernas y sus rostros, pues con la venida de Cristo se revelaron los misterios que estaban ocultos.

43. Evangelio quiere decir nuncio bueno; en griego eu significa bien, y anguelia significa anunciación; de donde se ve que ángel significa nuncio.

44. San Pablo Apóstol escribió catorce epístolas, de las cuales nueve están dirigidas a las siete iglesias, y las demás a sus discípulos Timoteo, Tito y Filemón.

45. La Epístola a los Hebreos sospechan algunos latinos que no está escrita por él, cosa que deducen del estilo del lenguaje, atribuyéndola algunos a San Bernabé y otros a San Clemente.

46. San Pedro escribió dos epístolas, que se llaman católicas, porque no están dirigidas a un pueblo o a una ciudad, sino a los cristianos de todo el orbe.

47. Santiago, San Juan y San Judas también escribieron epístolas.

48. El libro de los Hechos Apostólicos describe los principios de la fe cristiana entre los gentiles y teje la historia de la Iglesia naciente. Consta que lo escribió San Lucas Evangelista. Expone la infancia de la Iglesia y los trabajos de los apóstoles, y por eso recibió este nombre.

49. San Juan Evangelista escribió el libro del Apocalipsis estando desterrado en la isla de Patmos por predicar el Evangelio. La palabra Apocalipsis, de origen griego, significa revelación, que quiere decir manifestación de cosas que están ocultas, según aquellas palabras del mismo San Juan, que dice (Apoc. 1, 1): Apocalypsis Iesu Christi quam dedit illi Deus palam facere servis suis (Apocalipsis, o sea revelación de Jesucristo que Dios le hizo para que lo pusiera de manifiesto a sus siervos.)

50. Estos son los escritores de los Libros Sagrados, que, hablando por el Espíritu Santo, escribieron, para enseñanza nuestra, las reglas para creer y los preceptos para vivir.

51. Además de estos libros, hay otros, que se llaman apócrifos, que quiere decir secretos, porque son dudosos. Su origen, pues, es obscuro y no está patente a los Santos Padres, de los cuales hemos recibido la autoridad de las Sagradas Escrituras por una certísima y no interrumpida sucesión.

52. En estos libros apócrifos, aunque se encuentra alguna verdad, no tienen, sin embargo, autoridad canónica, por las muchas falsedades que contienen, y por eso se cree prudentemente que no están escritos por aquellos a quienes se atribuyen.

53. Pues muchas cosas aducen los herejes fundándose en la autoridad de los profetas y más recientemente en la de los apóstoles; pero todas ellas han sido rechazadas después de un diligente examen por la autoridad canónica, declarando apócrifos esos libros.
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Tomado de la primera versión íntegra en español de las Etimologías, por de don Luis Cortés y Góngora, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1951, páginas 135-145 (libro VI, capítulos 1 al 14).

De los libros
San Isidoro de Sevilla (560-636)
Originum sive Etymologiarum libri XX, VI, 3-14

Capítulo 3

De las bibliotecas

1. Biblioteca. Toma su nombre del griego, y se interpreta lugar donde se guardan los libros; pues en griego biblion significa libro y zeke es reposición.

2. Esdras, movido por el espíritu de Dios, vueltos los judíos a Jerusalén, reparó la Biblioteca del Antiguo Testamento, incendiada por los caldeos, reparó los estragos del fuego, y corrigió todos los libros de la ley y de los profetas, que habían sido corrompidos en muchas de sus partes por los gentiles, y ordenó todo el Antiguo Testamento en veintidós libros, como veintidós eran las letras del alfabeto hebreo.

3. Pisistrato, tirano ateniense, es el que, según se dice, estableció primeramente una biblioteca entre los griegos; después, muy engrandecida ya por los atenienses, Jerjes la trasladó a Persia, después del incendio de Atenas, volviendo de nuevo a Grecia, pasado mucho tiempo, por obra de Seleuco Nicanor.

4. Desde entonces, reyes y pueblos pusieron todo empeño en adquirir volúmenes de diversas naciones y los hacían traducir al griego por los intérpretes.

5. Alejandro Magno y sus sucesores procuraron con todo interés dotar de libros a la biblioteca, principalmente Ptolomeo Filadelfo, peritísimo en la literatura, el cual emuló a Pisístrato, y no solamente adquirió y catalogó los escritos de los gentiles, sino que la enriqueció con las Sagradas Escrituras. La biblioteca de Alejandría llegó a tener setenta mil volúmenes.

Capítulo 4

De los intérpretes

1. Filadelfo pidió al pontífice de los hebreos Eleazar las escrituras del Antiguo Testamento y cuidó de que se vertieran del hebreo al griego por setenta intérpretes y las incluyó en la biblioteca de Alejandría.

2. Estos setenta trabajaron separadamente, cada uno en su celda, y de tal manera lo interpretaron todo bajo la moción del Espíritu Santo, que no se encontró discrepancia alguna en los escritos de cada uno de los setenta, ni aun siquiera en el orden de las palabras.

3. Hubo además otros intérpretes que vertieron las sagradas páginas del hebreo al griego, como son Aquila, Símaco y Teodoción; existe otra versión, de autor desconocido, y por eso, sin nombre del intérprete, recibió el nombre de Quinta Edición.

4. Orígenes encontró con admirable trabajo las sexta y séptima edición, que cotejó con otras ediciones anteriores.

5. San Jerónimo, perito en tres lenguas, tradujo al latín, directamente del hebreo, las Sagradas Escrituras; esta versión ha sido siempre tenida en alta estima, y con razón se prefiere a las otras, pues puso la mayor tenacidad en buscar la palabra propia para la mayor claridad en la sentencia y es el más veraz, teniendo en cuenta que era un intérprete cristiano.

Capítulo 5

Del primero que introdujo los libros en Roma

1. Emilio Pablo fue el primero que, vencido Perseo, rey de los macedonios, llevó a Roma gran cantidad de libros; después, Lúculo, como botín del Ponto, trajo también muchos libros. Después de éstos, César dio el encargo a Marco Varrón de formar una gran biblioteca.

2. Polión fue el primero que en Roma abrió las puertas de las bibliotecas al público, dotándolas munificentísimamente con los despojos de la guerra, tanto de volúmenes griegos como latinos, colocando las imágenes de los más célebres escritores en el atrio del local.

Capítulo 6

De los que entre nosotros establecieron bibliotecas

1. Entre nosotros, Panfilio, mártir, cuya vida refiere Eusebio de Cesarea, procuró formar una biblioteca basada en el conocimiento que tenía de la de Pisistrato, y llegó a reunir en la suya cerca de treinta mil volúmenes.

2. San Jerónimo y Gennadio reunieron en un volumen un índice o catálogo de los autores eclesiásticos de todo el orbe, con inclusión de sus trabajos.

Capítulo 7

De los que escribieron mucho

1. Marco Terencio Varrón, entre los latinos, escribió innumerables libros. Entre los griegos, Calcentero, muy alabado entre los antiguos, escribió tanto que apenas hoy podría copiarlo cualquiera de nosotros durante toda su vida.

2. Entre los católicos está Orígenes, de nación griego, que superó con sus trabajos sobre las Sagradas Escrituras en el número de volúmenes a todos los escritores anteriores, tanto griegos como latinos. Finalmente, San Jerónimo confiesa que se ha leído más de seis mil libros de Orígenes.

3. Sin embargo, San Agustín, con su ingenio y su ciencia, venció los trabajos de todos los precedentes; pues escribió tanto que una persona, empleando los días y las noches, sería incapaz no ya de copiar sus libros, pero ni aun de leerlos.

Capítulo 8

De los géneros de obras

1. Los géneros de obras son tres: el primer género recibe el nombre de selecto, que en griego se llama scholia, en los cuales se trata brevemente las cuestiones más difíciles y obscuras.

2. El segundo género lo constituyen las homilías, que son las palabras o discursos al pueblo. El tercero lo constituyen los tomos, que nosotros llamamos libros o volúmenes. Las homilías son para el vulgo; los tomos son libros de más estudio. Diálogo es un coloquio de dos o de muchos, al que los latinos llaman conversación y los griegos diálogo.

3. Sermo (plática), se dice así porque se planta (seritur) entre unos y otros. Y por eso dice Virgilio (Eneida, 6, 160): Multa inter se serebant.
(Muchas cosas hablaban entre sí).

Tratado, es la múltiple exposición de una sola cosa, y se llama así porque lleva el sentido a muchos aspectos sopesando (contrectando) mucho las sentencias consigo mismo.

4. Difieren plática, tratado y palabra; pues la plática necesita otra persona, el tratado es especialmente para sí mismo y la palabra (verbum) es para todos, de donde se dice Verbum fecit ad populum.

5. Comentarios: se llaman así como si dijera con la mente (cum mente), y son interpretaciones como comentarios sobre derecho, sobre los Evangelios, etc.

6. Apologético significa excusa, y en estas obras se suele responder a los que acusan. Consiste en la defensa o en la negación, y es nombre griego.

7. Panegírico es un género libre y difuso en alabanza de los reyes; en su composición son adulados los hombres con muchas mentiras. Este mal nació entre los griegos, cuya ligereza, acompañada de facilidad para hablar y abundancia de palabras, levantó muchas nubes de mentiras.

8. Libro de los fastos son aquellos en los cuales se escribían los hechos de los reyes o cónsules, y por eso se llaman así, a fascibus, dignidades; por eso recibieron el nombre de fastos todos los libros que se escribían acerca de los reyes y cónsules.

9. Proemium es el comienzo del decir. Se pone al principio del libro para preparar e instruir, y siempre antes de la narración de los hechos. Este nombre lo usaron muchos latinos sin traducir y nosotros lo interpretamos como prefacio o introducción.

10. Preceptos: se llaman así los que nos enseñan qué se ha de hacer o se ha de evitar, como por ejemplo: Ama a Dios y Honra a tu padre y a tu madre, o estos otros: No fornicarás. No robarás.

11. De la misma manera, los preceptos de los gentiles mandan o prohiben. Mandan, como (Virg. Georg., 1, 299): Nudus ara, sere nudus.

(Ara desnudo y siembra desnudo); o prohiben, como (Virg. Georg., 2, 299): Neve inter vites corylum sere, neve flagella
Summa peto.

(No siembres el avellano entre las viñas ni cortes en la punta los sarmientos.)

12. El primero que escribió preceptos entre los hebreos fue Moisés; entre los latinos, Marcio, del cual es este precepto: Sé el primero en callar y el último en hablar.

13. Parábolas y problemas. Con estos nombres se indica que para investigar hay que elevarse más alto. La parábola lleva consigo la semejanza de alguna cosa, Y aunque es palabra griega, se usa también como latina. Sabido es que en las parábolas se trasladan las semejanzas de las cosas que se dicen a las cosas de que se trata.

14. Problema es palabra griega que significa proposición o cuestión, y contiene siempre algo cuya solución se busca por la controversia.

15. Quaestio (cuestión) viene de quaesitio búsqueda, porque se busca de algo, primero su existencia, qué sea, cuál sea, &c.

16. Argumento viene de argute inventum (formado con destreza), para comprobar las cosas.

17. Epístola, palabra griega que significa enviada.

18. Antes de que estuvieran en uso los papeles y pergaminos, se escribían las cartas en unas tablillas de madera muy alisadas, y de aquí que los portadores de estas epístolas se llamaban tabellarios (de tabella, tablilla).

Capítulo 9

De la cera

1. La cera es material necesario para la escritura, y en cierto modo la nodriza de los niños: Dant ingenium pueris, primordia sensus

(Dracont. Satisf., 63.) (Ellas despiertan en los niños el ingenio y los sentidos.) Los griegos y los etruscos fueron los que primeramente emplearon la cera para la escritura, utilizando para ello un punzón de hierro; después, los romanos mandaron que nadie tuviera en su poder el estilo o punzón para escribir.

2. De aquí la frase corriente entre los escribanos: Ceram ferro ne caedito. (No hieras con el hierro a la cera.) Después se determinó que se escribiera en la cera empleando estilos de hueso, como indica Atta en su sátira, diciendo: Vertamus vomerem
In ceram, mucroneque aremus osseo.

(Volvamos el arado a la cera y aremos con el punzón de hueso.) Graphium es palabra griega que significa escritorio, del griego grafe, que significa escritura.

Capítulo 10

Del papel

1. En la ciudad de Menfis, de Egipto, fue donde primeramente se usó el papel; ya dijo Lucano (4, 135): Conficitur bibula Memphitis Charta papyro.

(Las cartas se hacen en Menfis con papel que absorbe.) Llama al papel húmedo (bibula) porque absorbe e agua.

2. Chartha (papel), así llamada por estar formada, carptim, por trozos de la capa interior del papiro egipcio. Hay de varias clases: la primera y principal se llama augusta regia, de tamaño grande, llamada así en honor de Octavio Augusto.

3. La segunda, liviana, en honor de Livia. La tercera, hierática, así dicha porque es empleada solamente para los libros sagrados; es semejante a la augusta pero con algo de color.

4. Cuarta, teneotica, así llamada el lugar de Alejandría en donde se fabrica. La quinta, saítica, de la ciudad de Sai.

5. La sexta se llama corneliana, de Cornelio Galo, prefecto de Egipto, para quien se hizo primeramente esta clase de papiro. Emporética, que se empleaba para envolver las mercancías, y es poco idónea para la escritura.

Capítulo 11

De los pergaminos

1. Los reyes de Pérgamo fueron los primeros que, cuando necesitaban escribir, usaron membranas, que de su origen recibieron el nombre de pergamino, que conservan hasta hoy. Se llaman membranas porque se obtienen de miembros de animales.

2. Primeramente se hacían de color amarillo; después aparecieron en Roma los pergaminos blancos, comprobándose que no era conveniente, ya porque fácilmente se manchaban, ya porque dañaban la vista de los lectores, cosa que era tenida tan en cuenta, que los arquitectos de más nombre prohibían poner en las bibliotecas techos dorados y pavimentos que no fueran de mármol de Caristo, porque este mármol, con su color verde, apagaba el fulgor del oro y era alivio para los ojos.

3. Por esta razón los cambistas ponen sus denarios sobre paños verdes y los tallistas de gemas tienen ante los ojos dorsos de escarabajos que son muy verdes, y los pintore hacen lo mismo, para que descanse la vista, con el color verde, en medio del trabajo.

4. Las membranas son blancas, terrosas (amarillentas) o purpúreas. La blanca es el color natural; la terrosa es de dos colores; se tiñe por una parte color de amarillo, acerca de lo cual dice Persio (Sat., 3, 10): Iam liber, et positis bicolor membrana capillis.

(Ya está el liber y la membrana de doble color limpiada de pelos.)

5. La purpúrea es la que se tiñe de color rojo, para que destaque en ella el oro y plata de las letras.

Capítulo 12

De la manera de hacer los libros

1. Algunas clases de libros entre los gentiles tenían determinado tamaño. Los versos y epístolas tenían forma más pequeña; pero las historias se escribían en libros mayores, y no solamente en papel o membrana, sino en membrana hecha del redaño de los elefantes, y también con un papel formado de hojas de malvas y palmeras.

2. De esta clase hace mención Cinna cuando dice: Haec tibi Arateis multum invigilata lucernis
Carmina, quis ignes novimus aerios,
Levis in aridulo malvae descripta libello
Prusiaca vexi munera navicula.

(Te he traído en calidad de regalo, en una navecilla prusíaca, estos versos, muy trabajados al resplandor de lámparas arateas, por las cuales conocemos los fuegos aéreos y están escritos en un seco papel de ligera malva.)

3. La práctica de recortar los libros existió primeramente en Sicilia; pues al principio sólo se alisaban. De donde dice Cátulo (1, 1): Cui dono lepidum novum libellum,
Arido modo pumice expolitum?

(¿A quién regalo este nuevo librito de gracia alisado con la seca piedra pómez?)

capítulo 13

De los nombres de los libros

1. Codex (códice) se llama el libro de un solo volumen aunque contenga varias obras. Se llama códex por traslación, tomado de caudex, tronco de los árboles, que se compone de muchas ramas; así también el códex tiene muchos libros.

2. Volumen (rollo): se llama a volvendo, de revolver, y así se dice entre los hebreos el volumen de la ley y los volúmenes de los profetas.

3. Liber es la membrana que tienen los árboles entre la corteza y la madera; de ella dice Virgilio (Egl., 10, v. 67): Alta liber aret in ulmo.

(El liber se seca en el alto olmo.) De aquí vino el nombre de libro, porque antes del uso del papel y membrana animal se hacían los libros de esta membrana vegetal que se llama liber; de ahí también que a los copistas se les llamara librarios.

Capítulo 14

De los que hacían los libros y sus instrumentos

1. Los librarios (copistas) antes se llamaban bibliopolas, del griego biblon. Los librarios se llaman también anticuarios; pero propiamente librarios son los que escriben tanto los libros antiguos como los nuevos, y anticuarios los que solamente copiaban los antiguos, y de ahí tomaron su nombre.

2. El nombre de escriba, o escribiente, viene de escribiendo, expresando su oficio el mismo vocablo.

3. Los instrumentos del escriba son la caña y la pluma. El primero está tomado del reino vegetal y la pluma es de ave. Su extremidad se divide en dos, conservando la unidad de la pluma, significando que en aquella división que se hace en el extremo fino de la pluma se representa el Antiguo y Nuevo Testamento, con los cuales se expresa el sacramento de la palabra, difundida por la sangre de la pasión.

4. Se llama cálamo porque pone la tinta sobre el papel. Los marinos usan este verbo calare en el significado de poner.

5. Penna (pluma) viene a pendendo, esto es, volando. Pues, como se dijo, son plumas de ave.

6. Folia (hojas) de los libros. Se llaman así o por la semejanza con las de los árboles o porque se hacían ex follibus, de fuelles, esto es, de pieles de animales, Las caras de estas hojas se llaman páginas, porque compinguntur, van unidas.

7. Verso, llamado así por el vulgo, porque se escribía a semejanza de como se ara la tierra; empezaban llevando el estilo de izquierda a derecha, después lo llevaban más abajo, y empezaban de nuevo el movimiento otra vez a la derecha; y a la vuelta que dan los bueyes cuando aran para empezar otro surco le llaman los rústicos verso.

8. Scheda (esquela): se llama así el escrito que está sometido a corrección y no está aún redactado en libros. Es vocablo griego, como también es griega la palabra tomo.
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Tomado de la primera versión íntegra en español de las Etimologías, por de don Luis Cortés y Góngora, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1951, páginas 135-145 (libro VI, capítulos 1 al 14).

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