En el pasado, creía que mis habilidades me hacían superior a los demás. Aunque estas habilidades no siempre eran útiles en la vida diaria, me sentía genial al usarlas. La sociedad tiende a agrupar a las personas con intereses y habilidades similares, lo que me llevó a ver a los demás como desafíos que debía superar.
Sin embargo, con el tiempo, comencé a ver a personas con habilidades diferentes a las mías, lo que me hizo sentir pequeño y me resultó más difícil vencerlos en su propio juego. Me di cuenta de que simplemente saber que era mejor no era suficiente, y que el crecimiento sin un objetivo era una batalla interminable que me llevó a perder mi fortaleza.
Tuve que empezar de nuevo, hacer las cosas de manera diferente y ver a las personas por lo que realmente son. Empecé a apreciar que no soy el único responsable del futuro y que cada persona puede enseñarme algo. Fue un cambio enorme que tenía que empezar en mi cabeza.
Inicialmente, pensé que todos en mi camino tenían que sentir que estaban ganando contra mí. Sin embargo, perder me hizo sentir mejor de lo que pensaba, y comencé a enfocarme en adquirir conocimiento y a entenderme mejor. Con el tiempo, aprendí que el crecimiento proviene de una comprensión real de la importancia de todas las criaturas vivas.
El conocimiento puede llevar a la humildad, pero no es un requisito. He conocido a personas que han ofrecido su mano a extraños sin poder o conocimiento, y eso me ha inspirado. Después de ser corrompido por el poder, aprendí que no necesito entender que la ignorancia es una virtud para hacer uso de esa virtud.
