Dark Light
Desesperada por encontrar una salida, Dana descubre otro de sus poderes para manipular elementos. Es posible que necesite más que suerte para escapar.

Estás a punto de leer «Hielo» de la serie Sibilare, es probable que lo encuentres inconcluso y lleno de misterios que se responden en el transcurso de la historia. Te recomiendo visitar mi Wattpad, allí encontrarás las entradas en orden, también puedes ir directamente a este capítulo aquí, o continuar leyendo bajo tu propia responsabilidad.


Desde un helicóptero que vuela sobre la ciudad de Intiyahuar, el piloto del escuadrón encargado de perseguir y exterminar a cualquier manifestación de hechicería, el diácono—Matias—observó a la sospechosa salir de la tienda de antigüedades.

“Tengo al objetivo en la mira,” dijo Matias por la radio.

Ese instante empezó el operativo para neutralizar al objetivo. “Comunícame con el obispo,” dijo el vicario—Germán—desde el interior de la Iglesia Basílica de Intiyahuar.

“Tenemos al objetivo,” dijo el Germán, cuando la llamada fue conectada.

“¿Qué estás esperando?” preguntó el obispo—Marco. “Encárgate de ella.”

Una vez que la orden fue dada, todos los escuadrones en espera empezaron la cacería de la bruja.

Enseguida, un vehículo negro se atravesó frente a la motocicleta en la que viajaba Dana, por suerte esta era liviana y fácil de maniobrar. Jacob alcanzó a frenar manteniendo el equilibrio sobre la llanta delantera antes de estrellarse, y dejó caer la parte trasera de la motocicleta hacia un costado. El sonido del motor al acelerar llamó la atención de los diáconos en el vehículo, pero la motocicleta de enduro era demasiado rápida para ellos.

Jacob aceleró haciendo que la motocicleta dibuje un círculo negro con la llanta trasera. Luego, volvió a acelerar para levantar la llanta delantera y hacer que el chasis se estrelle contra la capota del vehículo de los diáconos. Él logró subir sobre el carro y siguió pasando sobre ellos.

Si intentan bloquear el camino, pensó Jacob, es porque no quieren que vaya para allá. Él pasó junto a una motocicleta de autopista. Ellos no saben lo que es andar en un vehículo todo terreno de competencias en dos ruedas.

Los diáconos en el helicópteros se sorprendieron a mirar la hazaña. “Cambio de planes,” dijo Matias. “Se dirigen al este.”

Si ellos logran salir de Intiyahuar, sería imposible que los atrapen. Los diáconos no esperaban la astucia del motociclista.

“Todas las unidades,” dijo Germán. “Quiero cerradas todas las salidas de la ciudad.”

Enseguida, otros diáconos de la ciudad empezaron a dirigirse a las salidas más cercanas. Ellos debían detener a la bruja para confrontarla.

Dana se sostenía con fuerza de Jacob, ella jamás pensó pasar sobre un vehículo con una motocicleta. Tampoco pensó posible ser perseguida por la iglesia, o que ellos tengas poderes místicos. ¿Cómo es posible que puedan controlar la luz? Ella estaba aturdida, pero segura de que la respuesta estaría en el libro que tomó.

Jacob manejaba seguro de su destino, aunque en realidad no tenía idea de lo que sucedía. Lo único que quería era huir, pase lo que pase, él debía alejarse de las espadas brillantes. El dolor de su brazo parecía disminuir, pero todavía sentía tensión en sus músculos. Era parecido al dolor de electrocutarse. Él sentía que algo de esa luz seguía dentro de su brazo, algo que tardaría mucho tiempo en salir.

La simple idea de volver a tocar la luz creaba un vacío en su estómago.

Jacob manejaba como un maniático, pasando a vehículos estacionados tras las señales de tránsito. Sin embargo, él no podía esperar que las luces cambien, y sonrió al notar que el volante de la motocicleta era más alto que los retrovisores. Así que él ni siquiera necesitó bajar la velocidad, solo seguía, con una sola meta en su mente. Escapar.

“Lo tenemos padre,” dijo Matias, cuando un camión cruzó frente a la motocicleta.

Jacob presionó el muslo izquierdo de Dana, intentado enviar un mensaje. Luego, se lanzó para un costado, con el extremo del volante golpeando el piso y gracias a lo delgado de la motocicleta quedó un espacio para proteger sus piernas. Dana cerró los ojos y lo abrazó con fuerza, ellos se deslizaron a centímetros del asfalto. Después, cuando la motocicleta se detuvo, él ayudó a Dana a bajarse, y notó que estaba ilesa.

“Estás bien,” él dijo.

Ella no alcanzó a responder cuando vio una sombra acercarse. “Tenemos que salir de aquí.”

Jacob vio a cuatro hombres de negro acercarse. Estos eran parecidos a los monjes que encontró en la casa de antigüedades, pero su ropa era diferente. Enseguida, uno de ellos arrojó lo que parecía ser una llama negra.

El pequeño dragón salió de la cartera y empezó a protegerlos de las llamas. Él volaba de forma desorganizada, estrellándose de frente contra las bolas de fuego negro. Aunque era difícil de apreciar, pero él creaba una llama de su boca antes de cada impacto.

Dana perdió la paciencia y sus ojos se llenaron de fuego.

Jacob levantó la motocicleta. Inmediatamente intentó encenderla, pero él arranque eléctrico no funcionaba, así que sacó la pata y empezó a patear el arranque mecánico, pero nada. El motor no reaccionaba.

Dana vio a Jacob repetir el mismo movimiento, saltando sobre la motociclista. Él se veía desesperado por la situación. Ella enfrentó a los diáconos, haciendo que bolas de fuego se enciendan sobre las palmas de sus manos

Sus bolas de fuego y el pequeño dragón eran suficientes para detener los ataques, pero eso no cambiaba su situación, ellos estaban acorralados. Dana llamó a los elementos, comprimiendo el oxígeno sobre la palma de su mano derecha, continuando hasta crear una esfera de oxígeno líquido, y siguió comprimiendo hasta que se volvió sólida. El aire a su alrededor se enfrió, y el pequeño dragón abrió su boca para consumir la esfera.

Ni siquiera Dana esperaba ver al pequeño dragón amarillo cambiar de color, la luz que brillaba de él se tornó azul. Y por primera vez, Dana sintió un líquido cruzar por su mirada. Ella empezó a lanzar bolas de oxígeno líquido con las palmas de sus manos, y éstas bolas heladas, luego de estrellarse contra el fuego negro, continuaban su trayectoria.

Una vez que Dana notó el cambio, ella intentó impactar a los diáconos. Sin embargo, ellos huyeron sin darle oportunidad.

“Vamos,” dijo Dana. “¿Qué haces?”

Jacob regresó a ver, mientras seguía luchando por encender su motocicleta.

Eventualmente, el estruendo del motor regresó, y ellos subieron para continuar escapando.

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