Sebastián Iturralde
En el presente las cosas se complicaron. La gente en todas partes comenzó a desaparecer. ¿Pero cómo? ¿Qué podría estar pasando? Esto no era normal y, a pesar de ello, en las redes sociales se podía escuchar acerca de las desapariciones.
El número de personas desaparecidas comenzó a aumentar rápidamente. Era imposible. Las ciudades se estaban haciendo más pequeñas cada día. Eventualmente, la causa número uno de muerte en cada país del mundo fue la desaparición.
Nada tenía sentido. ¿Dónde estaban los cadáveres? Las teorías flotaban como murmullos. Se decía que era una organización que buscaba reducir el número de personas en el mundo. Otros decían que se trataba de ovnis que estaban llevando a humanos para experimentar con ellos. Otros afirmaban que era combustión instantánea. Pero nadie realmente sabía qué estaba pasando.
Las familias disminuían rápidamente. Las desapariciones aumentaban exponencialmente. ¿Pero cómo? Las autoridades buscaban desesperadamente una solución para la rápida disminución de humanos en el mundo. Todos parecían desesperados.
Para el Escriba, era un día normal. Uno más en su incansable búsqueda de la perfección. Sus teorías eran un poco más radicales. Ya había visto desaparecer a muchos conocidos. Bueno, todo esto comenzó después del lanzamiento del Colisionador de Hadrones y el descubrimiento subsidiario de la materia oscura.
Era obvio para el Escriba que todo estaba relacionado. Se cree que el Colisionador de Hadrones rasgó un agujero en el espacio-tiempo y era cuestión de tiempo antes de que ocurriera algo terrible. Pero para él, esto no era algo extraño, el gobierno mundial trabajaba incansablemente para que situaciones como esta fueran contenidas.
El Escriba era uno de los encargados de borrar la mente colectiva. Escogiendo recuerdos que no son necesarios para el ser humano promedio. Esta vez se trataba de la desaparición de la mitad de las personas en el planeta. Un error de cálculo que nuestros científicos pudieron corregir rápidamente.
El Colisionador de Hadrones les dio una herramienta para llegar a otros lugares en el espacio-tiempo. Estas realidades eran como trenes que se elevaban mientras viajaban a la misma velocidad en vías paralelas. Iguales en casi todo a la realidad.
Los científicos decidieron que la mejor manera de dar paz a los humanos que vieron desaparecer a la mitad de los seres en su planeta era hacerles creer que todo era parte de una película de ciencia ficción. Los recuerdos cambiaron, pero eso fue solo el primer paso.
El Escriba activó el mecanismo que inició la secuencia. El choque de dos líneas temporales. El sistema había planeado descarrilar una de las líneas temporales cerca de la suya y esperaba que el resultado fuera satisfactorio.
El choque resultó en la aparición de nuevos seres que ahora reemplazaban a los desaparecidos. Nuevos seres que se sienten como visitantes en este nuevo universo. Viajando sin saber que todo lo que amaban fue destruido en el proceso. Es por eso que el efecto Mandela es solo real para nosotros.
