Este apartado cumple el propósito de llevar al público una colección de relatos actuales, escritos por autores contemporáneos. Se parte de esta revolución literaria comentando y compartiendo sus trabajos.
Encontré este relato en mi interminable búsqueda de inspiración. Siento que es una excelente ayuda para imaginar el universo de los seres que no comparten nuestros sentidos. Espero que lo disfrutes.
Parte uno: Lorenzo Silva A los cincuenta y siete años, después de una existencia intensa y provechosa, en la que había tenido ocasión de aprender cinco idiomas y diversos oficios, amén de practicar media docena de deportes, manejar con destreza una variada
1 Cuando tenía ocho años, a Miguel, el Renacuajo, le gustaba salir a pasear por el bosque. Una tarde, mientras caminaba sin rumbo, descubrió un lugar de una belleza extraordinaria. Era un paraje solitario situado en el valle de la montaña, con
Raúl no podía quedarse quieto. Se sentaba, aguantaba diez segundos, se volvía a levantar. Caminaba hasta el fondo de la cabina de vigilancia. Se detenía ante la puerta que daba acceso al campo de fútbol de la prisión, y volvía otra vez
La avenida fluía normalmente a esa hora de la tarde en la que no era usual esperar represamientos del tráfico (“tacos” en nuestra tierra, “trancones” para los capitalinos). De repente, al empezar una cuadra, esta se encontraba llena y muy lenta; un
No era un tipo vanidoso ni jactancioso, pero solía envanecerse y le resultaba divertido cuando algún crítico literario, un profesor de la universidad o un colega del gremio de escritores lo señalaba como el más brillante prosista de su generación injustamente tratado
Al pie de la Biblia abierta –donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo– alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó. Nada. A la hora se levantó y
Membrete Arsénico López. Agencia matrimonial Plaza de la Separación, 2-1. Huelva La nota debió leerla a primera hora de la tarde, eso dijo la policía, pues sólo entonces acudía a la oficina, donde trabajaba hasta las ocho o las nueve, justo la
Me fui a vivir al barrio en vísperas de sus fiestas patronales. La animación era grande y el programa de actos interesante y exhaustivo. Un torneo de ajedrez entre vecinos me llamó la atención y decidí inscribirme. Conocía algo de este juego,
Cada tarde, a la salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del Gigante. Era un jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave. Por aquí y por allá, entre la
Recuerdo la primer vez antes de entrar al trabajo pase a una pequeña cafetería recién inaugurada entré y dije: -Buenos días me das un americano sin azúcar. La chica de espaldas respondió -¡Buen día!, Si, con mucho gusto. Luego me miró y