Relato Corto Blog de Ficción

El Cazador

E

Una vez más, Simon abrió los ojos en esa habitación que se estaba volviendo un poco más familiar. Esta vez sintió correas de cuero atadas a sus muñecas y tobillos. Repetidamente, tiro de las ataduras con todas sus fuerzas y finalmente logró romper la correa que sujetaba sus brazos.

Simon inmediatamente comenzó a deshacer el resto de sus ataduras. Muy pronto, se levantó de la camilla y empezó a analizar su entorno. Todo fue como la última vez que se despertó en la extraña habitación. La misma sensación de estar atrapado en el consultorio de un médico, y el recuerdo de los hombres con batas blancas realizando sus experimentos regresó.

Al mirar la única salida de la habitación, Simon supo que algo era diferente, pero no podía entender lo su intuición le decía. Su sospecha creció y estrelló la puerta con el hombro.

Simon se detuvo después de abrir la puerta… un hedor metálico a sangre lo rodeó. Nada fue como la última vez que intentó escapar. Las paredes del pasillo estaban cubiertas con manchas de sangre. Simon tuvo que taparse la nariz, el olor era insoportable.

¿Qué pasó aquí? se preguntó, saliendo de la habitación. Algo andaba muy mal, pero no podía quedarse para averiguarlo. Inmediatamente, giró a la derecha y vio una puerta de metal bloqueando el camino. Al otro lado estaba su única escapatoria, el mismo camino que tomó cuando se encontró con la bestia en la esquina. El recuerdo de ese día pasó por su mente y recordó el dolor en su cuello. Simon llevó una mano al cuello, pero no encontró el dardo.

Tengo que tener cuidado, pensó Simon. Esta podría ser otra trampa, no puedo confiar en ellos.

Sus cautelosos pasos lo condujeron por el pasillo manchado de sangre. Las puertas de las otras habitaciones parecían haber sido destruidas, su intriga crecía con cada paso; en una de las habitaciones alcanzó a ver lo que parecía ser un brazo humano y aceleró su paso.

Tengo que salir de aquí, pensó, todavía cubriendo su nariz con una mano. Al llegar al final del pasillo encontró dos opciones para continuar. A la derecha otra puerta metálica y la oscuridad de una lámpara rota colgando del techo; a la izquierda su oportunidad para seguir buscando una salida.

Simon hizo una pausa. Ocultando su cuerpo, esperando una señal. En ese momento, vio ojos brillantes en la oscuridad. Se obligó a seguir mirando y notó que una criatura se movía frente a la puerta de metal que bloqueaba el pasillo de la derecha.

La criatura salió lentamente de las sombras. Su torso se movía como si fuera un arácnido con piernas delgadas golpeando el suelo con cada paso. Simon se escondió, incapaz de controlar su respiración, el temor empezó a crecer en su interior. Sin embargo, no podía esperar y ser atrapado. Mientras la criatura se acercaba lentamente.

Simon recordó la fuerza que tenía la última vez. Todo lo que pudo hacer… pero esta vez parecía diferente y decidió huir. Sorprendió a la criatura con su velocidad, haciéndola retroceder un paso antes de que comenzara a perseguirlo.

Sintió el aire frío contra su rostro mientras corría, y el ruido que resonaba contra las paredes con cada paso que daba la criatura. Simon temía las afiladas garras de la gigante araña que lo perseguía. Su mente no podía dejar de pensar en la facilidad que requeriría para cortar su piel… y siguió corriendo.

La criatura corrió a toda velocidad, casi atrapando la presa que huía. Mientras su boca húmeda derramaba saliva. Sus ojos se enfocaron, tratando de predecir el próximo movimiento del hombre, pero su presa fue demasiado rápida.

Simon casi pierde la audición detrás de los fuertes latidos de su corazón. Moviéndose más rápido de lo que podría haber imaginado posible para evadir a la criatura, mirando trozos de pared volar después de evitar los ataques de la araña. No podía saber si estaba en el camino correcto, corrió con la esperanza de no encontrar… al final del pasillo notó una puerta de metal bloqueando su camino. Simon no pudo reducir la velocidad y se estrelló contra la puerta de metal.

La criatura no pudo predecir los movimientos de su presa y vio al hombre empujar la puerta de metal con sus piernas. La araña gigante movió inútilmente sus patas para alcanzarlo y solo logró topar la piel del hombre.

Simón giró al caer y se puso de pie rápidamente para seguir huyendo… cuando notó que la criatura había herido la piel de su brazo. Se acabó, pensó, mirando la herida.

La criatura giró lentamente sobre la puerta de metal, miró al humano y se detuvo.

¿Para qué seguir huyendo? Simon se preguntó a sí mismo. Se sostuvo el brazo con la mano opuesta para ver más de cerca su herida… era peor de lo que había imaginado. Su sangre comenzó a caer al suelo. Sus temores se hicieron más fuertes… Simon ya no podía pensar en lo que debería hacer para salvar su vida. Todo estaba perdido. Incluso si logro escapar, moriré desangrado.

Simon vio que la criatura se acercaba lentamente… y sintió una sensación de ardor dentro de su herida. El dolor era casi insoportable, pero de alguna manera se las arregló para mantenerse de pie, mirando con sorpresa cómo la herida se cerraba por sí sola. Imposible, pensó. Puedo curarme a mí mismo…

La criatura siguió acercándose… La expresión en el rostro de Simon cambió, el miedo desapareció y se convirtió en el cazador.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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