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Light

Óxido y Sudor

junio 30, 2021

Los integrantes de los Metal Hearts y Rusty Necks entraron al estadio. Los gritos de la multitud sacudieron el lugar mientras uno a uno los atletas salían de lados opuestos del campo rectangular. Los colores de su equipo eran fáciles de distinguir, aunque sus atuendos eran diferentes a los que uno esperaría de un partido amistoso.

Los jugadores de ambos equipos vestían botas altas de cuero y ropa militar. A pesar de eso, el césped del campo de juego era una manta verde sin arrugas.

En el medio del campo, el árbitro era el único que vestía pantalón corto. Al llegar, los participantes parecían listos para una batalla de gladiadores. El árbitro miró a su lado, notando que los jugadores estaban listos.

Los miembros de ambos equipos usaban cascos integrales. Su armadura parecía lista para una batalla, este no parecía un deporte para cualquiera.

En un lado del campo, los Metal Hearts tocaron sus cascos entre ellos. Mientras que el árbitro sostenía una bola de metal del tamaño de su mano, una esfera de acero brillante. Con esta daría por empezada la partida.

La multitud se quedó en silencio. Listos para ver a sus equipos favoritos darlo todo en el campo. La expresión de compañerismo no podía alcanzar un nivel más alto. Esperando en silencio a que el árbitro deje caer la esfera.

Esperando… alargando el silencio de todos. El árbitro sostuvo la esfera de metal sobre su palma, con el brazo extendido. Solo tenía que girar la muñeca para iniciar un partido que podría llevar horas.

Los jugadores de ambos equipos no podían dejar de mirar la esfera, ese era el objetivo más importante. Pero no podían distraerse del resto de los desafíos que les esperaban. Con los nervios sólidos, ansiosos por comenzar el partido. Todos y cada uno de los jugadores pasaron años de entrenamiento antes de arriesgarse a ingresar al campo. Ahora estaban a solo unos pasos de jugar el juego más importante de sus vidas.

El árbitro, finalmente, dejó caer la bola de acero. Nadie sabía lo que iba a pasar. Los corazones de todos los presentes se aceleraron, sus miradas se concentraron en el suelo donde estaba apunto de caer la esfera de metal.

Una mano de metal salió del suelo para agarrar la esfera y los Rusty Necks empezaron a correr. Grumpy_Feet, su capitana, estaba frente a su equipo cuando una serie de placas de metal se alzaron frente a ellos.

Hammer y Silver_Blade se apoyaron contra una placa de metal para permitir que Grumpy_Feet se subiera sobre ellos. El campo de batalla estaba casi completo, un laberinto se interponía entre ellos y la esfera de metal.

Grumpy_Feet saltó para ofrecer estrategia a los Rusty Necks. Ella dio una serie de señales con sus manos y todos la siguieron. Una pantalla gigante en el borde del estadio mostraba dos conteos regresivos. En ese momento, las reglas del juego todavía no eran claras para nadie.

Mientras corrían, el suelo se separó unos pasos de Grumpy_Feet, dejando al descubierto un túnel oscuro. Ella se detuvo y levantó el brazo derecho para dar una señal a los demás. En poco tiempo, emergieron dos tigres robóticos. Grumpy_Feet dio la señal con el brazo y Marauder pasó corriendo junto a ella. Por su otro costado, Hammer pasó llevando un objeto metálico.

Hammer y Marauder golpearon con sus armas la cabeza de uno de los robots. Mientras la otra criatura saltó. Grumpy_Feet estaba a punto de recibir el golpe completo de la máquina… Silver_Blade la empujó fuera del camino y recibió el impacto del tigre de metal.

Antes de que pudieran reaccionar, Hammer y Marauder acabaron con el segundo robot.

«¿Estás bien?» preguntó Grumpy_Feet una vez que el robot fue levantado de Silver_Blade.

«Estaré bien», respondió, levantándose lentamente.

No hay tiempo que perder, pensó Grumpy_Feet mientras miraba hacia arriba para ver que el cronómetro de su equipo tenía dos minutos más que el de sus oponentes. «Necesitamos encontrar más de esas cosas».

Los Rusty Necks corrieron tras ella, mientras que en las gradas del estadio la multitud se volvió loca por el espectáculo. Ambos equipos superaron obstáculos tratando de aumentar sus cronómetros. Atravesar un laberinto en constante cambio y encontrar sorpresas.

Otro grupo de tigres de metal apareció en el otro lado del campo, la multitud vio a los Metal Hearts defenderse en la pantalla gigante, pero algo andaba mal. El color de los ojos de los robots era diferente al de antes, ahora eran de un rojo brillante. Sus ataques eran casi imposibles de evitar.

Con horror, la multitud vio a una de las criaturas de metal agarrar el brazo de uno de los miembros de los Metal Hearts y desmembrarlo… el árbitro vio la escena desde una de sus monitores en el borde exterior del campo de juego e inmediatamente detuvo la partida… pero el sistema no respondió.

«¿Qué está pasando?» preguntó el árbitro mientras giraba para ver a sus compañeros. Pero ellos también habían perdido el control del escenario.

Los miembros de Metal Hearts no pudieron defenderse del ataque de los tigres de metal. Pronto todos resultaron gravemente heridos en el suelo, y los robots perdieron el interés y se dieron la vuelta en busca de los Rusty Necks.

«Tenemos que detener esto», dijo el árbitro, cuando una cara roja con una sonrisa dentada apareció en medio de su pantalla. «Nos han pirateado».

Sin tener idea de lo que estaba sucediendo, Grumpy_Feet continuó guiando a los Rusty Necks a través del laberinto. «Vamos chicos. Tenemos que darnos prisa…»

Dos tigres de metal aparecieron en la parte superior de la pared a la izquierda de los Rusty Necks. Esto era inusual ya que se suponía que los robots saldrían de los túneles subterráneos.

Grumpy_Feet notó inmediatamente que algo andaba mal. «Postura de defensa.»

Los cinco miembros de los Rusty Necks se unieron para defenderse. Hammer y Marauder se pararon frente a los demás. Sus armas servirían como escudos en caso de emergencias…nadie imaginaba que otro par de robots aparecería en la pared detrás de ellos.

«¡CUIDADO!»

Silver_Blade logró cortar a una de las criaturas con el filo láser de su espada, mientras Blade mantuvo la de ella levantada.

«¿Qué está pasando?» preguntó Blade.

«Tenemos que salir de aquí», dijo Grumpy_Feet. «Algo no está bien.»

Los tres robots esperaron, mirando a los Rusty Necks. Por un instante parecieron haber sido desactivados y luego saltaron al mismo tiempo.

Hammer soportó el peso de uno de ellos chocando contra su escudo. Con todas sus fuerzas sostuvo al robot, esperando una oportunidad para derribarlo. Cuando vio pasar la luz azul de la espada de Blade.

«Sigamos adelante», dijo Grumpy_Feet.

Los cuatro robots yacían inmóviles en el suelo mientras salían destellos de ellos.

Tengo que sacarnos de aquí, pensó Grumpy_Feet mientras corría frente a su equipo. El monitor con los conteos regresivos ahora solo mostraba una cara feliz con una sonrisa dentada.

El suelo del estadio empezó a vibrar.

«Ayúdame a subir», dijo Grumpy_Feet y subió a los hombros de Marauder. Vio un robot de seis metros caminando y destruyendo las paredes del laberinto.

Grumpy_Feet alcanzó a ver a los Metal Hearts. «Sube, tenemos que ayudarlos», dijo desde lo alto del muro.

Uno por uno, los miembros de los Rusty Necks treparon por la pared del laberinto. Luego comenzaron a correr tras Grumpy_Feet.

Los Metal Hearts parecían estar acorralados por el robot gigante.

Tan pronto como llegaron los Rusty Necks, Silver_Blade saltó y aterrizó con su espada en la espalda del robot gigante. Luego se volvió y extendió el brazo. Blade corrió hacia él y saltó, agarró la mano de Silver_Blade y fue empujada hacia arriba. Cayendo sobre el robot, usó su espada de filo láser para cortarle la cabeza.

Los Metal Hearts vieron al robot caer frente a ellos.

«Será mejor que trabajemos juntos», dijo Grumpy_Feet, tan pronto como estuvo lo suficientemente cerca de los Metal Hearts.

Ellos asintieron.

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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