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Peligrosa cuiriosidad

septiembre 11, 2020

Estaba revisando unos cajones en el dormitorio de la casa en la que recién empecé a trabajar, y encontré un revólver cargado. ¿Por qué tendría algo así en un lugar de fácil acceso? James volvió a esconder el arma al escuchar un sonido—cerrando el cajón con una mano mientras limpiaba el polvo del mueble con la otra.

James consiguió trabajo en la casa de un hombre solitario—una persona temida por sus vecinos. Claro que eran únicamente supersticiones, pero se creía que la construcción envejecida estaba embrujada. Además, se decía que el dueño era un hombre malvado.

Fue sorprendente para James ver la casa antes de aceptar el trabajo. El anuncio del diario requería personal doméstico, pero estuvo a punto de retirarse cuando vio la fachada. Han pasado dos semanas desde que empezó a trabajar con don Colin, aunque en este tiempo casi no se han dirigido la palabra.

El arma en el cajón era tan solo otra prueba de que la situación se podría volver peligrosa…James ni siquiera se percató del hombre parado junto a la puerta, observando.

«Don, Colin,» dijo James al notar su presencia. «Estoy terminando de limpiar su cuarto.»

Colin se quedó quieto, observando el interior de la habitación como si estuviera solo. Una bata café cubría su cuerpo, y traía puesto un par de zapatillas del mismo color.

«¿Hay algo en lo que le pueda ayudar?» preguntó James.

Colin giró y salió del cuarto.

Me vio, pensó James, me vio. El miedo empezó a tomarlo por rehén, el recuerdo vivido de sostener el arma en su mano, imaginando que Colin lo miraba desde la puerta. Debió verme.

James estaba seguro de que la oscura mirada del misterioso dueño de casa hablaba. Sus palabras frías y amenazadoras. Tranquilo, se dijo a sí mismo, todo está en tu cabeza.

Al finalizar la limpieza del cuarto, James decidió regresar a la cocina—en ese lugar se sentía más seguro. Por lo menos tendría armas para defenderse. Así que, bajó con prisa, intentando no encontrarse con Colin.

«Veo que hiciste un buen trabajo,» dijo Colin al verlo salir de un cuarto.

«Don Colin,» dijo James. «No esperaba verlo aquí.»

«Esta es mi casa, muchacho,» dijo Colin. «Sé todo lo que sucede en ella.»

«Iba en dirección de la cocina,» dijo James. «¿Necesita algo?»

«Es posible,» dijo Colin. «Nos veremos allá.»

James observó al hombre de piel arrugada girar y continuar caminando. Claro que me vio, pensó. ¿Qué hacías buscando entre sus cajones? Eres un estúpido.

El tiempo transcurrió pero Colin nunca llegó a la cocina. Mientras James imaginaba lo que podría suceder, escuchando pasos en el segundo piso. Será mejor que salga de aquí, pensó y la casa quedó en silencio. James giró para buscar un arma y tomó un cuchillo.

Tranquilo, pensó, todo está en tu imaginación.

Al caminar a través del comedor, en dirección a la sala se encontró con Colin. Pero esta era la primera vez que no lo veía usando pijamas.

«¿Para dónde se dirige con tanta elegancia?» preguntó James.

«Me gusta estar preparado para ocasiones como esta.»

¿Qué está planeando hacer? pensó James, sintiendo el cuchillo que escondía en su espalda. «Estaba pensando retirarme temprano.»

«Claro,» dijo Colin, «solo necesito que me des una mano en el patio trasero.»

James no pudo rechazar la orden. Después de todo, necesitaba el dinero. «Bueno, pero solo eso.»

«Claro, tranquilo,» dijo Colin. «Tardará un instante.»

No puede ser, pensó James. ¿Qué es lo que está tramando?

Los dos caminaron por la cocina, James analizaba de cerca los movimientos de Colin. Debe estar tramando algo.

Colin entró en la bodega y sacó una pala. «Con esto será suficiente.»

James lo miró caminar fuera de la casa. Así que ese es su plan, quiere que cave mi propia tumba. No es eso, tranquilo, se dijo a sí mismo. Siguiendo a Colin a través del jardín.

«Este es un buen sitio,» dijo Colin, clavando la pala en el piso. «Necesito que caves un agujero.»

«¿Qué?»

«No te preocupes.»

«Estás loco,» dijo James sacando el cuchillo de su espalda, y lanzándose al ataque.

«Oye, tranquilo,» dijo Colin, saltando hacia atrás.

Pero James no se detuvo, cortando el brazo de Colin con un movimiento de arriba hacia abajo, después con otro horizontal que se estrelló con su rostro.

Colin retrocedió, cubriendo su cara. «Detente.»

James tomó la pala y volvió a atacar, dejando al hombre inconsciente en el piso. Y empezó a buscar en sus bolsillos. Debe estar por aquí, pensó y siguió buscando. Pero no encontró el arma, así que salió corriendo de regreso a la casa. Subió las escaleras y entró en el cuarto, el arma ya no estaba en el cajón. James se asomó por la venta para ver desde el cuarto, pero el Colin no estaba en el Jardín.

¿Qué voy a hacer? pensó James, y se dispuso a salir de la habitación.

«¿Era esto lo que buscabas?» preguntó Colin, lanzando el revólver al piso. «No te servirá de nada.»

James vio al hombre lanzarse para atacar, pero en lugar del impacto, sintió una manta negra cubrir su cuerpo—inmovilizado, asfixiándolo. Hasta que James sintió que la vida abandonó su cuerpo.

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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