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Pequeño Mundo Mágico

febrero 28, 2024

Incapaz de encontrar una combinación de sustancias capaces de dar un resultado positivo, Gunter se encontró en un dilema. ¿Sería posible que, a pesar de su insistencia, la fórmula nunca funcionara? Mantenía la esperanza. Fe incluso, imaginando que estaba en el camino correcto. ¿Qué significaba esta sensación que experimentaba?

La frustración empezaba a apoderarse de él. ¿Cómo era posible que en un mundo de jóvenes entusiastas de la magia pudieran generar fuego con sus manos? Siempre envidió el poder de los demás. Lo fácil que era ser parte de la sociedad. Todos ellos con sus talentos. Sus sonrisas al jugar, como si el mundo les perteneciera.

Gunter estaba entre los excluidos. Parte de un grupo que debía pasar desapercibido para no llamar la atención de los más poderosos. La vida de Gunter era dolorosa y sin esperanzas de un mañana mejor. Su cuerpo se debilitaba, y la oscuridad empezaba a formar parte de su ser.

Lo único que le quedaba era la brillante mente de alguien que hubiera destacado en circunstancias diferentes. Ese era su refugio. Gunter se escondía detrás de los libros en busca de respuestas. Alguien debía haber encontrado la forma de brillar en un mundo dominado por la magia.

Claro que otros también brillaban: los hijos de los reyes y sus amigos.

Gunter no tuvo la suerte de ser parte de ninguno de esos grupos. Era solo un número más. Un problema que debía ser resuelto.

La vida de la clase excluida era complicada. Su única forma de sobrevivir era bajo la gracia de alguien. Así era como muchos de ellos terminaban ocupando roles de servidumbre. Gunter estaba seguro de que su vida no podía tomar ese camino.

Sobreviviendo con migajas y tomando lo que podía sin llamar la atención de las autoridades, Gunter logró establecer un laboratorio entre los pasadizos de las cloacas. Allí se preparaba para dar inicio a un nuevo experimento.

Se veía débil. Cansado de días sin alimento y noches en las que no lograba conciliar el sueño. Cada día era más difícil encontrar algo para alimentarse. Cada día era una lucha contra la muerte. Sin embargo, Gunter perseveraba con la esperanza de que sus ideas pudieran hacerse realidad.

El delgado cuerpo de Gunter se ocultaba debajo de una túnica que había pasado más allá de su tiempo de uso. Colocó unas gotas de un líquido oscuro dentro de un frasco. Todo era casi idéntico a lo que había intentado hacer pocas horas antes. La única diferencia era que en ese momento la luz del sol atravesaba una de las tapas de alcantarilla.

Claro que Gunter no estaba consciente de esta diferencia. Siempre concentrado en la oscuridad, jamás pensó que la luz era el ingrediente que faltaba.

Las gotas del líquido cayeron dentro del frasco con el compuesto y dieron inicio a una reacción que Gunter jamás había observado. Burbujas negras empezaron a desbordar del frasco de vidrio. Rápidamente se esparcieron por toda la mesa.

Gunter miró con asombro al líquido oscuro continuar brotando hasta cubrir toda la mesa. Todo ocurría demasiado rápido. Gunter no sabía cómo reaccionar, hasta que la cantidad de líquido sobrepasó los límites de la mesa y empezó a caer al piso. Gunter se alejó. Sus ojos se llenaron de terror. ¿Qué estaba sucediendo?

El líquido continuó brotando del frasco de vidrio hasta que su masa fue demasiado pesada para la mesa. Gunter vio cómo las patas cedían hacia un costado y todos los cristales sobre ella caían. Mientras el líquido continuaba creciendo, la masa se expandía como la fermentación del pan.

Gunter continuó retrocediendo, dando pequeños pasos mientras su mente le decía que era hora de empezar a correr.

La masa siguió creciendo, agrandándose y cubriendo otra mesa del laboratorio en las cloacas.

«Detente», dijo Gunter.

Para su sorpresa, la masa oscura y brillante dejó de crecer. Dejó de moverse.

Gunter sentía que lo estaban observando. Luego vio a la masa moverse en su dirección. Gunter estaba seguro de que era hora de correr, pero quizás era esto lo que tanto estaba esperando descubrir. Decidió quedarse y aceptar su destino.

La masa oscura empezó a agruparse.

Gunter no podía creerlo. Además de tener algún tipo de conciencia, la masa era capaz de moverse por su propia voluntad.

«Intenta hacerse pequeña», dijo Gunter. No sabía qué tipo de respuesta obtendría.

Para su sorpresa, la masa empezó a encogerse como si fuera un líquido succionado por un sifón. Era imposible. Su tamaño llegó a ser casi tan pequeño que Gunter hubiera podido colocarlo dentro de una olla.

Gunter observaba con curiosidad a la pequeña sustancia moviéndose en el suelo. Imaginó que era una criatura que llegaba al mundo por primera vez. Esta interacción sería muy importante para el futuro de ambos. Así que Gunter decidió acercarse.

«Hola pequeño», dijo Gunter una vez que notó que la criatura tenía ojos y su cuerpo líquido parecía buscar una forma.

La criatura cambió su atención. Para Gunter, la masa oscura que estaba en el suelo del laboratorio en la cloaca no tenía sentido. La vida no debía ser parte de su existencia. A pesar de eso, ahí estaba, observando atentamente todo lo que sucedía a su alrededor. Para la criatura, sus sensaciones internas eran lo único real.

Gunter se sorprendió cuando un movimiento repentino hizo que la criatura desapareciera. Perdiéndola por completo de vista, se puso de pie. La criatura debía estar cerca. Luego, Gunter escuchó el chillido de un pequeño roedor y luego, silencio. Al girar, vio a la criatura formada por el líquido oscuro cubrir al roedor por completo. Al cabo de unos segundos, solo quedaron los huesos de la rata y la criatura siguió moviéndose lentamente.

«Reaper», dijo Gunter, «así es como te voy a llamar.»

Claro que Gunter no estaba seguro de si lo que estaba experimentando era la realidad. Había una posibilidad de que todo esto fuera parte de su imaginación. Otro de sus episodios de psicosis a los que ya se estaba acostumbrando.

Para Gunter, era fácil perderse en la realidad. Su mente jugando trucos que su conciencia no era capaz de descifrar. Gunter no estaba solo, nunca estaba solo. Siempre acompañado por alguna de las creaciones de su mente, por alguno de los personajes que solo él podía ver. Hoy estaba Reina presente.

«Te dije que esta era la combinación correcta», dijo Reina.

Gunter giró para darle importancia al personaje creado por su alucinación. «¿Puedes creer que esta criatura está viva?»

Gunter corrió hacia una de las mesas del laboratorio improvisado en la cloaca de una gran ciudad. Debía empezar una relación de amistad con la criatura.

«¿Qué crees que estás haciendo?» preguntó otra de las voces en la mente de Gunter. Una de las voces que casi nunca venía a visitar. Una de las voces que Gunter tenía.

Gunter giró y notó que Reina había desaparecido. En su lugar estaba Luca. «Te lo puedo explicar», dijo Gunter al levantar las manos. «Tengo que compartir esta comida con Reaper.»

Luca se veía molesto. Era más grande y fuerte que Gunter. Luca lo había ayudado durante años a conseguir comida para sobrevivir. Él sabía cómo robar y ser más astuto que los demás. Ser atrapado no era una opción.

«Te lo he prohibido», dijo Luca, con un tono serio que parecía vibrar en las paredes del pasillo en las cloacas.

«Por favor», dijo Gunter, cayendo de rodillas.

Luca se quedó observando con los brazos cruzados. Gunter entendió que esta era la forma en que él le daba permiso para continuar. Al poco tiempo, Gunter llevó el pan y lo colocó cerca de la criatura formada por un líquido que parecía examinar sus alrededores.

El líquido giró al sentir la presencia de Gunter. Nada estaba claro. La criatura no sabía cómo reaccionar. Luego sintió el aroma del pan y se acercó. Cubriendo el pan hasta que desapareció por completo.

Gunter sonrió al ver que la criatura se veía feliz después de consumir el pan.

«¿Qué es esta cosa tan hermosa?» preguntó Simone.

Gunter giró para ver si Luca seguía en la habitación; había desaparecido. En su lugar estaba Simone. La compañía de Simone era justo lo que Gunter necesitaba para sentirse en paz. La vio acercarse a Reaper y acariciarlo.

«¿Cómo se llama?» preguntó Simone.

«Reaper», dijo Gunter y se acercó para colocar su mano sobre la sustancia oscura que se movía en el piso.

La criatura no sabía cómo reaccionar. Esta nunca había sido consciente de ser acariciada. Su existencia comenzó hace muchos años. El ser líquido había sido capaz de aprender el lenguaje de Gunter. Reaper había pasado años escuchando sin saber qué era eso que existía en la oscuridad.

Sus ojos finalmente le permitían apreciar al ser que tan diligentemente trabajó para que Reaper finalmente pudiera nacer. La criatura tenía miedo de lastimar al científico.

Gunter colocó su mano sobre el líquido y, para su sorpresa, encontró que su exterior era sólido como la piel de un animal. Gunter fue capaz de levantarlo. El líquido se mantenía compacto. Gunter giraba con la criatura en sus manos, haciéndola girar.

Luego colocó a Reaper en el piso. «¿Qué puedes hacer, pequeño?» preguntó Gunter.

El pequeño Reaper entendió las palabras y quiso comunicarse. Quería buscar una forma para demostrar que era capaz de comprender el lenguaje de Gunter. Solo que no sabía cómo hacerlo. Así que se impulsó para caer sobre una de las mesas llena de frascos de vidrio y sustancias.

Gunter se sorprendió al ver que el líquido oscuro extendió uno de sus extremos como si estuviera arrojando un líquido contra un frasco de vidrio. Luego lo levantó para hacer que su contenido cayera en otro recipiente.

La expresión en el rostro de Gunter era de sorpresa. Con tan solo minutos de existencia, ya era capaz de usar con tal destreza sus extremidades.

«Excelente», dijo Gunter, girando para apuntar a una pared. «Ahora, pásame esa espada.»

Simone sonrió al notar lo fácil que fue para Reaper extender su cuerpo y tomar la espada que se encontraba a una distancia considerable y entregarla con delicadeza a Gunter.

«Ahora es mi turno», dijo Simone. «Destruye todo el laboratorio.»

Gunter giró para ver a Simone con asombro. Ella ya no llevaba su vestido corto blanco habitual. Ahora lucía diferente. Sus ojos violetas brillaban detrás del negro de sus párpados. Sus labios rojos intensos y su atuendo negro y desgarrado. Un vestido largo que resaltaba sus atributos femeninos.

«Órdenle que queme este lugar», dijo Simone. «Es hora de salir de aquí.»

Gunter no sabía cómo reaccionar. Simone siempre había sido una voz que le daba seguridad. ¿Cómo podía ignorar sus demandas?

«Reaper», dijo Gunter, «destruye el laboratorio.»

El pequeño líquido se esparció por todas partes y en un instante desmanteló todo. Trozos de madera y vidrio regados por todas partes. Mientras los líquidos encontraban su camino hacia el río de la cloaca.

«Es hora de reclamar lo que nos pertenece», dijo Simone y empezó a caminar. «Sígueme.»

Gunter esperó a que Reaper volviera a su tamaño normal y luego lo tomó entre sus manos. «Vamos, pequeño, vamos a buscar algo para comer.»

Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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