Ahora que todo ha cambiado,
dejé de buscar la sombra,
giré y vi la luz del túnel
donde antes solo había penumbra.
Perdido, sin rumbo, caía
en la más dolorosa enfermedad,
pero aprendí que uno mismo
es quien se puede sanar.
Agradezco a quienes llegaron,
trayendo señales, compartiendo el andar,
cuando el miedo a la oscuridad
se disolvió y volví a caminar.
Ahora es tiempo de marcharme,
sin cabos sueltos, sin mirar atrás,
con esperanza y gratitud
por quienes me ayudaron a continuar.
Me llevo el conocimiento,
la luz y la sencillez,
para seguir mi propio camino
y renacer, una y otra vez.