Al dejarse llevar por las corrientes del tiempo se vuelve imposible mirar al pasado. Cegados por la turbulencia, debemos aceptar ser una hoja en el río que sigue su curso natural, pero las cosas ya no eran así para Francis. Aprendió a navegar los rápidos del tiempo y vio que todo era una mentira.
Francis observaba la vida desde una perspectiva diferente. Su barco logró traer calma al viaje. Desde él, podía ver fuerzas que ya no eran naturales. El flujo del tiempo estaba siendo desviado hacia una corriente que ya no seguía las leyes de la naturaleza. El desvío llevaba todo por un canal que bloqueaba el camino correcto de la vida. El destino estaba siendo manipulado.
Francis logró encontrar un túnel cuántico que lo llevó de regreso al viaje que debía tomar. De alguna manera, la Ley de Murphy se invirtió y ahora todo era perfecto. A pesar de eso, vivía en el mismo mundo que todos los demás. El tiempo viajaba al mismo ritmo pero… nada tenía sentido, todos los demás parecían ajenos a sus descubrimientos y, sin embargo, continuaban viajando a su lado.
Quizás esta idea lo hizo perder la cordura. Era posible que él fuera el único luchando contra las corrientes. Francis siguió viviendo seguro de que, a pesar de todas las fuentes de manipulación, recibiría la fuerza para seguir tu voluntad. Para eso, solo tenía que aprender a escuchar la voz dentro de él. Aprendió a descifrar los mensajes que llegan sin un lenguaje. Los sonidos que solo se pueden escuchar manteniendo la mente en completo silencio.
Así fue como Francis decidió embarcarse en un viaje hacia lo desconocido. Reunió el valor para elegir el camino más oscuro hacia el bosque. La voz muda era la única luz que iluminaba sus pasos. Caminaba con cautela, seguro de que la vida le traería sorpresas. Francis estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para llegar al final de su viaje.
Francis sintió la llegada de un enemigo. La energía de las corrientes del tiempo era clara en su oponente. Una luz iluminaba las manos de la mujer que lo esperaba.
—Tu familia me contrató para obligarte a regresar a casa —dijo Bárbara. Una mujer de cabello dorado cubierto por una capucha blanca.
Francis asumió que la desconocida era una hechicera tan pronto como vio la espada de hoja de rubí. El poder que emanaba del arma era imposible de comprender.
—Te llevaré por la fuerza —dijo Bárbara y dos gólems de fuego aparecieron frente a ella.
Francis desenvainó su espada y miró a su alrededor buscando una salida. Nada.
—La reina Elena está ansiosa por tu regreso seguro —dijo Bárbara.
Francis observó cómo los gólems de fuego se acercaban. —¿Por qué insistirías en alejarme de mi camino?
—¿No es obvio, príncipe? —dijo Bárbara—. Juegas un papel crucial en el futuro de nuestro reino.
—Deberían haber pensado en eso antes de tratarme como un enemigo —dijo Francis.
—El pasado ha sido olvidado —dijo Bárbara—. La reina solo quiere que regreses y tomes tu lugar legítimo.
—Debería haber pensado en eso antes de amenazar mi bienestar —dijo Francis—. Si te atreves a convertirte en un obstáculo, sufrirás el mismo destino.
—Eso lo veremos —dijo Bárbara, y una llama se encendió en sus ojos.
Francis levantó su espada para defenderse de los gólems de fuego… en ese instante, dejó su mente en blanco y escuchó la voz silenciosa. El mensaje fue claro. Suelta tus armas y acepta el destino que la vida tiene reservado para ti.
Los gólems intentaron golpear a Francis, pero las llamas pasaron a través de él sin tocar su piel.
—Es inútil —dijo Francis.
Bárbara se sorprendió al ver caer la espada del príncipe al suelo. Agarró su espada de hoja de rubí con ambas manos y sintió que se acumulaba un fuego. Luego apuntó para disparar a Francis… silencio. La explosión la dejó momentáneamente sorda. Mirando hacia abajo, mientras el humo se disipaba, vio los restos de la espada en el suelo.
—Te advertí que no actuaras en mi contra —dijo Francis.
Bárbara cayó de rodillas para alcanzar los fragmentos de rubí esparcidos, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.
Francis recogió su espada y caminó hacia la hechicera. —Lo siento —dijo antes de alejarse.