Jacob vio al demonio salir volando hacia un costado, el pequeño dragón se quedó frente a él. ¿Qué fue eso? él pensó, girando para ver a su amigo equilibrarse con una pierna sobre su motocicleta. Jason intentaba no ser mordido por la criatura que lo seguía. Toma el camino a tu derecha, escuchó Jacob en su mente, la voz de una anciana que él no recordaba
Sin posibilidades para analizar el mensaje, él giró en dirección de un delgado camino colina abajo. Disminuyó la velocidad para pasar por delgado puente de madera, y siguió por un sendero entre el riachuelo y una pared de tierra. Jacob notó que el camino lo dirigía a una puerta cerrada, pero la oscuridad de la noche hacía que todo sea borroso.
Dana extinguió la bola de fuego para evitar incendiar un matorral. Jason los seguía de cerca. El dragón volaba por detrás de ellos, peleando con la criatura. Jacob notó que sería imposibles seguir sin detenerse, el camino estaba cerrado.
Dana vio al demonio por primera vez cuando se detuvieron, gruñendo y peleando contra el dragón a pocos pasos de Jason. Ella bajó de la motocicleta, levantando las manos para concentrarse en el agua, el riachuelo pareció detenerse, cientas de gotas empezaron a flotar. Después, cuando la criatura se lanzó para atacar, y antes de que el dragón tenga tiempo para defenderse. Dana lanzó las gotas cristalizadas contra el demonio.
Este empezó a retroceder por los golpes. Jason miraba sin saber cómo reaccionar, seguro de que la criatura estaba a punto de comerlo, y se sorprendió al ver que se alejaba. Él giró para encontrar a Dana con los brazos levantados a los costados, y los ojos de un azul brillante.
“Ví a uno que volaba,” dijo Jacob, intentando abrir la pequeña puerta de madera.
“Sí,” respondió Dana, “mi pequeño nos salvó.” Y el dragón se paró sobre la palma de su mano. “¿Están bien?”
“¿Qué son esas cosas, mijín?” preguntó Jason. “Una se estrelló contra mi motocicleta. No sé cómo logré mantener el equilibrio.”
“¿La misma que te perseguía?” preguntó Jacob.
“Qué va, mijín,” dijo Jason. “Eran tres.”
Jacob hizo una pausa, imaginó a tres de esos animales de piel roja.
“Puedes abrir la puerta,” dijo Dana, bajando sus manos, y dejando que el agua siga su curso.
Jacob se concentró en lo que estaba haciendo, intentado abrir la pequeña puerta.
“¿Necesitas ayuda?” preguntó Jason, recuperando el aliento.
Dana se concentró en el agua, hasta que una bola circular salió flotando del riachuelo. Ella recordó usar oxígeno para crear un líquido, y lo fácil que fue congelarlo. Al tener agua cerca, era incluso más fácil, así que ella dividió el agua en tres, las esferas de fueron congelando, y empezaron a girar alrededor de ella.
Jacob finalmente logró abrir la puerta. “Listo, por aquí.” Él empujó su motocicleta apagada, dejando un espacio para que Jason pueda pasar y cerrar la puerta con facilidad.
“¿Quieres que la cierre, mijín?” preguntó Jason. “Esta pequeña puerta no va a detener a una de esas criaturas.”
“Tranquilo,” dijo Jacob. “Dana se encargará.”
Confían demasiado en mí, ella pensó.
“Bueno,” dijo Jason. “¿Y ahora qué?”
“Sigamos por este camino para ver a dónde nos lleva,” dijo Jacob.
“Espera,” dijo Dana, al ver una luz en medio del bosque en el que habían entrado. “¿Quien anda ahí?” Pero ellos parecían estar solos.
“¿Con quién habla tu amiga?” preguntó Jason, protegiendo su cuerpo con la motocicleta.
Me pareció… pensó Dana, cuando lo volvió a ver. La oscuridad lo ocultaba muy bien. Ella se concentró en el aire que rodea al bosque, y lo empezó a sacudir levemente para sentir todo a su alrededor. Plantas, rocas, troncos, ella estaba en todas partes, tocando con el aire como si fuese una extensión de su cuerpo. ¿Dónde estás pequeño? Pero, Dana no estaba segura de lo que había visto.
“Nos tenemos que ir,” dijo Jacob.
Ella movió sus manos, creando un torbellino que levantó las hojas del piso, Dana concentró el viento en un círculo sobre sus palmas, haciéndolo girar para concentrarlo en una pequeña esfera. De repente, el dragón pasó volando sobre la mano de Dana y devoró a la burbuja de aire que giraba a gran velocidad.
La transformación fue inmediata, el azul que va dejando al volar desapareció, y con eso también el dragón. El aire le devolvió la velocidad para moverse, volar tan rápido como antes; cuando pelearon con el hombre de armadura. Dana debía sacar esas ideas de su cabeza, concentrarse en lo que estaba sucediendo.
Las esferas de cristal que flotaban alrededor de ella cayeron, estrellándose contra la tierra del bosque. Me olvidé de eso, ella pensó sonriendo. Y volvió a sentir el aire que la rodea, dejando que sea parte de ella. Hay estaba, la criatura que había visto.
“¿Quién eres?” preguntó Dana. Acariciando al ente con el aire. Ella podía palpar su miedo. “Tranquilo, necesitamos tu ayuda.”
Jacob y Jason se miraban entre ellos. ¿Qué pasa, mijín? Levantando los hombros.
Dana se separó del piso, flotando con la brisa que la sostiene como una mano, y se dejó llevar hacia arriba. Ella solo pensaba en el temor de la pequeña criatura. “¿Vives aquí? Me gusta lo que haz hecho con el lugar.”
El pequeño hombre de traje colorido pensó en todo el trabajo por el que debe pasar para que cada hoja del bosque esté limpia, impecable.
—Mi nombre es Chirilín —dijo, caminando hacia un costado para ser visto—, soy el apu de este bosque.
Jacob y Jason dejaron caer sus mandíbulas.
—Chirilín —dijo ella—, necesito tu ayuda.
—Lo que sea para un visitante de la hawa pacha —dijo Chirilín, sacándose el pequeño sombrero y haciendo una venia.
Dana descendió lentamente, admirando los colores del traje de Chirilín.
—Buscamos un lugar para pasar la noche.
Chirilín miró los ojos llenos de vida de Dana, como si una corriente de aire naciera desde ellos.
—Su casa es mi casa —dijo abriendo los brazos.
La noche se transformó en día, y el lugar dejó de ser un bosque para transformarse en una biblioteca. Los árboles y matorrales eran estantes para libros, cientos de libros organizados por cada rincón. Jacob se quedó con la boca abierta; Jason se limpiaba los ojos para ver lo que sucedía; Dana se movía lentamente en dirección a Chirilín.
—¿Esta es tu biblioteca? —preguntó Dana.
—Soy el cuidador de la información —dijo Chirilín—. Aquí está escrito el conocimiento del universo. Alguien tiene que mantener los libros en buen estado.