Este apartado cumple el propósito de llevar al público una colección de relatos actuales, escritos por autores contemporáneos. Se parte de esta revolución literaria comentando y compartiendo sus trabajos.
Encontré este relato en mi interminable búsqueda de inspiración. Siento que es una excelente ayuda para imaginar el universo de los seres que no comparten nuestros sentidos. Espero que lo disfrutes.
«La guerra es semejante al fuego; los que no quieren deponer las armas, perecen por las armas» (Máxima china) Maurina, había sobrevivido a los golpes, las caídas, el agotamiento, hambre, guerra y desastre, con una voluntad de hierro e intacta a pesar
Por extraño que parezca, todos vimos cuando se le rompió el corazón. Fue como película proyectada cuadro por cuadro. Y sin embargo él negaba la situación y se limitaba a asegurar que se sentía un poco mal y triste por una cosa
Llegó al hotel, uno de tantos…siempre había pensado que no sabia para qué se molestaban los propietarios en diferencias sus cadenas con distintos logos, decoración ,colores… Sí la parte positiva de los hoteles era justamente que parecieran hoteles. No importaba la ciudad,
Desde aquel altozano divisó, al fin, Comala con todas sus casas y edificios blancos refulgentes y se animó. Picó con las espuelas a su corcel negro de largas crines para avivar el trote por aquel camino pedregoso que caía al pueblo. A
Una de las consecuencias de la grave crisis económica sufrida por nuestro país los últimos años ha sido el paro en los mayores de cuarenta y cinco años. Andrés había entregado 30 años de su vida a aquella empresa. Su padre, que
Avula se encontraba absorta en sus divinas cavilaciones. Las plumas de su cabeza y de sus hombros, de un blanco nacarado, brillaban con la luz de las lamparitas de cristal, unas pequeñas esferas con candelas llameantes en su interior. Llamaron a la
Los primeros recuerdos de Aura estaban cubiertos de rocío y de escarcha. El Invierno había arropado las tundras de Pohjola, la gélida tierra norteña, durante tanto tiempo que pocos jóvenes recordaban los tiempos en que vivía el Otoño. Todo lo que conocían
Kenzaburo pagaba a los mejores pescadores de Tokio para que le guardasen un ejemplar de pez globo, aunque sabía perfectamente que ellos dejaban los más hermosos y robustos para el mercado negro o para sí mismos. La pesca, venta y distribución del
Mendel, el pintor que vivía en la calle Market, había convencido a un amigo labriego, viejo y achacoso como él, para que le cortara la oreja izquierda. Mendel era sordo de ese oído desde los ocho años, secuela de unas fiebres mal
Hilario, hermano de Saturnino, este soltero, aquel viudo desde hace cinco años, hará algo así como treinta minutos que se ha levantado de la cama y si bien es hombre de costumbres estables, hoy, a pesar del tiempo transcurrido, aun no ha