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Jugando con Fuego

noviembre 19, 2020

Frente al caldero lleno de un líquido burbujeante, agitando los brazos mientras invoca el conjuro—Elle se prepara para envenenar una manzana.

«Mua ja ja ja,» exclamó la bruja al introducir la fruta en el líquido hirviente. «Con esto cobraré mi venganza.»

Elle se quedó observando la manzana una vez que la sacó del caldero—todos sus años de trabajo finalmente le daban fruto.

Creías que olvidaría lo que me hiciste, pensó Elle, cuando vio a su joven hijo entrar en el cuarto.

«Mamá…» dijo Corvi, «¿sigues en tus brujerías?»

«Esta vez es diferente,» dijo Elle con dulzura. «Estoy preparando un regalo.»

«Solo te venía a decir que estoy a punto de salir.»

«Me lo imaginaba,» dijo Elle. «¿Por qué no le llevas este regalo a la princesa?»

«¿Otra de tus inútiles maldiciones?»

«Ahora soy una persona diferente, hijo,» dijo Elle.

«Está bien…» dijo Corvi, tomando la manzana que brillaba con un rojo intenso. «Bueno mamá, nos vemos más tarde.»

Elle sonrió. «Espero que así sea.»

«Estás bien rara hoy,» dijo Corvi antes de salir de la casa.

Y así, Corvi tomó un camino a través del bosque para llegar al castillo de Molly—la princesa, hija de Sally. Poco se imaginaba Corvi que su madre y la reina solían ser parejas del rey. Claro, antes de que el matrimonio deje a Elle fuera del juego.

Peor aún, Corvi fue incapaz de imaginar que su madre había planeado esta venganza por tanto tiempo. Y, Elle se quedó esperando con ansías el regreso de su hijo, pero nunca llegó.

Al día siguiente, luego de pasar una noche sin ser capaz de cerrar sus ojos, Elle salió al pueblo para encontrar una respuesta. El camino fue largo y doloroso, su mente creaba miles de escenarios desastrosos. Sin embargo, al llegar al pueblo descubrió que Corvi nunca llegó a la fiesta.

Elle corrió de regreso a su casa—esta vez tomó el camino que pasa a través del bosque. Pese al brillo del sol, se sentía un frío húmedo en la oscuridad de las sombras. Los inmensos árboles jamás se vieron tan tenebrosos—Elle prestó poca atención a las señales y corrió. Desesperada para encontrar a su hijo, pero no encontró rastros.

A punto de perder las esperanzas, llorando sobre las hojas secas, escuchó aquel peculiar sonido—esta era la primera vez que escuchaba algo así. Sin embargo, era muy parecido al gruñido de un animal.

«Te esperaba,» dijo la voz oscura entre las sombras. «Tardaste demasiado.»

«¿Quién eres?» preguntó Elle al levantarse

«No ves que soy tu hijo.»

Lo último que Elle vio fueron los ojos brillantes de la criatura y sintió las fuertes garras atravesar su piel.

Hasta ahora se habla de la criatura que vive en aquel bosque—el monstruo producto de la venganza.

Sebastián Iturralde

Tejedor de narrativas enigmáticas y relatos que exploran la profundidad de la experiencia humana con creatividad y pasión.

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