Relato Corto Blog de Ficción

Inteligencia Artificial

I

El monje Marvin se rascó la espalda, mirando las colinas ser acariciadas por el cielo azul, haciendo que la ardiente arena se sienta aún más caliente. Días despejados eran comunes en Paravana, pero habían sido demasiadas lunas desde la última lluvia, esta era la razón para que la tribu Mirari esté creciendo de forma descontrolada. Afortunadamente, él estaba listo para enfrentar al problema; era muy probable que logre su objetivo.

Marvin esperaba de rodillas juntos a uno de compañeros en un pequeño oasis en medio del desierto. Decenas de aves trinaban las más dulces melodías, dando al pequeño estanque poderes místicos. Uno podía sentir vida brotar en la humedad del aire—pero, por supuesto, no era suficiente para recuperar las heridas de Skull. El hombre de torso musculoso y descubierto necesitaba ayuda, pero no llegaba.

Ángelo había partido hace mucho tiempo, por supuesto; él era el único que tenía un caballo cerca. Además, él era el único que disponía de un sirviente personal, llevando al corcel blanco de un lugar a otro. Los otros miembros del grupo tambien solian tener animales de transporte, pero tan rápido como los consiguen, estos son robados.

Marvin giró hacia el hombre de pie junto a él. “Me es imposible creer,” dijo Marvin, “un mago tan poderoso no puede ser capaz de ayudar a uno de los suyos.”

Zalabín giró, sacudiendo la cabeza y levantando la mirada en desacuerdo—sus señales eran muestra de que no quería volver a iniciar esta conversación, se ha vuelto común en ellos discutir sobre el alcance de sus conocimientos. El magnífico Zalabín era poderoso, capaz de crear y controlar los elementos. Él era un egresado de la academia—uno de los pocos con su rango. Marvin pasó por un entrenamiento diferente, en la escuela episcopal, pero sus poderes eran diferentes, capaces de ayudar al enfermo y dar luz. Zalabín era capaz de aplastar a una persona bajo una montaña de hielo si el tiempo de conjuración le permitía.

“Debería hacer una queja formal,” dijo Zalabín, girando de regreso para ver el agua del oasis. “De lo mucho que nos sirves en estas circunstancias. Tus habilidades son… demasiado exclusivas. Solo al dejar de ser parte de algo puedes ser parte de todo.”

“También eres parte de algo,” dijo Marvin perdiendo control de la esfera de luz que brota por sus manos. “Acaso tu camino no te cerró las puertas de otros.”

“En eso estás equivocado.”

“¡Imposible!” dijo Marvin. “La paz espiritual es lo único que te puede dar este nivel de claridad, yo encontré paz en las escrituras—pero los agnósticos no lo entenderían. Solo las escrituras tienen el camino. Jamás entendí a las personas que dudan de la palabra del Señor—encuentro que son seres inferiores, debido a sus limitaciones filosóficas.”

Zalabín empezó el conjuro de un portal, mirando de un lado a otro. Él no se veía seguro—lo cual hacía débil su amenaza. Como todo mago, él era el único que podía utilizar un portal invocado por una persona; Zalabín solo quería que lo detengan, era una forma interesante de terminar con ese argumento.

Marvin bajo la mirada, verificando que el veneno no sea mortal, después él pasó las páginas de un libro a su costado. Pese a sus años de experiencia, era difícil mantener un conjuro por tanto tiempo, la fuerza se estaba acabando tan rápido como su paciencia. Marvin llevó una mano contra la otra para concentrar su energía, por suerte Skull era demasiado fuerte para dejarse vencer por este veneno sin una batalla.

“En realidad no pensaba irme,” dijo Zalabín al romper el conjuro. “Viendo que mi presencia es innecesaria, iré a dar un paseo. De todas formas, Ángelo debe estar por llegar.”

Marvin movió la cabeza en desaprobación. En estas zonas poco exploradas del mundo era necesario caminar cerca de un mago. En realidad, un monje vestido con una bata de viaje podía pasar desapercibido por cualquier lugar—pero esta misión no era un simple paseo para admirar los bellos paisajes.

Shade bajó de la rama de un árbol, su atuendo de cuero tallado a la medida de su cuerpo revelaba más de lo que ocultaba. “Si no fuese por mi los dos estuviesen muertos.”

“Espera,” dijo Marvin. “Antes de que vuelvas a desaparecer misteriosamente quiero saber algo. ¿Es verdad que te estás acostando con Ángelo?”

“No,” dijo Shade con su voz baja. “Aunque existe otro asunto del que me gustaría conversar. No hace mucho escuché voces a la distancia, pero creo… no puedo estar segura pero los vi acercarse. No falta mucho para que ataquen.”

Marvin se quedó congelado.

Shade sonrió; ella quería cambiar de tema, pero esto no era mentira. “Seguiré haciendo guardia, monje,” dijo Shade. “Termina tu trabajo, una pelea se aproxima.”

Marvin asintió con la cabeza. Una emboscada. Él no estaba listo para ser acorralado, pero de ser necesario…pelearía cuerpo a cuerpo.

“He escuchado suficiente,” dijo Zalabín, tomando el tomo que cuelga por una cadena al costado de su cintura, al abrirlo el oasis fue atacado por una corriente de aire que era empujada por la fuerza mágica del manuscrito, sus páginas pasando solas mientras el mago las dirija con la punta de sus dedos. “Ralnadam softacar elson dastar elisse, softacar alter dam surilan dam.”

Zalabín sostuvo al libro sobre su mano con fuerza, y todos sintieron como la energía alrededor del mago fue succionada hacia él. Estaban en el vacío, o incluso se convirtieron en vacío—en su mayoría, los magos tomaban la energía de la vida para lanzar un conjuro—pero crear un vacío en la vida podía dar inicio a la muerte…Zalabín sabía los riesgos de usar estos poderes—algunos de sus compañeros se perdieron en el abismo—pero este instante, Zalabín solo podía pensar en la salud de sus amigos.

Marvin se sorprendió al ver al mago brillar, y después una esfera de luz fucsia brotar de él hasta cubrir a todo el oasis. Marvin siempre estuvo dentro de la orden, desde muy pequeño fue entregado como ofrenda a Dios, esperando que las culpas de sus padres desaparezcan. Él había visto magia en múltiples ocasiones, pero sentir el poder de Zalabín todavía hace que su piel se erize.

Tengo que regresar al templo, él pensó. Espero ser capaz de limpiar mi espíritu de toda esta energía.

Él giró para ver la espera de luz que brotaba de sus manos. Cuando Zalabín activaba sus poderes, la luz que llegaba de los cielos era diferente. ¿Será posible que el mago este funcionado como un prisma? Su luz era un poco más fuerte. Quizá, si se concentraba un poco más, él sería capaz de limpiar el veneno del cuerpo y su problema terminaría.

Marvin se resignó mientras veía lo inútil de sus esfuerzos, se podían ver cambios en la luz, nada parecía ayudar a Skull mientras bluchaba contra el veneno en el piso. Él estaba perdiendo la batalla. Él se veía cada instante un poco más pálido. Él no iba a soportar mucho tiempo. Esto es lo que sucede cuando enfrentas a nuevos adversarios, porque tienen tecnologías diferentes. Porque son—

Marvin se asustó al ver a una figura atravesar el campo de energía que encerraba al oasis. Ángelo bajo de su corcel, saltando—no, con gracia—deslizó su cuerpo por un costado del animal para detenerse justo antes de entregar las riendas a su sirviente. Marvin estaba acostumbrado a la arrogancia de Ángelo, verlo le dio tranquilidad, esto era justo lo que estaba esperando.

Y empezó a caminar hacia el grupo.

Marvin levantó las manos. “Apresúrate, no hay mucho tiempo,” él dijo.

Ángelo se quitó la capucha dorada de metal, descubriendo su mechones de rizos amarillos. “No se preocupen, tengo todo bajo control.”

Marvin se levantó, manteniendo sus manos en la misma posición para no romper el conjuro que mantenía vivo a…

Ángelo regresó a su corcel. ¿Dónde fue que dejé esa poción? Entre comprar provisiones para el viaje, debe estar en una de estas maletas, estoy seguro que la puse por aquí. Ángelo se detuvo, girando para mirar a los otros. Él pensó que estarían felices de verlo…con la poción en las manos, la única salvación para este problema.

Pero, no. Era imposible que lo aprecien como a uno más del grupo. El caballero que siempre estuvo cuando ellos más lo necesitaban. ¿Qué sería de ustedes sin mi? Estoy cabalgando desde que salió el sol, arriesgando mi vida, haciendo todo por nosotros. Sin embargo, nadie estaba feliz con su llegada.

“Permiso, mi señor,” dijo el sirviente al llevarse al caballo.

Marvin se quedó quieto, analizando la situación. Era mejor no apresurar al caballero de luz cuando está a punto de hacer algo.

“Aquí está el antídoto,” dijo Ángelo, levantando el recipiente de cristal. “Veo que llego justo a tiempo, no teman compañeros. He llegado para ayudarlos.”

Marvin levantó los hombros, y miró de un lado al otro. Era lo que necesitaban—pero, entonces, él se había demorado toda la noche en regresar.

Él era, después de todo, Ángelo.

Marvin estaba seguro de que Ángelo tenía algún problema.

Él había escuchado que la familia del caballero de luz perdió una gran fortuna, hace mucho tiempo, ahora solo fingen riqueza. Una época en la que Ángelo dedicaba su vida a participar en torneos de batalla, cuando la guerra todavía no había empezado, y cuando las criaturas de la tierra no aterrorizaban nuestras aldeas. Tiempo de paz y prosperidad. Aquellos tiempos, sin embargo, no regresarán por mucho tiempo. Tantos buenos guerreros perdidos en vano.

Marvin sentía el frío de estar atrapado dentro de un campo de protección, ellos estaban seguros de que nadie extraño al grupo podía ingresar, pero la energía del mago continuaba creando un remolino de viento al brotar del libro. Él esperaba que Ángelo se apresure, estaban a punto de ser emboscados. El caballero de la luz no parecía estar enterado; la inmensa esfera de color fucsia no era suficiente alarma. En poco tiempo las criaturas que dejaron a Skull herido volverán a atacar.

Eventualmente, Ángelo se acercó a Skull para que beba de la poción, después dio un par de pasos para atrás. Él miraba con curiosidad los efectos del antídoto—aunque estaba seguro de que era lo que necesitaba. El chamán le aseguró que no era un veneno capaz de matar su amigo. El trabajo de un novato, con poca experiencia en el campo, algo que con un poco de práctica hasta un monje podría curar.

Espero que funcione, pensó Marvin al dar un paso hacia atrás. Sin embargo, la esfera de luz que se proyectaba de sus manos se demoró un instante en desaparecer. Él miró con atención a Skull acostado sobre el piso.

Todos se quedaron en silencio. Skull empezó a recuperar el color en su rostro, después abrió sus ojos para ver en donde se encontraba. Un campo de protección brillaba a su alrededor, y de repente estaba en un lugar diferente al que recordaba-hace un instante—la batalla en la que estaban participando. Era imposible de comprender, desde luego. De todas formas, la sensación de volver a la vida era refrescante.

“Hola, todos,” dijo Skull, llevando su mano a la cabeza. “¿Qué fue lo que pasó?”

Sus palabras era lo que todos estaban esperando, y ellos suspiraron al verlo tomar su gran hacha del piso y ponerse de pie. Zalabín, sin embargo, continuaba concentrado en su conjuro, repitiendo frases sin sentido, mientras la fuerza de la energía que brotaba del libro hacía que el oasis se torne igual a la cima del más alto nevado.

“No vi a nadie afuera, Zalabín,” dijo Ángelo, sacando la gran espada dorada de su estuche. “Creo que estás exagerando.”

“Jamás dudaría de un reporte confiable,” dijo Zalabín, rompiendo el conjuro. “Pero ahora que estás aquí.” Él sonrió, dejando caer al libro para que quede colgando de una cadena a su costado. El tomo estaba cubierto de cuero azul, con metal corriendo por sus bordes, como si distribuido para crear un seguro impenetrable.

Skull estiró los brazos al sentir la luz del sol sobre su piel. Él era un bárbaro del norte, probablemente acostumbrado a vivir en el hielo—como mucho, el usaba una vestimenta hecha con riendas de cuero y un taparrabos. Sin embargo, los grandes músculos que rodean su cuerpo eran todo lo que necesitaba para demandar respeto.

“Ahora esto ya no es importante,” dijo Marvin. “Debido a las circunstancias, creo que es mejor que cambiemos nuestra posición para volver a plantear la estrategia. Recuerden lo que pasó cuando entramos corriendo sin un plan, Skull pudo haber muerto.”

“Es verdad,” dijo Ángelo. “Pero también pudimos traer a un monje competente que sepa de los venenos más básicos de esta región, aunque sea uno que pueda hablar con el chamán del pueblo. Me han dicho que esta poción ni siquiera es mortal.

Marvin cruzó los brazos, haciendo que las mangas blancas de su túnica cuelguen frente a él. Su expresión era desafiante.

Ángelo suspiró, levantando la mirada. “Está bien. Si quieren que nos retiremos como cobardes, los acompañaré.” Él alcanzó el tomo dorado que cuelga a su costado y pasando su espada sobre este realizó el conjuro.

Luz empezó a brotar de su cuerpo, se fue regando por todo lo que estaba a su alcance, cambiando el color de las plantas del oasis. Los otros miembros del equipo se prepararon para ser alcanzados por la luz, ansiosos por ser rodeados de esa energía. Ángelo se quedó quieto por un instante, mirando a su gran espada dorada empezar a brillar, la luz rodeándola hasta cubrirla por completo.

“¿Qué sucede?” preguntó Skull, aún más confundido.

Shade se impulsó de un árbol, soltando la rama que la sostenía, segura de caer sobre Skull. Los demás vieron con sorpresa, aunque incapaces de hablar. Shade sostenía la cabeza de Skull con una mano, su cuerpo colgado por detrás, la cuchilla presionada contra su cuello.

“Dejame ir,” exigió Skull, sin moverse.

Shade presionó la cuchilla, sosteniendo todo su cuerpo con el brazo derecho. “Tienes baja tu guardia. Debes estar mejor preparado.”

Una vez que la cuchilla dejó de hacer contacto con su piel, Skull tomó a Shade y la arrojó a un costado.

“Te voy a estar mirando,” dijo Shade, luego de caer de pie. Su amenaza dirigida a todos. Esta era la primera vez que lograba sorprender a Skull el destructor. El resto del grupo observaba, sorprendidos de lo que pasó.

Se la pasan jugando como niños, pensó Marvin. “Entonces, nos vamos a otro lugar para reagrupar.” Él levantó la mano para que lo escuchen. “Va a ser bueno, verán—no podemos seguir esperando que el antídoto funcione cuando vamos a ser atacados.”

El resto del grupo lo miró con desaprobación. Si no fuese por sus poderes divinos—ser capaz de protegernos en un batalla, incluso más que el aura divina de una caballero de la luz. Un monje de su categoría—un joven aprendiz que dedicó su vida a las escrituras—pero con el corazón de un cobarde.

“Yo vengo del norte,” dijo Skull. “Nosotros no huimos al conflicto.” Él habló con una voz clara, y sus compañeros sintieron la seguridad de su protección. En una batalla él era el primero en atacar, las palabras de Skull eran significado de guerra. Marvin podía ser temeroso, pero incluso él sintió valor entrar en su cuerpo.

“Nadie va a lastimar a uno de los nuestros sin recibir todo el poder de la luz,” dijo Ángelo, “y si estos seres a los que no logro ver, llegan algún día. Incluso podremos luchar contra ellos. O acaso se trata de fantasmas invisibles. Se escucha la llegada de unos misteriosos seres atacando las ciudades.”

“Un instante,” dijo Zalabín.

“Mis disculpas,” dijo Ángelo. “Estoy intentando confiar en ustedes y estar preparado para una gran batalla. Aunque eso signifique desgastar la limitada energía que me sobra.”

Zalabín se sonrojó: Shade fue la que levantó la sospecha de emboscada, y él simplemente siguió sus instintos. “Shade los vio, Ángelo,” dijo Zalabín, girando para mirar a Shade, “pero los ataques nunca llegaron. Confío en tus palabras pero tampoco los puedo sentir; empiezo a dudar que el ataque vaya a llegar. Eres una bromista—hiciste esto para detener el argumento, no te gusta el conflicto. Pese a eso, siempre estás buscando sorprendernos con tus ataques.”

Shade levantó una ceja, cruzando los brazos bajo sus bustos. “Ten cuidado con lo que dices, Zalabín,” ella dijo, estirando el brazo y moviendo un dedo de desacuerdo. “El alcance de tus poderes te hace bajar la guardia. Ellos están más cerca de lo que imaginas. Es mejor que estés listo.” Con eso, Shade tomó un pequeño frasco de su cinturón de cuero y lo arrojó al piso. El espeso humo cubrió gran parte del oasis en poco tiempo, haciendo que sea imposible ver más allá de unos cuantos pasos. Ella, al igual que sus compañeros, tomaron provecho de las circunstancias para cambiar de posiciones.

El humo empezó a disiparse poco a poco y lo único que cambió fue la desaparición de Shade. La atractiva mujer que cubría gran parte de su rostro con un pañuelo se encontraba arrimada a un árbol. “Por aquí,” dijo apuntando con el dedo.

Ángelo suspiro. “No los veo. Sabes, para ser una mujer a quien le gusta pasar desapercibida, haces demasiado espectáculo para moverte unos cuantos pasos.”

Shade frunció el ceño. “Están en esa loma,” ella susurró. “Son parte de la loma. Es… es una ilusión.”

“¡Oh!” dijo Ángelo. “En ese caso, deberíamos ser nosotros los que empezamos la pelea, ellos esperan que nos descuidemos. Para acercarse por sorpresa.”

Skull tomó una roca y la arrojó con fuerza. “Los podemos ver…”

“Bueno, ahora si ya no hay salida,” dijo Ángelo levantando la gran espada dorada con sus dos manos. “Luz dame fuerza para vencer a mis enemigos.”

Bolas de fuego empezaron a volar en los cielos. Estaba decidido, no había tiempo para negociaciones, así que Zalabín abrió su libro y empezó un conjuro. En un instante, él empezó a mover los brazos como si dispuesto a lanzar energía por las palmas de sus manos, y las bolas de fuego se estrellaban contra las creadas por Zalabín, incrementando el calor que se sentía en el oasis.

Ángelo dio un paso hacia atrás, sosteniendo su espada a un costado y mirando a sus compañeros. Ella tenía razón: Era imposible que logren escapar sin una pelea. Sin embargo, ellos no estaban en el mejor de sus estados. Para ellos, esta era una batalla para la que no estaban preparados—usualmente no eres atacado mientras te recuperas de una derrota.

El humo de las explosiones rodeaba el campo de batalla. Zalabín notó que no se trataba de fuego, la magia contra la que luchaba era oscuridad. Seres de tierra empezaron a darse forma a los pies de lo guerreros, haciendo que todos sean obligados a moverse. Cada uno de los montículos de lodo tomó forma de un humanoide. Las criatura de diferentes tamaños se lanzaron al ataque—señal de que esta emboscada la tenían planificada: viendo que sus conjuros eran casi perfectos. El tipo de trabajo que requiere múltiples maestros de las artes oscuras. Zalabín no tenía, en su arsenal de poderes, algo para defenderse de ellos.

Skull corrió con su hacha levantada sobre la cabeza, al finalizar el ataque partió a una de las criaturas en dos. Oscilando su hacha, él pudo mantener a Zalabín libre de interrupciones para continuar con su conjuro.

El ataque intimidó a Marvin, y él se encontró cubriendo su rostro con los brazos. Él no tenía energía para defenderse, la paz era el camino de las escrituras, y lo único que podía hacer era ayudar a los demás, pero sin energía era inútil. Una de las criaturas lo golpeó con un brazo y lo envió volando contra un árbol a cinco metros de distancia.

Ángelo vio lo que estaba sucediendo, él debía atacar directamente a los magos. Él logró controlar sus impulsos, girando para mirar a Marvin caer al piso. Él concentró su luz en el extremo de su espada, y apuntando en dirección de la criatura, la energía fue lanzada por la punta. De repente el aura que los rodeaba perdió fuerza. Era como si se hubiese canalizado a otro lugar; su habilidad era única pero lo hacía perder demasiada energía. La criatura recibió el golpe de luz, esta explotó en pequeñas gotas de lodo por todas partes. Marvin estaba bien.

Ángelo levantó el tomo—ya no tenía energía para proteger al resto, y debía concentrarse en destruir al enemigo. Parado en el mismo lugar, pasó su espada sobre el libro. El aura desapareció por completo, regresando a toda velocidad al cuerpo del guerrero de luz, sin que el note el cambio en el ambiente. La luz se concentró en él; haciéndolo más fuerte de lo que su cuerpo podría alcanzar.

Él saltó, cortando con su espada a otra de las criaturas de tierra, partiendola por la mitad. Él sabía que no tendrían suficiente energía para seguir invocando a estos seres. Él siguió peleando, con la seguridad de que Zalabín los protegería de las bolas de fuego. Justo cuando una de ellas se estrelló contra el tronco de un árbol, Ángelo vio las llamas negras consumir todo a su paso, tornando la vida en muerte y a la muerte en vacío.

Angelo estaba listo para empezar un nuevo ataque, pero su cuerpo cayó junto al oasis. Sus compañeros miraron sorprendidos, ellos desconocían la causa de su repentina caída.

Marco se levantó de la silla frente a su computador, mirando la pantalla en negro. “¡MAMÁ!”

Él se veía enfurecido al buscar una solución para el repentino apagón, todos los cables en la parte trasera de su computador parecían estar conectados correctamente, sin embargo, Marco notó que la luz del transformador estaba apagada.

“Mamá,” continuó diciendo, “mamá, MAMÁ.”

Al no tener una respuesta, Marco decidió bajar a la cocina para encontrar la causa de su problema. Era probable que un cambio en el voltaje haya sido la causa, así que él buscó sus pantuflas de osito para no sentir el frío del piso al caminar. En realidad eran idea de su madre, ella quería mantener los pies de su hijos limpios, esa es la única forma podría asegurar su salud. Pero, para Marco solo era importante no sentir el frío en sus pies descalzos.

Al abrir la puerta de su cuarto, él se encontró con su madre. “Acaso no escuchas que te estoy llamando,” ella dijo.

“Pero, mamá,” dijo Marco. “Estaba haciendo algo importante. ¿Qué quieres?”

“Pasas metido en esa computadora,” dijo su madre. “Se te van a poner los ojos cuadrados.”

La expresión no tenía una definición clara, era algo que su mamá decía para demostrar desacuerdo. Marco bajó la mirada sin entender lo que estaba sucediendo.

“Bajas este instante a la mesa,” dijo su mamá, “todos te estamos esperando.”

“Pero, mamá,” dijo Marco. “Tengo que terminar de hacer una cosa, solo una cosa y bajo.”

“No me hagas que te repita,” dijo su madre. “Voy a llamar a tu papá.”

Marco desistió y bajó la mirada. Era mejor ir a la mesa y ver la cara de su padre, él estaría enfurecido al tener que esperar para comer, así que Marco empezó a caminar.

Su madre lo miró con curiosidad. ¿Qué tanto hace este niño es su computador? pensó.

Tal y como Marco esperaba: su padre estaba de brazos cruzados, mientras su hermana se veía concentrada en la pantalla de su celular.

“Bienvenido, mijo,” dijo su padre para intentar dar un cambio el ambiente del lugar. “Te estábamos espera del para comer.”

Marco creía ser capaz de reconocer la falsedad en las palabras de su padre, pero era muy joven para estar seguro, de todas formas no podía creer a una persona que finge… que finge tan mal, sea su padre.

“Toma asiento,” dijo su padre.

Marco caminó alrededor de la mesa sin ser capaz de cambiar la expresión de su rostro, él estaba endurecido. Pero claro, sus compañeros dependían de sus poderes para sobrevivir tan peligroso encuentro, sin embargo, de nada serviría hablar de sus aventuras con sus padres. Ellos no tenían tiempo para él.

Su madre desapareció. Marco se sentó en una silla junto a su hermana, él disfrutaba tener a su hermana a su lado, es más ella era su escudo contra su padre.

“¿Cómo va todo, muchacho?” preguntó su padre.

De la misma forma que en múltiples ocasiones, él intentó hablar con su padre. “Bien, papá. Estaba a punto de ser atacado por un grupo de magos que nos sorprendieron mientras…”

“¡Qué bien, muchacho!” lo interrumpió su padre. “¿Y tú, mi amorcito, todo bien?”

Mi hermana miraba la pantalla de su celular con atención. “Ya vas a empezar. Mamá, puedes pasar la comida. Tengo que salir.”

El padre de Marco no podía ver un error en los hechizantes ojos azules de su hija.

“La comida está lista,” dijo su mamá al salir de la cocina con sus manos llenas de fuentes de porcelana. “Hice tu comida favorita.”

Marco sonrió al imaginar el sabor de una comida que jamás había probado, un sabor que te hace salivar al instante. Esa mezcla de ingredientes que solo un maestro culinario puede alcanzar, sin embargo este no era el caso.

“Otra vez, fideos con albóndigas,” dijo Marco con desilusión.

Su hermana solo sonrió y su padre tenía la boca abierta al mirar el recipiente lleno de bolas de carne.

La comida duró muy poco, todos esperaron hasta que su hermana se levante de la mesa, después de todo, ella era la única que podía hacerlo sin despertar al monstruo que vive en la cabeza de mi papá. Finalmente puedo regresar a ver lo que sucedió con mis compañeros.

Marco sabía que no sería bueno, está era la primera vez que algo así le sucedía. Él corrió a la cocina para mirar la caja del transformador, tal y como imaginó: la luz de su cuarto había sido cortada.

Sin tiempo que perder, él le devolvió la energía a su mundo y salió corriendo de regreso a su cuarto.

En computador jamás se demoró tanto tiempo en encender, quizá era la percepción de Marco, sabiendo que estaba a punto de encontrar su mundo en caos.

“Estás bien, Ángelo,” dijo Marvin, con sus brazos levantados para mantener la esfera de energía activa.

“¿Qué pasó?” preguntó Ángelo, empujándose con una mano para levantarse. “Dime. ¿Dónde están los magos que nos atacaron?”

“Se fueron,” dijo Zalabín, sangre corría por su rostro manchado los restos de la túnica azul que cubría su cuerpo. “La última vez que vi poderes como esos, estaba en la academia cuando empezó la tercera invasión de la oscuridad. Es imposible que los venzamos, Ángelo—¿qué fue lo que te pasó?”

Ángelo se quedó quieto. El oasis estaba destruido. Los árboles consumidos por el fuego negro. Aunque, las cenizas que quedaron eran diferentes; parecía que la tierra sufría al estar cubierta de ellas. Esta era la primera vez que Ángelo veía lo que era capaz de hacer el fuego negro, sentir el aroma a muerte por el humo que todavía se levantaba del piso era petrificante.

“¿Qué fue lo que pasó?” dijo Ángelo.

“Caíste al piso y nos rodean.”

Ángelo giró para ver el lugar. “Entonces, Zalabín, dime algo. ¿Porqué seguimos con vida?”

Zalabín bajó la mirada. “Estuviste caído por mucho tiempo, no sabíamos si te ibas a levantar. Eran demasiados, llegaron por todas parte.” Zalabín no parecía creer las palabras que acababa de mencionar; él estaba sorprendido.

“¿Pero, dime qué pasó después?” preguntó Ángelo, abriendo las palmas de sus manos hacia el oasis y toda la destrucción que lo rodea, el fuego negro que sigue encendido. “Este parece el escenario de una masacre.”

“Por suerte seguimos con vida,” dijo Marvin. “Este fue un ataque premeditado. Esas cosas sabían lo que estaban buscando, y fue tan fácil conseguirlo, solo necesitaron tomar tu cuerpo por rehén, pero ahora. Deberíamos aceptar nuestra pérdidas y retirarnos.”

“Esta no es una pelea de la que podamos escapar, Marvin. Tu puedes irte si deseas.” dijo Skull, sosteniendo su brazo derecho para detener el sangrado. “¿Pero, qué podemos hacer? Ni siquiera sabemos a dónde se fueron.”

Zalabín sacudió la cabeza. “Sin mi libro… será imposible. Temo que no podremos reponernos de esta pérdida.”

Ángelo alcanzó con la mano derecha su libro. “Todo va a estar bien—por lo menos, no perdí mi…” Él se detuvo, después bajó su otra mano para alcanzar su gran espada dorada. “Mi cosas, no puede ser.”

“NOOO…” dijo Marco al levantarse de la silla en su cuarto.

“¿Qué está pasando?” preguntó su padre al entrar en la habitación de Marco.

“Lo perdí todo.”

“¿De qué hablas?”

Marco corrió para abrazar las piernas de su padre. “Todo papá, perdí todo lo que logré conseguir en los últimos años.”

“No hables pendejadas y anda a dormir,” dijo su padre alejando a Marco con sus dos manos. “Apaga esa computadora este instante.”

Marco regresó a su computador.

Ángelo bajó la mirada para ver su armadura. Pequeñas llamas negras brillaban sobre ella, consumiendo lentamente al metal. Él levantó la mirada para ver a Zalavín a los ojos. “Vamos a recuperar todo lo que perdimos. Cabalgaré esta noche al pueblo para conseguir herramientas que nos puedan ayudar. Este va a ser el reto más grande que hayamos enfrentado, pero juntos lo podemos lograr.”

Marco apagó el computador antes de que su padre regresé y se acostó a dormir.

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Sebastián Iturralde

Escritor de relatos enigmáticos, tejiendo narrativas cautivadoras que provocan el pensamiento y estimulan la imaginación. Revelando las profundidades de la experiencia humana a través de las palabras.

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