Este apartado cumple el propósito de llevar al público una colección de relatos actuales, escritos por autores contemporáneos. Se parte de esta revolución literaria comentando y compartiendo sus trabajos.
Encontré este relato en mi interminable búsqueda de inspiración. Siento que es una excelente ayuda para imaginar el universo de los seres que no comparten nuestros sentidos. Espero que lo disfrutes.
Café amargo en la ventana Me levanté de la cama, sábanas arrugadas y un regusto impreciso en la boca. Mi sueño, como casi siempre en estas últimas semanas había sido monótono y amenazador. Tal vez por eso no lo recordaba. Encendí la
Las fábulas de Esopo, cuyas historias son protagonizadas por animales que hablan, se hizo realidad en el 2009, después de que un neurólogo japonés, cirujano él, aficionado a los lenguajes informáticos, desarrolló un microchip que insertado en el hemisferio izquierdo de los
Todo comenzó como un simple rumor hacia fin de año, durante las fiestas ya era casi una verdad, y en enero por fin se confirmó la noticia que más conmovió al barrio Don Orione desde los tiempos de la llegada de la
PRÓLOGO Irene es una mujer de mediana edad que ve como un desconocido se va adueñando de ella, de sus movimientos de su intelecto, cada día la va anulando más siendo él quien acabará llevando los mandos quien decidirá por ella, pero
«Una bruja entre nosotros» es la primera versión de un relato de terror que aún sigue siendo editado. Este primer escrito relata la historia de una joven que se entera de que su barrio aparentemente esta siendo acechado por una supuesta bruja
Esta selva es húmeda. Los mosquitos son inmensos y serían capaces, si los amaestrasen, de hacer transfusiones de sangre completas. Llevo bastantes años aquí, entre los Korowai, y no diré que soy uno de ellos, pero al menos me toleran. Los encontré
Sebastián y Valentina eran una parejita muy bien avenida, sabían disfrutar de la vida, eran muy bonitos y les sonreía la suerte. Ambos eran profesionales, miembros de buenas familias que los educaron muy bien y eran aficionados, él al deporte y las
Se llamaba Jonathan Silencio, y era un hombre como los demás. Entró en el club con ese aire despistado, como de haberse equivocado de sitio, que todos los hombres solitarios muestran al cruzar la puerta, y que desaparece en cuanto se acercan
A lo máximo que aspira un buen publicitario es a grabar su mejor spot, y ganar ese award que ponga la guinda en su carrera y la estatuilla en sus brazos, la copa de Venecia, la Palma de oro de San Sebastián,